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La carrera del jefe de la DINA cuyo poder comenzó a quebrarse tras el asesinato de Orlando Letelier

Manuel Contreras, quien recibió instrucción en Estados Unidos, estuvo obsesionado durante su carrera con la inteligencia militar y la acción antisubversiva. La organización que comandó protagonizó graves violaciones a los derechos humanos que son investigadas judicialmente hasta hoy.

07 de Agosto de 2015 | 22:35 | Por Andrea González Schmessane, Emol
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Manuel Contreras, ya en retiro, bajo el emblema de la DINA formado por un puño de armadura.

Raúl Bravo, El Mercurio (Archivo)
SANTIAGO.- Corría la segunda mitad de la década de 1940 cuando el cadete Manuel Contreras mostraba su liderazgo, y también su dureza, como brigadier mayor encargado de la disciplina de los recién llegados a la Escuela Militar. A fines de la misma década otro aspirante de apenas 16 años, llamado Orlando Letelier, recorrió los mismos pasillos del centro de formación castrense, que luego abandonó para iniciar estudios de Derecho.


Ninguno de los dos podía imaginar en esa época que sus nombres estarían presentes en uno los casos judiciales que marcó la historia del país, generó impacto mundial y terminó con la carrera del ex oficial del Ejército al mando de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), organismo que tuvo un rol central en uno de los períodos más oscuros de violación a los derechos humanos en Chile.


Tras realizar sus estudios primarios en Santiago y Osorno, Contreras ingresó a la Escuela Militar en 1944, mientras se vivían los últimos episodios de la Segunda Guerra Mundial y la inminente derrota de Alemania y Japón.


De acuerdo a testimonios de quienes fueron sus compañeros, el joven aspirante mostró dotes de liderazgo, combinadas con un carácter inflexible. Dos años más tarde, cuando actuaba como brigadier mayor, alumnos de esa época afirman que fueron objeto de tratos vejatorios aplicados por él como "castigos".


En 1960 ingresó a la Academia de Guerra, donde tuvo buena relación con el joven capitán Augusto Pinochet. El contacto lo ayudaría a cimentar la carrera posterior del flamante oficial de Estado Mayor.


Siete años más tarde, Contreras partió a Estados Unidos para recibir instrucción en Fort Benning, en Virginia. Eran los años en los que ardía la guerra en el Sudeste Asiático, y el oficial chileno se impregnó allí de los nuevos conceptos sobre "guerra irregular" y la acción antisubversiva.


De vuelta en el país, en 1969, se integró a la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes, unidad que terminaría por comandar y que cuatro años más tarde se transformó en el embrión de la principal organización de inteligencia y represión bajo el régimen militar.


El 11 de septiembre de 1973, Contreras puso en marcha un plan cuidadosamente preparado que llevó a los militares a tomar el completo control de San Antonio. Siete campos de prisioneros fueron organizados en esa zona, donde se registraron numerosos casos de tortura.


No terminaban ahí los planes del entonces coronel, quien en noviembre de ese año quedó al frente de la DINA. Desde su cuartel general situado en calle Belgrado, en Vicuña Mackenna -donde hoy se encuentra la sede de la FECh-, el oficial desencadenó una extensa y brutal represión contra partidos de izquierda que dejó como saldo más de 1.000 desaparecidos, según antecedentes recopilados más tarde por el Informe Rettig y la Vicaría de la Solidaridad.


El reporte de la Comisión Verdad y Reconciliación atribuye a ese organismo al menos 1.500 ejecuciones. Los cadáveres de las víctimas fueron sepultados clandestinamente o arrojados al mar desde helicópteros "Puma" del Ejército, amarrados a rieles.


Las unidades bajo el mando de la DINA llevaron a cabo cientos de secuestros y mantuvieron varios centros de detención en Santiago y distintos puntos del país, donde los prisioneros eran sometidos a crueles torturas y abusos.


"No voy a ir a ninguna cárcel"


El principio del fin de la era de Contreras al mando de la organización represiva vino en septiembre de 1976, cuando una enorme detonación sacudió el área de Sheridan Circle, en Washington.


El atentado que causó la muerte del ex canciller Letelier y su secretaria, Ronni Moffitt, fue una de las consecuencias de los contactos internacionales que el ambicioso coronel estableció en el exterior. Estos incluían organizaciones de cubanos anticastristas, grupos neofascistas de Italia -donde se cometió el grave ataque contra el dirigente DC Bernardo Leighton- y órganos de inteligencia latinoamericanos, estos últimos encuadrados en la llamada "Operación Cóndor".


El doble homicidio en Washington abrió una investigación liderada por el FBI y el fiscal Eugene Propper llevó a descubrir la implicación del ex agente Michael Townley.


En 1978, tras tensas jornadas señaladas por la presión estadounidense en torno al caso, Contreras debió dejar su cargo en la DINA -organismo que luego fue sustituido por la Central Nacional de Informaciones (CNI)- y salió del Ejército en abril de 1980, ascendido a brigadier general.


El ahora oficial en retiro organizó empresas de seguridad y adquirió el fundo "Viejo Roble" en la zona de Fresia, en la Región de Los Lagos. Paralelamente, publicó textos en los que intentó justificar sus acciones en el clima de enfrentamiento y subversión que vivía Chile desde la década de 1970.


Sin embargo, la investigación por el caso Letelier, esta vez en Chile, siguió rondando al general (R). El 12 de noviembre de 1993, el ministro Adolfo Bañados lo condenó a siete años de cárcel por el homicidio del ex canciller, sentencia confirmada en mayo de 1995 por la Cuarta Sala de la Corte Suprema.


Tras mantenerse prácticamente "atrincherado" en su fundo, en medio de gran tensión política -"no voy a ir a ninguna cárcel", desafió Contreras -, finalmente fue trasladado al Hospital Naval de Talcahuano, un mes después de la decisión del máximo tribunal. Allí se le practicaron exámenes debido al cáncer que lo aquejaba.


En octubre del mismo año, el ex jefe de la DINA fue recluido en  el penal de Punta Peuco, construido especialmente para alojar a condenados por violaciones a los derechos humanos.


La sucesión de sentencias en su contra por casos judiciales llevó más tarde a su reclusión en el penal Cordillera. La cárcel especial fue cerrado en septiembre de 2013 tras una disposición del entonces Presidente Sebastián Piñera, por lo que el ex jefe de inteligencia regresó a Punta Peuco. Allí permanecía hasta que su salud se agravó irreversiblemente en julio del presente año.
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