SANTIAGO.- A partir de mañana será obligatorio portar un chaleco reflectante en todos los vehículos. Pese a la creciente venta de estos artículos y a la alta difusión de la medida en los medios, expertos en seguridad vial miran con escepticismo que se fiscalice la disposición.
La duda no es baladí: en la Ley de Tránsito y otros decretos que regulan la conducción segura hay normativas que escasamente son fiscalizadas y que se convierten en letra muerta. Es cosa de caminar por la calle para notarlas.
A los peatones que cruzan con luz roja o a mitad de la calle se suman automovilistas que tocan las bocinas apenas se arman tacos o que conducen mientras conversan por celular o escuchan la radio a todo volumen.
Según cifras de Carabineros, informadas por Ley de Transparencia, estas faltas, itemizadas en el amplio concepto "Otras infracciones de tránsito", totalizaban hasta junio de este año 36.547 (7% del total de 538.295) y se convirtieron en la cuarta falta más recurrente después de la falta de documentos, los estacionamientos incorrectos y los excesos de velocidad, indica "El Mercurio".
Según el Gobierno, esto ocurre por la falta de personal fiscalizador. A modo de ejemplo: se estima que la policía logra detectar tres de cada 10 mil faltas de tránsito relacionadas con el exceso de velocidad.
"Por capacidad y despliegue nuestro no podemos controlar todo como quisiéramos, pero apelamos a la conciencia. Insistimos en que la norma trae un concepto restrictivo, que es la sanción, pero también hay un elemento preventivo, que apunta al espíritu de las normas. La Ley de Tránsito es muy clara, y no porque no se fiscalice una falta, no existe", afirma el comandante de Carabineros José Luis Ojeda, de la Prefectura de Tránsito y Carreteras de Carabineros.
La secretaria ejecutiva de Conaset, Gabriela Rosende, complementa que la fiscalización "no es infinita. En cada cuadra deberíamos tener entonces a un efectivo de Carabineros revisando. Hay normas de mayor rango que se fiscalizan de mejor manera, como el cinturón o la velocidad. Se apela más bien a comprender la convivencia vial, saber la consecuencia de los actos y que se cree conciencia", afirma.
Este argumento no es compartido por el especialista en seguridad vial Milton Bertín. El también fundador de la Comisión Nacional de Seguridad de Tránsito (Conaset) acusa la falta de una estrategia nacional de fiscalización.
"No existe de parte de la Conaset ni de Carabineros una estrategia de fiscalización. Y no es un problema de liberar personal policial, porque cuando no hay estrategias tampoco hay metas ni asignación a este personal. Si hubiese una asignación como política, con porcentajes, se sabría con qué recursos se cuenta y qué hacer con ellos", señala.
Agrega que el control de las normas no surge desde la educación. "Informes técnicos avalan que la fiscalización induce la conducta y se convierte en hábito y no existe espontáneamente. Los ejercicios que se han hecho para mejorar niveles de conocimiento de la norma han fracasado en muchos países, no han producido cambios en el uso de dispositivos", afirma Bertín.
Alberto Escobar, gerente de asuntos públicos del Automóvil Club, dice que el desacato a las normas demuestra un problema cultural. "Pocos vehículos llegan con velocidad moderada a un cruce. El uso de la luz amarilla es una vergüenza. Para qué hablar de cómo se estaciona. O los ciclistas, que van contra el tránsito, sin casco o reflectantes. Hay una permanente transgresión. De hecho, según nuestros estudios, el 90% de los automovilistas comete una falta grave o gravísima todos los días".