No dar la palabra siempre al que levanta la mano, entregar pistas y dar cabida a la espontaneidad de los alumnos son algunas estrategias exitosas.
El Mercurio (archivo)Las preguntas que realmente sirven a los niños son las que los hacen pensar y no aquéllas donde todo el mundo ya sabe la respuesta (como ¿cuánto es 2+3?). Esto no implica hacer preguntas más complejas, sino "ricas" y, por ejemplo, pueda tener más de una respuesta, se pueda resolver de varias maneras o se pueda extender y, a partir de la respuesta, se continúe con otra pregunta. "Son preguntas que gatillan procesos de pensamiento", señala Martínez.
Para fomentar que todos participen y no sólo los más aventajados, una buena práctica es elegir al azar quién debe responder. Por ejemplo, hay profesores que tienen papeles con los nombres de los niños y sacan uno sin mirar. "Esto obliga a mantener la atención de todos los niños, porque puede ser cualquiera", señala la experta. Dice que si, al contrario, "les doy la palabra a los niños que siempre levantan la mano, hay grupos que van a ser dejados de lado".
Para que todos los niños puedan participar, el profesor no debe esperar respuestas muy rápidas, sino que debe dar más tiempo para que puedan pensar. "Si yo pregunto y espero la respuesta en cinco segundos, el único que puede participar es el niño que tiene la respuesta en la punta de la lengua, el que justo sabía, pero dar tiempo hace que la participación sea más equitativa", señala Martínez.
Una buena técnica es hacer una pregunta y pedir que los niños discutan con su compañero antes de responder. "Eso produce más participación, los niños se entretienen tratando de convencer al compañero, y comentar su respuesta con otro antes de hacerlo frente al curso hace que sea menos intimidante para el alumno", afirma.
Si bien es bueno que los alumnos aprendan de sus compañeros, sentar deliberadamente al buen estudiante con el que le va mal, para que uno le enseñe al otro, podría tener un efecto negativo. "Etiquetar a los alumnos hace que el niño que se supone que no sabe tenga un rol pasivo, de sólo escuchar, copiar o preguntarle al compañero", afirma Martínez. Sentarlos al azar produce mucha más participación.
No entregar siempre la respuesta correcta y hacer que los propios niños descubran sus aciertos y errores también puede ser positivo. Por ejemplo, una profesora pidió resolver un problema y escogió tres respuestas que habían dado los estudiantes –dos correctas, aunque distintas, y una con un error–, y las expuso en el pizarrón, para que los mismos alumnos las corrigieran. Esto fomentó que pensaran, discutieran y se "engancharan" con la situación.
Es sabido que "de los errores se aprende" y esto también se debe aplicar en clases. En lugar de cuestionar al alumno, el profesor debe ser capaz de "manejar" esa equivocación y aprovecharla en el aprendizaje. "La idea jamás es criticar, sino que tratar de entender qué pasó y aprovechar eso, quizás el niño entendió de una manera distinta y algo interesante se puede rescatar", afirma Martínez.
Que un alumno responda mal y el profesor pida que pase el siguiente, no es muy recomendable. Al contrario, es bueno que los profesores perseveren con un estudiante, aún cuando se haya equivocado. Para esto, lo puede ir ayudando a resolver el ejercicio o entregarle una pista. "Eso hace que no sea aceptable decir 'no sé', que el niño no piensa que con eso basta para no contestar", acota la experta.
Es importante que el profesor pueda dar espacio a las ocurrencias de los niños y a momentos de entretención, aunque sin perder el foco. "Por ejemplo, había un problema donde había que pasear mascotas, y los niños se engancharon mucho con los nombres de los perritos y estaban entretenidos con la situación en sí, y la profesora fue capaz de seguirles el hilo y darle cabida a eso. Hay reacciones de los niños que uno no se las espera y que es muy lindo que aparezcan", dice.
Uno de los problemas que se atribuye a las clases de matemáticas es que tendrían un "sesgo de género" a favor de los hombres al hacerlos participar y en el tipo de ejemplos que utilizan, que son masculinos. Los profesores que participaron en el proyecto, en general, utilizan ejercicios con contextos "neutros", aunque entretenidos, como pintar la pieza, sacar a pasear a los perros o un cumpleaños.