SANTIAGO.- Dicen que en sus contratos siempre está incluida la cláusula de que podrá fumar en el estudio. En televisión, en radio, en un diario.
Fiel a esa irrenunciable costumbre, Jorge Lanata toma con destreza un cigarrillo de su cajetilla dorada de Benson & Hedges y se dispone a conversar. No sin antes ofrecer tabaco, amablemente.
"Vine desde Buenos Aires en un vuelo de mierda. Me levanté a las cinco de la mañana", comenta sonriente y mordaz a "
El Mercurio", con la voz algo ronca, mirando detrás de sus anteojos de marco transparente.
Lanata debe ser el periodista más famoso de Argentina. Con programas como "Lanata sin filtro", en radio Mitre, y "Periodismo para todos", en Canal 13, asegura que se ha peleado con todos los presidentes de su país desde el regreso de la democracia. La pugna más cruda, eso sí, ha sido con Cristina Fernández. "Ella es una fanática", espeta.
Está en Chile para participar en el Congreso Mundial de Mujeres Periodistas y Escritoras, organizado por la Asociación Nacional de Mujeres Periodistas. La cita se realiza hoy a las 9:45 horas en la Casa Central de la Universidad Católica. El tema es "Periodismo, transparencia y democracia".
—Usted vivió unos meses en EE.UU. antes de retornar a Argentina. ¿Cómo vio el triunfo de Donald Trump y esta especie de mea culpa de los medios por no haber visto su ascenso a tiempo? —Fue una mezcla de cosas. Por un lado, los medios, y muchas veces nos pasa, vieron lo que quisieron ver, en una actitud que en algún modo fue poco profesional. Si vos solo analizabas los márgenes de EE.UU., sí, ganaba Hillary. Pero el periodismo se hace en la calle, no en el análisis estadístico. Para mí, ahí fallaron. Hay también un problema tecnológico. Es lo que se está llamando "la era de la posverdad". Los buscadores, al personalizar las noticias, te dan las que vos quieres leer. Y las que quieres leer son las que, en general, coinciden con tu pensamiento. Entonces, tenés siempre una visión sesgada de la realidad. Ahí estamos en una trampa de la tecnología, que por querer hacer más amable la entrada, te dan lo que querés; y eso no es la información.
—En ese escenario, ¿hay un regreso a una respuesta más conservadora?
—Hay un estereotipo histórico de lo que uno cree que es EE.UU. Es raro, porque nosotros lo vemos como un país muy progresista, y en muchas cosas lo es. Pero en otras, qué distinto tiene Trump de Bush. O Reagan de Trump. Obama echó a dos millones de inmigrantes. Trump quiere echar a tres millones. El imaginario que tenemos de EE.UU. no siempre es así. Se parece más a la señora que come papas fritas, ve televisión y compra por catálogo que a Hillary.
—¿Cómo interpreta que en la red primen muchas veces noticias falsas y que influyen en las campañas?
—Estamos todavía en la infancia de la red. Es muy nueva. Estamos en un proceso de reelaboración de los medios. Lo podemos ver de manera pesimista u optimista. La optimista es que todo tiene que volver a ser creado. Hoy estamos poniendo diarios del siglo XIX en el XXI. En 20 años, todo va a sintetizar en la red. El diario, la radio y la televisión. Eso hoy ya despierta problemas graves en muchos medios.
—¿Sobre todo para enfrentar la "era de la posverdad"?
—Este tema de la posverdad tiene que ver con eso y con un avance mundial del populismo expresado en distintas formas. Pasó en Colombia, con la guerrilla; en Inglaterra, con el Brexit; con Trump, en EE.UU.; en España, con Podemos. Y en Argentina, con el kirchnerismo
—¿Cree que se puede combatir el avance de ese populismo?
—Es muy complicado. Una vez un tipo en Venezuela me dijo: "En este país no hay empresarios, hay millonarios". Y eso era toda una definición. En Venezuela existió Chávez, y sería bueno que pensáramos qué circunstancias anteriores a Chávez lo crearon. Porque algo provocó a Chávez, algo provocó a Correa, algo provocó a Evo. El problema que tiene el populismo siempre es con la prensa, porque lo muestra. Esa pelea es inevitable. Es filosófica. Los tipos van a estar en contra de la información, porque creen que hay una relación directa entre el líder y el público. ¿Me entendés? No aceptan otros puntos de vista.
—Usted ha dicho que Venezuela ni siquiera es un gobierno de izquierda.
—Para nada. Definitivamente, no es de izquierda. Es un gobierno fascista. Su líder icónico es un militar. Las personas van a votar y aparecen tipos en motocicleta que las obligan a votar por el partido de Chávez. De izquierda estalinista podría ser.
—En el caso de la ex Mandataria Cristina Fernández, usted ha hecho denuncias como "la ruta del dinero K" y lo han amenazado con demandas.
—Los Kirchner montaron un aparato de propaganda como no había desde los años 50 en Argentina. Gracias a Dios, el aparato de difusión necesita de talento, no solo plata. Y ellos solo tenían plata. Armaron un montón de medios que nadie leía. Pero a ellos les servían para hostigar a los opositores.
—En el caso del dinero K, acá hubo una banda. Se investiga una asociación ilícita formada por Néstor Kirchner, Cristina y los hijos, y una serie de empresarios grandes. Básicamente dos, Lázaro Báez, en la construcción, y Cristóbal López, en el petróleo. Era una mecánica. Lavaban plata con los hoteles, hacían alquileres ficticios.
—¿Cómo ve la situación de Chile? Analistas suelen decir que es uno de los menos corruptos de Latinoamérica.
—Siempre vengo a Chile y nunca termino de entender a Chile. Lo que veo es que están muy conmovidos por el destape de algunos hechos de corrupción. Pero en algún punto no sé si esa conmoción es un poco hipócrita, porque todos sabían qué pasaba. La diferencia es que ahora empezaron a decirlo. Claro que si veo las cifras de corrupción de Chile al lado de las de Argentina, este es un jardín de infantes. Nosotros somos más excéntricos. En Argentina, un tipo tira bolsos con millones de dólares en un convento. Eso más que un delito, parece una performance, un delirio total.