Las lecciones y los efectos que dejó el paso por Chile del bus contrario a la diversidad de género

Honestamente, no creo que este bus vaya a influenciar lo que opinan nuestros diputados para legislar. No he visto a ningún diputado ni senador chileno que se quiera acercar al bus de la libertad. Y eso es sintomático. Yo creo que ya no tuvo efecto político porque nadie se alineó con ellos. Yo creo que si el debate hubiese sido puesto de otra manera, seguramente habría tenido a muchos diputados que están en contra de la ley de identidad de género respaldándolo. Pero acá la idea es tan caricaturizadora, con argumentos tan poco serios, que nadie quiere alinearse con ellos ni aparecer cerca. Ni siquiera la Iglesia, que en otros lugares sí ha defendido el derecho al bus. Pero acá ni siquiera la Iglesia, ni siquiera las organizaciones evangélicas, que son más integristas, tampoco han salido avalar el bus.

No, yo creo que esto no alcanza, porque estas cosas son performances y a las autoridades no les impactan las performances. Sí les impacta una marcha, en que van 80 mil personas protestando, como la marcha contra las AFPs. Eso impacta a la autoridad política y a los congresistas. Pero no les pasa nada con estas performances. Las performances pretenden impactar en los medios de comunicación y nada más. Tienen un ciclo de vida corto y efectos de corto plazo. Impacto rápido y olvido rápido. Generan mucho ruido en muy poco tiempo, pero tienen una caída violenta. El efecto posterior es mínimo, marginal. Si quieren impactar a los congresistas y tratar de incidir en las leyes, esto tiene que ir acompañado de un plan estratégico de más largo aliento, con más contenido, propuestas, rostros, voceros, no sólo con un bus. En España esto generó mucho impacto y ahora nada, ya pasó la vieja.

Ése es el riesgo, este tipo de discurso puede incidir en que las personas que están desinformadas, que tienen poco nivel educacional, ideas muy estandarizadas de lo que es el sexo y el género, o que se rigen por parámetros religiosos, reedifiquen esta idea y digan: ‘sí, ellos tienen razón’. Esa campaña usa argumentos que no son racionales ni científicos, se basa en artículos que han sido refutados internacionalmente, en creencias religiosas y explicaciones bíblicas y apuntan a los sentimientos de esos sectores, que pueden ver identificados sus temores. Vimos que un niño por ir en una bicicleta con canasto fue atacado, porque según ellos era femenino. Yo creo que hay gente que va a empezar a apoyar este tipo de cosas y puede aumentar el bullying homo y transfóbico.

Me preocupa la profundidad del debate, lo que hemos visto estos días a través de los medios es un ejercicio bien pobre en términos de qué estamos discutiendo. Es más bien una manifestación rabiosa de argumentos que quedan muy poco claros. Me parece lamentable que un tema tan sensible para la sociedad chilena se discuta a punta de gas lacrimógeno, griterío y garabatos. Nadie desea que así debatamos en nuestro país. Me gustaría que fuera en mesas de trabajo, que nos escuchemos y que nos respetemos. Es triste lo que hemos visto. Pero es un bus provocador, que altera los ánimos, que violenta. En redes sociales la cosa también se volvió muy virulenta, con muchas personas a favor y en contra.

Lo que está detrás de ese discurso, que parece tan ingenuo, es realmente discriminador. Impone categorías de lo que es natural o no natural, qué cabe dentro de lo social y qué queda fuera, distingue entre las supuestas personas normales y las que están fuera de la norma. Y cuando se apela a la idea de que se tiene que dejar pasar (el bus) porque es libertad de expresión, se corre el riesgo de reedificar este tipo de distinción. Es como si se dejaran hacer marchas neonazis. Ese tipo de discurso anula y rechaza a otro en la convivencia social. Es en contra de otros, que además son los más vulnerables.

El bus tuvo impacto, pero no es un nuevo paradigma en la forma de protestar. Se suma a una tendencia que ya lleva instalada al menos 15 años en las sociedades occidentales, que es tener impacto visual e intervenir la ciudad. Es una buena idea pasearse con un bus con una leyenda, es llamativo y genera prensa. Pero no es que ellos hayan inventado la idea. También se han visto carpas en la Plaza de Armas. Yo creo que van a seguir apareciendo cuestiones relativamente originales para irrumpir en la vida cotidiana de las ciudades.