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Los errores de cálculo de la clase política ante la visita del Papa Francisco a Chile

Se decretó feriado en las regiones que pisó el Pontífice, el Congreso pospuso la discusión del proyecto de identidad de género e incluso el ex Presidente buscó, sin éxito, una reunión con el Pontífice. Pero la visita de Francisco no fue tan exitosa como se esperaba.

19 de Enero de 2018 | 15:03 | Por Consuelo Ferrer Durán, Emol
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José Manuel Vilches, Emol.
SANTIAGO.- "Después de esta visita ignominiosa y el cero apoyo de Michelle Bachelet a las víctimas, siento que somos un país cuyo gobierno está sometido a la Iglesia: nos vinieron a abusar y nos costó 10 mil millones".

Fue el primer tuit de James Hamilton, médico cirujano y una de las víctimas de Karadima, este jueves, horas antes de que el Papa Francisco afirmara que las acusaciones contra el obispo de Osorno, Juan Barros eran "calumnias" y que, para creerlas, necesitaba "pruebas".

Lo ocurrido con Barros fue la piedra en el zapato del paso del Pontífice por tierras chilenas, incluso después de que pidiera perdón por los casos de abuso sexual a menores en su primer discurso al país, desde La Moneda.

La propia Presidenta fue quien lo recibió en la casa de Gobierno, y también quien lo esperó en el aeropuerto de Pudahuel, además de despedirlo en Iquique. Por eso, las críticas de Hamilton se dirigieron a su rol durante la visita, en la que no hizo referencia los abusos.

"Con el Papa Francisco conversamos sobre los múltiples desafíos del nuevo Chile, que tenemos el deber de saber interpretar, acoger, pero, sobre todo, al que debemos dar las respuestas que necesita", tuiteó la Mandataria después de recibirlo en La Moneda.

La preparación política


Pero la llegada del Pontífice, que se confirmó en junio pasado, se preparó con meses de anticipación. Por un lado, el 22 de noviembre se confirmó que los días en que realizaría actividades en Iquique y Temuco serían feriados para las respectivas regiones. A principios de diciembre, se confirmó también el feriado para Santiago.

Por otra parte, el costo de la visita fue ampliamente cuestionado: $7 mil millones por parte del Estado y cerca de $4 mil de parte de la Iglesia Católica.

A esto se sumó la polémica días antes del aterrizaje de Francisco, cuando el presidente de la Cámara de Diputados, Fidel Espinoza, propuso posponer la discusión del proyecto de ley de identidad de género por considerarlo "de alta sensibilidad" para la Iglesia.

Finalmente, las actividades encabezadas por el Papa en Chile se vieron marcadas por una característica que nadie de quienes pidieron feriados o posponer discusiones previó: la asistencia fue considerablemente más baja de la esperada, en algunas ocasiones por debajo de la mitad del número proyectado.

"En este, como en tantos otros casos, la dirigencia política ha demostrado estar un poco fuera de foco"

Cristóbal Bellolio
"En este, como en tantos otros casos, la dirigencia política ha demostrado estar un poco fuera de foco. Probablemente el caso de Fidel Espinoza es el símbolo de esa desconexión, porque nadie lo había ni siquiera pedido", explica a Emol el académico de la Escuela de Gobierno de la U. Adolfo Ibáñez, Cristóbal Bellolio.

"Es como que mañana vinieran los Rolling Stones y el Congreso suspendiera la tramitación del proyecto que le da el 20% de las radios a la música chilena porque no se quiere ofender a los Rolling Stones. Fue un hecho muy simbólico", añade.

La apuesta del Gobierno


"El Papa supuestamente venía a reforzar la agenda del oficialismo y a complicar a la derecha", comenta Bellolio. "El gobierno de Bachelet quiso hacerle ciertos gestos, porque iba a ir a hablar de pueblos originarios al sur, de inmigración a Iquique y de desigualdad en el Parque O’Higgins, además estaba el tema del medioambiente, muy alineados con su discurso político".

"Finalmente, a pesar de que el Papa trató de articular un mensaje en cada una de estas áreas en los respectivos lugares donde tocaba que lo hiciera, el tema de Barros terminó siendo el más relevante y nadie sintió realmente que el Papa viniera a tirarle las orejas a la derecha", agrega.

La recepción de Bachelet, agnóstica y militante del Partido Socialista, podría llamar la atención considerando que el gobierno es de centroizquierda, un sector que suele abogar por la separación entre el Estado y la Iglesia.

Kenneth Bunker, director del Programa Electoral de la U. Central, tiene una explicación para eso. "El progresismo tiende a tratar de romper más con lo conservador y por defecto lo conservador es la religión católica, pero en Chile tanto la izquierda tradicional como la derecha tradicional son conservadoras", afirma a Emol.

"En el PS en Chile hay mucha gente que es católica o simpatizante, todos muy respetuosos de la institución. En La Moneda todavía se celebra la Navidad con un pesebre", añade.

Desde la Fundación Chile 21, su directora ejecutiva, Gloria de la Fuente, considera que las críticas al rol de Bachelet durante la visita son "injustas en la medida en que se trata de una visita de Estado".

"Tampoco se trata de cualquier jefe de Estado: además representa un credo específico y tiene importancia en todo el mundo. Es, probablemente, uno de los más importantes. Se le recibió a la altura, la Presidenta hizo lo que correspondía hacer y, es más, yo no la vi tratando de sacar ventaja de la visita del Papa", dice a Emol.

¿Un desaire providencial?


"Me gustaría recibir los consejos del Papa, porque la responsabilidad de gobernar Chile es muy grande", fueron las palabras del Presidente electo, Sebastián Piñera, al salir de La Moneda tras la visita del Papa, donde le dedicó un saludo y le regaló una medalla papal, que mostró a la prensa.

Una reunión bilateral entre ambas figuras fue una de las grandes ausencias de la visita del Pontífice, y no por falta de voluntad de Piñera. Para Bunker, uno de los factores que lo explican es que el Papa, al ser jesuita e "identificarse con ideas más de centroizquierda", "no tenía predisposición a juntarse con Piñera".

"Se trata de Piñera, que no concibe no estar en el centro de la mesa. Lo de la medalla se pareció al desplante del papel de los mineros, como queriendo decir ‘El Papa también me quiere’", dice Bellolio, quien considera que la actitud del Presidente electo fue "un poco lastimosa".

"Pero no sé si le daña o no. Si se hubiera juntado con él, aunque fueran dos minutos, el meme hubiera sido la cara de lata de Francisco, cualquier gesto habría sido calificado como una especie de ‘bielsazo’, entonces era mejor guardar prudencia", comenta.

Además, considera que, para su sector, la visita del Pontífice no era particularmente positiva. "Las cosas que vino a decir no van muy alineadas con las que, por lo menos en Chile, promueve la derecha, ni las causas por las que más ha luchado: aborto, identidad de género, matrimonio homosexual, a las cuales Francisco no se refirió", menciona.

Bunker cree que, además, puede incluso tener un efecto positivo. "La gran noticia de esta visita fue lo negativo: lo de las víctimas de Karadima, lo de Barros, el poco fervor de los chilenos, la sorpresa de una sociedad más secular. Que no te haya ‘pescado’ el Papa, en ese sentido, conviene, porque conviene ser de las personas que se identifica con las mayorías", comenta.

"Yo creo que Piñera, por providencia, logra zafar un poco de este peso. Si hubiera sido más cercano al Papa tendría que haber jugado un rol con las víctimas de Karadima y el obispo Barros, pero no lo hace. Zafa con lo justo", complementa.

"Piñera midió mal el momento, por eso se trató de sacar la selfie con el Papa. Todos estaban tratando de hacer eso", concluye. Según los expertos, no fue el único de los políticos en hacerlo.
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