SANTIAGO.- Pasó casi dos meses sumergido, pero las bajas temperaturas a las que estuvo sometido el cuerpo permitieron que conservara sus huellas digitales. Y al contrastarlas con el registro del documento de identidad de
Concepción Arregui Moreno (59), se confirmó que se trataba de la chilena desaparecida en Argentina desde el 5 de febrero.
El cadáver estaba a 17 metros de profundidad, anclado al lecho, y a 60 metros de la ribera del embalse Potrerillos, ubicado a 30 kilómetros al suroeste de Mendoza, en la frontera con Chile.
Luego de confirmar el éxito de la búsqueda,
el fiscal Gustavo Pirrello -quien investiga el crimen- detalló que el asesinato y posterior ocultamiento del cadáver obedeció a una cuidada planificación. Relató que el día del crimen,
Roberto Audano (70) retiró a Arregui del oculista y la llevó a un camping de la localidad de Luján con la excusa de visitar unos terrenos que podría comprar. "Allí le disparó en la sien y en la nuca", prosiguió. Luego colocó el cuerpo en una bolsa de dormir, lo envolvió en una carpa "y lo ató por la cintura con cadenas que estaban conectadas a un balde con peso", precisó.
Dijo que para deshacerse del cadáver, el hombre condujo de noche su vehículo hasta el lago y allí se sumergió en él, arrastrando el cadáver con una soga conectada a dos cámaras de neumático y bidones que le sirvieron para mantenerlo a flote.
Ayudado por un chaleco salvavidas, nadó unos 50 metros y cortó la soga. El balde con lastre que ató al cuerpo lo hundió. Luego nadó de regreso al mismo punto de la orilla, que había señalizado, dejando allí una linterna encendida, relató el fiscal.
Revisa los detalles del hecho en la edición de este martes de
"El Mercurio".