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Diez testimonios de "Juntas somos poderosas", el libro que revive el paso de la cuarta ola feminista

Son escritoras, estudiantes, artistas, dirigentas sociales y activistas las que cuentan sus experiencias en torno a la desigualdad de género en un texto que fue escrito por estudiantes de Periodismo de la U. del Desarrollo.

12 de Julio de 2019 | 10:32 | Redactado por Consuelo Ferrer, Emol
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JM Vilches, Emol
SANTIAGO.- "Durante la toma llorábamos siempre y no era algo malo. De repente era porque teníamos pena y contábamos nuestras cosas, o a veces porque nos frustraba que la movilización no estuviera dando frutos. Una no está acostumbrada, porque llorar se asocia a algo negativo, pero en este caso no lo era. Estábamos mostrando lo que sentíamos, porque era un espacio en el que se daba la confianza para eso, y nadie nos iba a juzgar".

Así es como la estudiante de Ingeniería Comercial de la U. de Chile, Francisca Ochoa, recuerda los días en los que, en medio del mayo feminista de 2018, ella y sus compañeras se tomaron dependencias de la universidad pidiendo cosas como el fin al acoso. Como secretaria de comunicaciones de la FECH, la joven de 23 años rememora que le tocó "asumir de golpe una movilización enorme".

Lo que cuenta es solo una de las caras del fenómeno que las ciencias sociales empiezan a estudiar y que quedó grabado en la historia reciente del país: la cuarta ola del movimiento feminista, que se calcula que llevó a cerca de 800 mil personas a las calles de todo Chile el pasado 8 de marzo.

Ese es el contexto que da origen a #JuntasSomosPoderosas (Uqbar Editores, 2019), un libro que nació en la Escuela de Periodismo de la U. del Desarrollo y que recoge las miradas de más de cuarenta chilenas de diferentes edades, generaciones, sensibilidades políticas y roles acerca del movimiento feminista en Chile.

El volumen es el resultado del trabajo académico de un grupo de once estudiantes de Periodismo que, guiados por la académica Daniela Mohor, realizaron durante un año entrevistas en profundidad a representantes estudiantiles, universitarias, mujeres profesionales y dirigentas de organizaciones con el fin de "aportar a la reflexión" en torno al fenómeno.

En él se repasan las brechas de género que se constatan desde la infancia, se plantea la importancia de cambiar los parámetros educacionales, de la organización colectiva, se revisa la necesidad de abolir los estereotipos del cuerpo y se analiza aquello que se conoció como #YoTeCreo.

En sus páginas se pueden leer palabras de feministas históricas como Kena Lorenzini y Claudia Dides, de escritoras como Claudia Apablaza y Arelis Uribe, ilustradoras como Sol Díaz y Natichuleta, y dirigentas estudiantiles como Emilia Schneider (FECH) y Amanda Luna (ACES). También cuenta con el prólogo de la historiadora María José Cumplido, autora de "Chilenas" (Sudamericana, 2017) y "Chilenas Rebeldes" (Montena, 2018).

También recoge opiniones de figuras más polémicas, como la abogada Paula Vial, que se reconoce a sí misma como feminista pese a llevar la defensa del caso de Nicolás López, director de cine formalizado por abuso y violación.

Revisa a continuación diez testimonios contenidos en el libro:
Te tienes que estar probando constantemente. Hay mucho prejuicio machista: el hombre está ahí porque lo merece y uno está ahí porque es hija de..., o es amiga de..., o se metió con..., etc. Se supone que detrás de los ascensos de las mujeres existe un hombre que las está impulsando (...) Validarse todo el rato es desgastante, porque se parte del prejuicio de que tú no estás capacitada.
Ximena Chong, Fiscal jefe de la Fiscalía de Delitos de Alta Complejidad de la RM Centro Norte
Antes no me gustaba la ley de cuotas porque yo nunca había sufrido discriminación y decía que las mujeres podemos jugar por nosotras mismas. Hasta que me tocó. Al comentar que quería ser parlamentaria, me miraban con cara de: ¿Por qué? Me decían: 'No, porque eres mamá', 'No, porque no tienes con quién dejar a tus hijos' (...) Al obtener el cargo, me di cuenta de que jamás lo hubiera logrado sin la ley. Nunca me hubieran dado el cupo si no hubiera sido por obligación de cuotas. Así nos pasó a muchas mujeres.
Karin Luck, diputada RN
Una vez postulé a un cargo y estaba embarazada. ¿Qué pasó? No me dieron el trabajo. Yo conocía el currículum de las otras personas y el mío era mejor. Tras las denuncias, lamentablemente, siempre hay represalias. Después de que yo reclamara por no haber obtenido este empleo, llegaron a llamar a los organizadores de una actividad para que yo no fuera. También tengo colegas a las que les preguntan por qué están en ciertas actividades y no cuidando a sus hijos. Eso al revés no ocurre.
Adriana Bastías, fundadora Red de Investigadoras
Ojalá este fuera un rol digno. Nos gustaría que lo vieran como un trabajo, y no como un mero apoyo a la familia (...) Directamente no es un aporte al país, pero indirectamente sí, porque si no existiéramos nosotras, muchas otras mujeres no podrían desarrollarse como profesionales.
Ruth Olate, presidenta del Sindicato de Trabajadoras de Casa Particular
Cuando tú puedes verla en pantalla, tu historia adquiere mayor valía, adquiere mayor posibilidad de ser comprendida por otros (...) Nos ayuda a acercarnos a eso y es muy valioso tanto para quien comparte esa experiencia, que dice: 'Ahí está mi experiencia, conózcanla', como para quien no la conoce y dice: 'Ahora te entiendo mejor, porque estuve un par de horas en tu piel'. Es importante que el cine sea un lugar que adhiera de forma fundamental a los valores del feminismo. El cine es clave, porque genera, normaliza y potencia ciertas maneras de ver el mundo.
Antonella Estévez, fundadora del Festival de Cine de Mujeres (Femcine)
No tenemos piso y lo necesitamos. Si hay más referentes de mujeres en la historia y las conocemos, sucederá algo. Me imagino un camino con las huellas de las mujeres de antes, porque esas huellas se han borrado, nadie las registró, nadie las consignó. O si las escribió alguien, nadie las leyó. Cada generación cree que está inaugurando la rebeldía y el feminismo, porque no tenemos huellas.
Sandra Palestro, socióloga y coautora de "Nunca más mujeres sin historia
Cuando creamos ComunidadMujer, en 2002, (...) tenía un costo social el declararse feminista. Quedabas al margen. Fue en ese contexto que con un grupo de mujeres vimos la necesidad de generar un espacio de reflexión, influencia, discusión informada y debate para relevar la presencia de la mujer en el espacio público (...) En esa época, fue una apuesta de vanguardia, nada fácil, porque hace diecisiete años eso era bien contracultura.
Esperanza Cueto, presidenta de ComunidadMujer
Nunca pensé que me iba a tocar ver el movimiento feminista de las jóvenes. La generación de feministas adultas mayores estamos felices. Hace diez años la pregunta que nos hacíamos era: ¿Cuándo viene la generación de recambio? ¿Dónde están las jóvenes exigiendo nuevas demandas? Es maravilloso ser testigo de este cambio, tener la posibilidad de acompañarlas y conversar. Hay una masividad y fuerza que no teníamos en las calles desde el año '85.
Teresa Valdés, coordinadora del Observatorio de Género y Equidad
Terminé el semestre casi arrastrándome, porque venir a la facultad era un trauma para mí. Sigue siéndolo. Es un espacio complejo (...) Al final, este espacio que yo sentía como mi espacio se convierte en algo tóxico, un lugar donde todas las miradas se posan sobre ti por haber denunciado (...) Muchas compañeras me han dicho: 'A mí me gustaría denunciar, pero no quiero que me pase lo que te pasó a ti', y eso tiene que cambiar.
Sofía Brito, estudiante de Derecho y denunciante de Carlos Carmona
Decidí ir a una comisaría. Fui sola y lo denuncié (...) En la fiscalía lo dejaron libre de inmediato, sin investigar más, así que decidí publicar mi vivencia en Facebook (...) El primer comentario que llegó fue de una mujer que me decía que sentía mi dolor. Leer eso y su apoyo me hizo llorar mucho (...) Mi agresor siempre me había dicho que si contaba, yo iba a quedar como la loca frente a los demás, pero una vez que denuncié en Facebook, sentí el apoyo de la gente con la marcha y el hashtag que apareció en las redes sociales: #ValeYoTeCreo".
Valentina Henríquez, estudiante de Música y denunciante de Camilo "Tea Time" Castaldi
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