Fachada de la Nunciatura Apostólica en Santiago.
Emol
"Misión Bagdad". Ese fue el nombre del encargo que recibió a mediados de 2015 el sacerdote madrileño Alberto Ortega, cuando el Papa Francisco lo nombró nuncio apostólico en Jordania e Irak. A cuatro años de ese momento y con trayectoria en zonas de conflicto, el español aterrizará en Chile para tomar el puesto que dejó vacante Ivo Scapolo, que estuvo ocho años en la sede diplomática ubicada en Providencia.
En ese momento, la prensa especializada aseguraba que el sacerdote se había "preparado a fondo" para llegar al Oriente Medio. "En pocos días se mudará a la nunciatura apostólica en Amman, ciudad más segura que la otra, Bagdad, que reclamará su presencia y sus desvelos", contaba en octubre el medio católico español Alfa y Omega.
Entonces existía expectativa con respecto al trabajo que tendría que realizar. "Los cristianos de Irak son la otra cara de la moneda", decía el periódico. El sacerdote ya estaba familiarizado con esa realidad pues llevaba años trabajando en la Comisión Bilateral Permanente de Trabajo entre el Vaticano y el Estado de Israel, desde la Secretaría de Estado de la Santa Sede, algo así como el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Debido a la magnitud del desafío, se dijo que Francisco había escogido a una persona "de su confianza" para representarle en una región donde la comunidad católica se reducía debido al avance del Estado Islámico. "Solo de Mosul y la región de Nínive se han ido 120 mil cristianos", contó Ortega a ABC ese mismo año. "La situación es tan dramática que por primera vez en veinte siglos ya no se celebra misa", añadió.
Ortega era descrito como una persona en "especial sintonía con las víctimas del terrorismo, la violencia y la guerra". Así se puede desprender de su currículum, que evidencia su paso por las nunciaturas de Nicaragua, Sudáfrica y el Líbano. Lejos de los enfrentamientos armados y la inestabilidad política, Ortega llegará a Chile con la misión de solucionar otro tipo de conflictos.
Encontrar obispos para Chile
Fue ordenado sacerdote en abril de 1990, cuando tenía 27 años e inició su ministerio pastoral en Madrid, ciudad de donde además es oriundo. Desde ese momento comenzó a participar en Comunión y Liberación, un movimiento dentro de la Iglesia Católica que surgió en Italia de un grupo de jóvenes estudiantes.
Estudio filosofía, teología y es doctor en Derecho Canónico. Tres años después de recibir su ministerio, se trasladó a Roma para empezar una carrera diplomática en la Academia Pontificia Eclesiástica, y en 1997 ingresó al Servicio Diplomático de la Santa Sede como consejero de la nunciatura apostólica de Nicaragua. Al poco tiempo se convirtió en secretario de las nunciaturas de Sudáfrica y el Líbano.
A diez años de comenzar su carrera diplomática, se convirtió en el director de la Secretaría para las delegaciones del Norte de África y la península Arábiga. Desde entonces comenzó a coordinar la Sección de Relaciones con los Estados, y comenzaron sus primeros acercamientos con el conflicto israelí-palestino.
Aunque el contexto será distinto, en Chile el futuro nuncio no tendrá que enfrentar un panorama fácil. La complejidad del escenario, en cambio, estará dada fundamentalmente por el duro momento que atraviesa la Iglesia Católica en Chile y el polémico paso que tuvo su antecesor, que fue removido en medio de cuestionamientos.
La posta que tomará de Ivo Scapolo trae consigo dudas que podría estar en manos de Ortega despejar: hay expectativa con respecto a si existió algún tipo de encubrimiento de abuso sexual por parte del antiguo nuncio, o si obstaculizó la posible solución de conflictos de la talla del que generó el ex obispo de Juan Barros en Osorno.
Por norma, el nuncio apostólico tiene además un rol fundamental en la designación de obispos. Luego de que la Conferencia Episcopal le presentara su renuncia al Papa Francisco, son cerca de diez las sedes que hoy se encuentran en manos de un administrador apostólico o vacantes. Encontrar personas que lleguen a hacerse cargo de ellas de manera permanente será uno de sus principales desafíos.