Canciller Teodoro Ribera.
El Mercurio
El ministro de Relaciones Exteriores, Teodoro Ribera, analizó el panorama social y político que se ha ido tejiendo tras el estallido social del pasado 18 de octubre.
A su juicio, existió primero una "crisis violenta" y luego una "crisis social" que, reconoce, se le escapó de las manos a Carabineros y ha perjudicado la marca "Chile". Pese a ello, asegura que las instituciones han soportado, pues "el sistema ha demostrado ser fuerte y estable", según conversó con el diario El País.
En primer lugar, el canciller explica que para entender el fenómeno "hay que tener claro que lo que sucede es solo violencia de grupos anárquicos, y que el malestar social se deriva de la imposibilidad de usar el Metro. Es con posterioridad cuando surgen las demandas sociales. Son dos temas distintos".
En su análisis, reconoce que hubo responsabilidades en la poca capacidad de prever lo que se aproximaba. "El Estado no fue capaz de prevenir el comportamiento de grupos anárquicos y violentos y luego los grupos políticos no fueron capaces de prever un malestar social que no se puede atribuir a este Gobierno, que lleva 18 meses, sino que se viene arrastrando desde hace mucho tiempo".
Entonces, la reflexión política que a su parecer debe primar en este periodo es que "el crecimiento económico por sí solo no garantiza la estabilidad, sino que se requieren otros elementos como una relación de mayor dignidad entre los ciudadanos, de mayor respeto por parte de las empresas hacia los consumidores y mayor colaboración de los ciudadanos entre sí".
"Pasajeros en clase turista y los de clase business"
Ribera plantea que lo que va a solucionar los problemas de descontento social no es una transformación del sistema. A su parecer, la clase media necesita que "haya una malla que les proteja en circunstancias difíciles". Por lo mismo, descarta que una nueva Carta Magna sea la salida para estos temas.
"Lo que va a solucionar los problemas de los que hablamos son las reformas del aparataje social, no la reforma de la Constitución".
Ante la duda sobre cómo se implementarán las reformas que el Gobierno está intentado sacar adelante en medio de una economía resentida producto de la crisis, el Canciller asegura que los mayores recursos para la agenda social ponen el déficit fiscal en un 3% del PIB en 2020 para reducirse al 2% en 2022. Este déficit fiscal se va a pagar en parte con reasignación de recursos y con los ahorros acumulados del Estado en el fondo soberano de Chile, lo que permitirá atenuar el impacto social de las protestas.
Para explicar lo anterior, utilizó una metáfora donde comparó a Chile con un avión, donde "hay una discusión entre los pasajeros que vuelan en clase turista y los que viajan en business, la discusión es cómo nos repartimos los bienes entre las dos clases, lo que está haciendo el Gobierno es dictar medidas para que el que no tenga dinero no tenga que bajarse del avión y atenuar las diferencias en los servicios que el avión da a sus pasajeros, todo esto va a contribuir a que se estabilice el avión. Si lo hacemos bien, tendremos un largo y feliz vuelo.
Estallido "propio de la posmodernidad"
En un balance final, Ribera definió el estallido del 18-O como "propio de la posmodernidad", puesto que las convocatorias se realizan a través de redes sociales, sin líderes preestablecidos. "No hay demandas concretas y son los sectores de clase media los que protestan. No hay con quien negociar".
Sobre una eventual renuncia del Presidente Sebastián Piñera -quien esta semana aceptó la salida del ahora ex subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla para poner en su reemplazo a Juan Francisco Galli- la respuesta del Canciller es tajante: "eso es inconcebible en la historia de Chile. Ejercerá su liderazgo hasta el final de su mandato y será un factor de modernización de la sociedad".