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El acercamiento a Alemania Oriental

Una vez en el gobierno, y a pesar de la oposición de Alemania Federal, el Presidente Allende reconoció oficialmente a Alemania Oriental y estableció relaciones diplomáticas.

21 de Mayo de 2023 | 07:23 | Por Equipo de "Chile 1973-2023"
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El Mercurio
A diferencia del Partido Comunista chileno, el Partido Socialista —y en particular Salvador Allende— se había mostrado crítico a la invasión soviética a Hungría y Checoslovaquia.

Tratándose del controvertido Muro de Berlín construido por Alemania Oriental, sin embargo, Allende lo apoyaba. Así, al regreso de su primera estadía en Berlín como senador, lo defendía en los siguientes términos: "Esta república debe hacer frente a 50 millones de hombres, apoyados por el imperialismo norteamericano; sufre el sabotaje económico y financiero, y padece una amenaza constante, que la ha llevado a levantar un muro cuya significación se ha exagerado y que, en realidad, representa la única defensa frente a una agresión económica que le ha costado más de 120 mil millones de marcos a lo largo de cuatro o seis años" (Sesión 74 del Senado, 14 de septiembre de 1966).

Una vez en el gobierno, y a pesar de la oposición de Alemania Federal, el Presidente Allende reconoció oficialmente a Alemania Oriental y estableció relaciones diplomáticas. Según señala Joaquín Fermandois en su libro "La revolución inconclusa", "dentro de sus fuerzas, el régimen de Berlín del Este otorgó una ayuda considerable a Chile. Sin embargo, al igual que en el caso soviético, esta se expresaba en el apoyo a los partidos, en el envío de decenas de técnicos". Y recuerda que en 1973 "una parte de la población de Alemania Oriental trabajó la mañana de un día sábado gratis para enviar ayuda alimentaria a Chile, hasta completar el cargamento de un barco considerable"; de algún modo, termina, "el Chile de Allende fue apadrinado por la República Democrática Alemana".

Luego del golpe de Estado de 1973, organizaron directamente la operación para sacar de Chile a Carlos Altamirano, que fue recibido personalmente por Erich Honecker en Berlín.

El mismo Altamirano relataría después este dramático episodio: "Recuerdo que a los pocos días de mi llegada Honecker me invitó a ver una película sobre Chile. No era una cinta del golpe, sino de la Unidad Popular (...) No pude soportar esa película. El contraste entre lo que estaba viendo y lo que estábamos viviendo era demasiado grande (...) era demasiado grande la injusticia que estábamos soportando. (...). Lloré como un niño y Honecker me abrazó, tratando de consolarme: ‘No se preocupe, ya va a pasar’" ("Altamirano", Patricia Politzer). Ese país recibió a muchos chilenos en el exilio, entre ellos, a la expresidenta Michelle Bachelet y su madre Ángela Jeria.

Bachelet es parte de los dos mil chilenos que se exiliaron en la RDA en los 70 y 80. La exmandataria y su madre, que estuvieron allí entre 1975 y 1977, nunca han ocultado su gratitud hacia quienes las recibieron. En su primera visita oficial a Alemania, ya unificada, en 2006, la entonces jefa de Estado de Chile sostuvo: "Es mi primera visita a Alemania como Presidenta. Por supuesto que es una visita que además de los componentes protocolares y oficiales tiene un sentido particular, tanto para mi familia como para tantos chilenos que vivieron acá en distintos momentos de su historia, pero particularmente en momentos muy duros, cuando necesitaron de países que los acogieran".

El excanciller y escritor Roberto Ampuero, que también estuvo exiliado en la RDA, ha sido uno de los principales críticos de lo que califica como un silencio de la expresidenta frente a los abusos de la Alemania Oriental.

Así, en una entrevista publicada en 2018, afirmó: "La presidenta Bachelet también guarda un silencio inaceptable frente a lo que fue la RDA. Ella es la mandataria de un país democrático, que sufrió los rigores de una dictadura, pero aún no se atreve a decir nada sobre la condición de los derechos humanos en un país donde vivió y se formó’".

El recibimiento a Honecker


En tanto, Chile recibió al exjerarca de Alemania Oriental, Erich Honecker. La historia comenzó a fines de 1991, cuando el gobierno ruso advertía al expresidente de la desaparecida RDA que tenía 48 horas para abandonar la república, de lo contrario, sería extraditado a Alemania Federal, donde lo esperaba un proceso judicial por abusos a los derechos humanos cometidos bajo su mandato. Ese día, Honecker llegó hasta la embajada chilena en Moscú, donde se refugió junto con Margot, su esposa.

Si bien terminó abandonando la embajada y siendo extraditado a Alemania —donde cumplió condena en la cárcel de Berlín-Moabit—, debido a su grave estado de salud fue liberado por razones humanitarias. Acto seguido, Honecker se vino a vivir a Chile (ver nota en página 12).

Al Aeropuerto Arturo Merino Benítez llegó acompañado de Klaus Keste, presidente del Comité de Solidaridad con Honecker (entidad que financió el traslado). Allí fue recibido por su esposa Margot y su hija Sonia; dirigentes comunistas como Gladys Marín (en la fotografía) y Volodia Teitelboim, y del Partido Socialista, como Germán Correa, Isabel Allende, Luis Maira y el exembajador en Moscú, Clodomiro Almeyda.

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