Recitales, conferencias y algunos paseos turísticos por Washington formaban parte de las actividades planificadas para agasajar a Nicanor Parra y otros siete poetas invitados al “Festival Internacional de Poesía” que organizaba la Biblioteca del Congreso estadounidense. El programa también incluía una visita a la Casa Blanca, el 15 de abril de 1970, a las 14:30 horas.
Lo que ignoraban los poetas era que allí tendrían un encuentro imprevisto. Patricia, la esposa del presidente de EE.UU., Richard Nixon, los recibiría para hablar de poesía, un tema que a ella le apasionaba.
Parra tampoco imaginó que esa reunión casual, durante la cual el grupo compartió con ella una taza de té y recibió las obras completas de Elizabeth Bishop, motivaría su inhabilitación como jurado del concurso literario internacional "Casa de las Américas", que impulsaba por esos días el régimen cubano de Fidel Castro.
La Habana consideró "incompatible esa función con su presencia en la Casa Blanca". Más aún, "en momentos en que el imperialismo acrecienta su criminal agresión contra intelectuales, estudiantes y obreros que se oponen a la monstruosa intervención armada en Indochina".
De vuelta en Chile, Parra diría a revista Ercilla que todo el grupo de poetas interpretó la invitación a la residencia de los mandatarios estadounidenses como "una simple gira por el museo Casa Blanca". Incluso asistieron casi todos en tenidas sport. De ahí que quedaron perplejos cuando les avisaron que serían recibidos por Pat Nixon: "No fue una fiesta, ni una recepción, como se le ha pintado. Sino una entrevista (...). Además, hay que considerar que la situación interna en ese momento era relativamente pasable: estábamos en los días de la vietnamización de la guerra indochina, anterior a la invasión de Camboya y a la masacre de estudiantes en Kent University. Eran momentos en que los propios norvietnamitas estaban sentados a la mesa con los representantes del gobierno, discutiendo las condiciones de paz. Pensé que la entrevista no podía de ninguna manera ser interpretada como debilidad mía y mucho menos, como adhesión a la política del Pentágono".
Lo mismo informaría Parra a "El Mercurio", el 29 de junio de 1970. Mientras Estados Unidos invadía Camboya, él leía públicamente sus versos a los estudiantes en rebelión, contando incluso con el auspicio del gobernador de Nueva York, un acérrimo detractor de la acción norteamericana en Asia.
De ahí que la noticia de la "excomunión" cubana la recibió como un golpe: "Pasé de la ira a poco menos que las lágrimas".
Pero el té con la Primera Dama tendría más repercusiones. No solo fue criticado por los cubanos, sino también por la Sociedad de Escritores de Chile (SECh), agrupación sobre la cual Parra manifestó que "no tiene atribuciones para dar o negar escapularios de izquierdismo o derechismo".
El poeta reiteraba que su viaje a Estados Unidos había sido por motivos estrictamente culturales, enfatizando que "no tengo interés en mezclarme en discusiones interminables con marxistas tradicionales, porque a este pensamiento político ya no se le puede sacar más chispas". En su opinión, dicha ideología estaba estancada, y por ello,
se sentía más cerca de los hippies norteamericanos que de los marxistas clásicos.
Y con el propósito de poner fin a la discusión, le escribió una carta al presidente de la SECh, que decía: "Después de las vueltas que le hemos dado ya a la bienaventurada taza de té de la señora Nixon en los jardines del Pedagógico, en la televisión, en las entrevistas de prensa, etc., etc. ¿No te parece, Excelencia, que convendría cambiar el disco? Sinceramente, yo creo que la cosa no da para más o como satélites artificiales vamos a seguir girando siempre en la misma órbita".
El mal rato serviría de inspiración para que el poeta escribiera: MI ESTÓMAGO puede que esté en EE.UU., pero mi corazón está en Vietnam. SI FUERA JUSTO FIDEL, debería creer en mí tal como yo creo en él: la Historia me absolverá.