La repentina muerte del ex Presidente Sebastián Piñera ha abierto múltiples reflexiones respecto a su particular estilo dentro de la centroderecha, alabanzas por su compromiso democrático, e incansables búsquedas prematuras sobre el legado que deja en materia política, tras gobernar en dos oportunidades el país.
En medio de esos balances, Alfredo Sepúlveda, escritor y académico de la UDP, comenta a Emol que "Piñera fue el extraño de pelo largo de la centroderecha, no sólo por su personalidad, sino que también por su actitud liberal".
Esto, porque Piñera encarnaba una suerte de popurrí político: fue un Presidente de derecha, proveniente de una familia DC, opositor a la dictadura militar, y que muchas veces incomodó a Chile Vamos, como con el cierre del Penal Cordillera, o con el inesperado anuncio de su última cuenta pública, de poner urgencia al proyecto de ley de matrimonio igualitario.
Sepúlveda, quien prefiere dejar que la historia hable sobre el legado de Piñera, de todas formas se aventura a señalar que éste logró la "normalización democrática de su propio sector". Además, lo define como un hombre "más de acción que de reflexión política", lo que lo llevó a transformarse en una figura clave, pero sin que alcanzara a configurarse, a partir de ello, una derecha intelectual.
Esto último, es, a juicio del escritor, el desafío con el que se enfrenta de aquí en adelante Chile Vamos, y que incluso ya venía arrastrando con el ex Mandatario en vida, al mismo que muchas veces, "le hicieron la vida imposible", como con las presiones por sacar los militares a la calle para el 18-O, o los votos díscolos de los retiros de fondos de pensiones.
— ¿Cuál es el legado político del ex Presidente Sebastián Piñera?
Yo creo que los legados políticos no lo establecen las personas que mueren, sino que son narraciones que sus partidarios, o la historia construye después de la muerte. Si me apuran, yo creo que la gran gracia de Piñera fue el haber sido parte de una normalización democrática de una derecha que estuvo profundamente ligada, no sólo a la dictadura militar, sino que también al partido militar que existió en los años '90. Y Piñera logra romper con eso en aquel sector. Él es el gran ejecutor de eso y del regreso a las formas democráticas tradicionales que se habían perdido 1973. Si hablamos de legado entonces, diría que es la normalización democrática de su propio sector.
— ¿Él tenía claro ese rol político que iba a jugar al llegar por primera vez a La Moneda?
Piñera es una figura súper compleja, y los historiadores del futuro van a tener que mirar con mucha detención para ver cuáles eran sus motivaciones o interiores, y tal vez las vamos a ignorar para siempre. Yo miro más bien los resultados de sus acciones, porque sus motivaciones van a estar siempre medias difusas. De lo que conocimos en la esfera pública, a mí me parece que no era un hombre de mucha reflexión política, era una persona mucho más de acción, y más bien fueron las circunstancias de los momentos las que lo llevaron a tomar estas posiciones. De todas formas, él venía de un tronco demócratacristiano, el ex Presidente Frei Montalva fue a su matrimonio, fue un opositor temprano y entendió perfectamente bien lo que sucedió con los derechos humanos en la dictadura militar.
— Dentro de los lamentos que más se han escuchado desde la centroderecha, es este "vacío político" que deja el ex Presidente Piñera en el sector. ¿Coincide con esta percepción?
Sí, y creo que fue uno de los puntos bajos que tuvo él, porque no logra configurar una derecha pensante, una derecha intelectual, y eso le terminó pasando la cuenta a la derecha, lo que a su vez hizo que Piñera, con su capacidad de acción, se transformara en un líder indiscutido del sector, de alguna manera personalista, pero no en el mal sentido, sino que se ganó este espacio, a pulso.
"Piñera enfrenta al menos tres crisis hecatómbicas; el terremoto, el estallido y la pandemia. La Concertación tuvo eventos de magnitud, pero no de este tipo, donde se pusiera en peligro la existencia biológica de la ciudadanía, o la existencia misma de la democracia".
— ¿Cuál es el desafío para la centroderecha desde ahora?
Piñera no logró constituir un proyecto intelectual en su sector, y ese el es gran desafío que tiene la derecha hoy, incluso con el ex Presidente vivo ya tenían ese desafío. Tienen que constituirse en un proyecto intelectual, en ideas, en retórica, y que le haga sentido al país. Creo que Piñera veía esto con buenos ojos, pero no fue su fuerte, sino que su capacidad de hacer ciertas acciones políticas que le permitieron gobernar dos veces. De todos modos, de alguna forma pierden, pero para la posteridad, ganan la posibilidad de decir que fueron elegidos dos veces, respetando a cabalidad las formas y fondos democráticos del Chile post dictadura.
— Hubo grandes hitos que marcaron los dos gobiernos del ex Presidente, como el terremoto a poco de que asumiera en 2010, y con el estallido social y la pandemia en su segundo mandato. ¿Qué diferencias hay entre ambas versiones como gobernante?
Le tocaron gobiernos bien raros. Uno podría comparar con la Concertación, que si bien tiene un piso estable, no estuvo exenta de problemas. Pero Piñera enfrenta al menos tres crisis hecatómbicas; el terremoto, el estallido y la pandemia. La Concertación tuvo eventos de magnitud, pero no de este tipo, donde se pusiera en peligro la existencia biológica de la ciudadanía, o la existencia misma de la democracia. Desde ahí es interesante ver las promesas de campaña de Piñera; en el primer gobierno, se iba a centrar en la gestión, y tuvo bastantes problemas con su sector, pero hubo puntos altos, como la gestión de la reconstrucción y la reivindicación de los derechos humanos, con esta idea de "los cómplices pasivos". En su segundo Gobierno viene con todo el impulso, donde además se da un pimponeo Bachelet-Piñera entre la idea de igualdad que impulsaba la izquierda, y el crecimiento económico como la gran bandera de la derecha.
— Por estos días se ha hablado mucho del "trato injusto" que enfrentó Piñera. De hecho, ayer Evelyn Matthei habló de que hoy se le trata como demócrata, pero "otra cosa es cómo lo hicieron sufrir a él y a todos sus ministros", apuntando a la entonces oposición.
Yo creo que todos los ex presidentes tienen trato injusto, eso es parte de lo que hacen las oposiciones. Pero creo que la oposición del estallido y de la pandemia fue desleal, que es peor que ser injusto. Fue desleal en el sentido de que justificó la idea de la violencia como método de acción política, o hizo caso omiso de la violencia que ocurría. Eso, en una definición de la ciencia política, es oposición desleal, tanto desde sus acciones, pero sobre todo, desde las omisiones de la izquierda que hoy conocemos como Socialismo Democrático que hoy está en el Gobierno.
"Yo creo que todos los ex presidentes tienen trato injusto, eso es parte de lo que hacen las oposiciones. Pero creo que la oposición del estallido y de la pandemia fue desleal, que es peor que ser injusto. Fue desleal en el sentido de que justificó la idea de la violencia como método de acción política, o hizo caso omiso de la violencia que ocurría".
— También enfrentó acusaciones por violaciones a los Derechos Humanos y eso llegó a la justicia.
Yo dije desde el día uno que pudo haber violaciones a los derechos humanos cometidas por parte del Estado de Chile, sin duda. Pero atribuirle una responsabilidad penal, e incluso política al Presidente, me parecía difícil. Y todo eso se fue a la justicia, lo que te habla que no vivíamos en una dictadura, sino que se mantuvo el Estado de Derecho. Había que luchar con un slogan en redes sociales que se trasladó a la calle, que decía que Piñera era igual que Pinochet. Eso era un absurdo monumental: había completa libertad de expresión, incluso en los momentos más aciagos de la crisis del estallido social.
— ¿Qué rol tuvo el ex Presidente para encauzar la salida a la crisis tras el 18-O?
El 12 de noviembre, Piñera tenía dos alternativas que eran igualmente válidas para él; o sacaba a los militares y acababa con esto, con una cantidad de muertos que no podemos saber, pero iban a ser muchísimos; o se abría a las negociaciones y al diálogo y entregaba la Constitución, y elige con riesgo -porque podía no resultar-, lo segundo. O sea, hay una decisión ética que es no matar; en esa idea que no haya sangre hay una decisión ética. Toma una idea ética y la ejecuta, y eso no quiere decir que sea un santo, pero sobre la base de vivencia observable, en un momento de crisis y que se podía perder la democracia, toma una decisión sobre la base ética y moral.
— Ascanio Cavallo plantea en una columna que sus adversarios solían decir que Piñera gobernaba igual como hacía negocios, pero hoy ese "estilo gerencial" es mirado por algunos como un beneficio para su gestión. ¿Logró equiparar esos dos mundos?
Yo creo que no lo logró. Lo que pasa es que ahora la parte administrativa de Estado es tan mala, que en este momento específico estamos mirando con buenos ojos la gestión de Piñera, sin embargo, el ex Presidente no logra establecer un equilibrio entre la gestión y la parte de hacer política, como la conducción de su propio sector. Ahora todo el mundo lo echa de menos, y está bien, pero muchas veces su propio sector le hizo la vida imposible. Estaba atacado tanto por el flanco de quienes pensaban que tenía que llamar a los militares el 18-O, o como por los votos díscolos que se fueron al retiro de los fondos de pensiones. Creo que es la persona más importante de su sector, pero no logra ser líder de su sector. Piñera fue el extraño de pelo largo de la centro derecha, no sólo por su personalidad, sino por su actitud liberal.
— Si hubiera que situar a Piñera en el arco político de la historia de Chile, ¿en qué posición quedaría?
Estamos en un momento bisagra y creo que la situación puede tomar dos caminos. Creo que Sebastián Piñera se inscribe en una corriente de hacer de Chile una sociedad basada en el crecimiento y la prosperidad, como sus ideales, o recorrer un camino más bien centrado a la repartición y el combate a la desigualdad, que es más o menos el mundo Frente Amplio-PC. Si Piñera va a terminar siendo una bandera de lo que fue o no fue, creo que lo estamos decidiendo ahora, y personalmente, prefiero el primer camino.