CAMBRIDGE.- Fue en 1970 cuando Stephen Hawking publicó su trabajo científico junto a Roger Penrose en el que postulaba que el Universo se creó a partir de una singularidad, es decir, de un único evento que inicio la expansión del Cosmos. Si bien la teoría del Big Bang actualmente es aceptada por gran parte de la comunidad científica, en aquella época no era tan simple.
En este documento, los dos científicos postulan que la Teoría General de la Relatividad -de Albert Einstein- implica que el Universo debe comenzar de una singularidad. Si bien este no es el primer trabajo de Hawking, sí es uno de los que marca los inicios de su brillante paso por la física teórica mundial.
En esta época, el científico británico ya mostraba algunos de los síntomas de su esclerosis lateral amiotrófica (ELA), aunque aún podía caminar con la ayuda de bastones.
Durante sus trabajos físicos, Hawking se enfrentó con la teoría propuesta por Jacob Bekenstein, un joven científico quien, tomando los principios del propio Stephen aseguró que la entropía de un agujero negro podría ser medida. Algo que generó diversas posturas ya que al asegurar la existencia de esta entropía se generaba una paradoja debido a que "nada puede salir de un agujero negro".
Así fue como el teórico británico llegó a la unificación de dos campos que luego lo catapultarían como uno de los principales exponentes en la materia. Se trata del cruce entre la relatividad general y la teoría cuántica. Mientras la primera se enfoca en objetos grandes como estrellas y galaxias; la segunda, es utilizada en átomos y las partículas que los componen.
Desde ahí, sus trabajos se enfocaron en intentar entender cómo se comportan los agujeros negros, su posibilidad de encogerse -a través de la antimateria-, algo que él mismo había postulado como imposible años anteriores, y la forma en que son capaces de enviar energía al resto del Universo y no sólo absorber materia.
Sin embargo, siete años más tarde, Hawking revelaría un nuevo aspecto de su teoría, y es que estos objetos en el Universo destruyen toda la información que pasa por ellos. Así, cuando una partícula o un rayo de luz es absorbido por un agujero negro, nunca más regresa al Universo.
Algo que aún no ha sido comprobado y que sólo es capaz de leerse en las publicaciones y libros que del genio que este miércoles falleció a los 76 años, después de ser diagnosticado con ELA a los 21 y tener una esperanza de vida de sólo dos o tres años.