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Columna de Astronomía | Condoros cósmicos - Parte I

A veces, incluso el académico más prolífico y reputado puede cometer errores si no chequea bien antes de hacer públicos sus descubrimientos.

23 de Mayo de 2018 | 09:19 | Por Alejandro Clocchiatti
Por Alejandro ClocchiattiAcadémico del Instituto de Astrofísica de la U. Católica de Chile

Doctor en astronomía de las universidades Nacional de La Plata (Argentina) y Texas en Austin (EE.UU.). Fue investigador postdoctoral en el Observatorio Interamericano de Cerro Tololo. Actualmente es profesor titular del Instituto de Astrofísica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, e investigador del Instituto Milenio de Astrofísica y del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA).


Desde temprano en nuestra formación, los astrónomos observacionales desarrollamos el saludable hábito de contener el entusiasmo ante el gran descubrimiento de la noche. Trabajar cuando deberíamos dormir y sacar conclusiones memorables en el momento en que el ritmo circadiano está en sus mínimos suele ser una buena receta para el "condoro".

Sin embargo, cada tanto pasa. Hace unas semanas le tocó a un colega de Sudáfrica, Peter Dunsby, astrofísico teórico especializado en cosmología relativista de la Universidad de Cape Town. En 1991 publicó su primer paper: "Perturbaciones invariantes de Gauge en cosmologías con fluidos de componentes múltiples" en "Classical and Quantum Gravity". Construyó una carrera notable con más de 90 trabajos en esa onda esotérica y hoy es el jefe del Departamento de matemáticas y matemáticas aplicadas de la UCT.

Pero Dunsby decidió observar ese universo sobre el que teorizaba y, con un telescopio de 8 cm y una cámara digital, entró en la astrofotografía. El 8 de marzo pasado apuntó a la región de las nebulosas Laguna y Trífida, lo que repitió el 20 del mismo mes. En esta segunda observación apareció una nueva estrella, ¡muy brillante!, tanto que era visible a simple vista.

La noticia se propagó a la velocidad de internet a las 9.14 horas UTC. Quienes vieron esa alerta, la 11.448, sin duda quedaron perplejos…

Alejandro Clocchiatti
¿Podría ser una supernova en nuestra galaxia? De ser así no habría sido el primero en vivirlo. 445 años, 4 meses y 8 días antes, Tycho Brahe había descubierto una nueva estrella en los cielos de Dinamarca que, ahora sabemos, fue una supernova. 413 años, 5 meses, y 11 días antes que Dunsby, Lodovico delle Colombe descubrió otra, que hoy lleva el nombre de Kepler. Galaxias como la nuestra producen aproximadamente una supernova por siglo, la Vía Láctea nos debe varias: La de Kepler fue la última.

También podía ser una nova, menos glamorosa pero igualmente importante. Dunsby revisó las imágenes del histórico Digitized Sky Survey. La vieja placa fotográfica digitalizada confirmaba que allí no había ninguna estrella variable conocida.

Convencido de que tenía algo relevante mandó un email a la central mundial de alertas astronómicos, describiendo su descubrimiento y rogando "que se hagan más observaciones para establecer la naturaleza de esta fuente transitoria óptica muy brillante". La noticia se propagó a la velocidad de internet a las 9:14 horas UTC.
Quienes vieron esa alerta, la 11.448, sin duda quedaron perplejos… por un rato. Cuarenta minutos después apareció otra, la 11.449, donde Dunsby informa lacónicamente: "El objeto reportado en el alerta 11.448 ha sido identificado como Marte" (¡!).

La noticia circuló rápidamente por redes sociales y email, alcanzando a la gran mayoría de los astrónomos del mundo. Me atrevo a decir que todos reaccionamos con una irrefrenable carcajada, quizás seguida por un dejo de preocupación pensando que algún estudiante inexperto podía haber arruinado su futuro. Aclararnos que el condoro era de un egregio colega bien asentado en su carrera (aunque muy tiernito en el área observacional) nos permitió seguir disfrutando de la anécdota. Unas horas después @astronomerstel, la cuenta de twitter de la vieja organización de alertas, condecoró al profesor por su logro como "Descubridor de Marte".

El condoro le trajo a Dunsby una ráfaga de atención. En un reportaje reconoció que fue "un error honesto," por no haber chequeado bien qué cosas podían haber cruzado delante de su telescopio. Pero el tipo tiene buen humor, en el fondo, dijo, le hace feliz que su condoro haya hecho reír a mucha gente. Así que, estimado lector, ría sin cargo de conciencia. No todas las noches alguien descubre Marte.

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