MADRID.- Gracias a una imagen captada por la sonda Voyager 1 de la NASA el 4 de marzo de 1979, un equipo de científicos logró identificar la primera evidencia de un anillo en torno a Júpiter, una fotografía que la sonda Juno mejoraría en junio de 2016 cuando logró captarlos desde el interior.
En la evidencia entregada hace 40 años, se puede apreciar un débil anillo que se muestra en la imagen de exposición múltiple como una banda de luz ancha que cruza el centro de la imagen que fue tomada a más de un millón de kilómetros de la nave espacial. Hasta entonces, no había sido detectado ya que el anillo había sido invisible desde la Tierra debido a su delgadez y su transparencia cuando se ve desde cualquier ángulo, excepto en línea recta.
Tras años de estudio de estos anillos jovianos, se sabe que están compuestos mayoritariamente de polvo y constan de cuatro estructuras: en el interior, un grueso toro de partículas conocido como el halo o el anillo halo, un anillo principal relativamente brillante pero excepcionalmente fino y dos anillos anchos, gruesos y débiles llamados anillo difuso de Tebe y anillo difuso de Amaltea, por los nombres de los satélites de cuyo material están formados.
Los anillos fueron captados también por la sonda Voyager 2 en octubre del mismo año en una imagen que es destacada por la NASA y que fue tomada con el uso de dos filtros, uno naranjo y otro violeta, que permitieron ver estas formaciones a una distancia de 1,5 millones de kilómetros.
El anillo principal y el halo consisten en polvo expulsado de los satélites Metis y Adrastea, y otros cuerpos no observados, como resultado de impactos meteoríticos a alta velocidad.