Incluso cuando uno de los indicadores que utiliza la academia para estudiar el cambio climático que afecta al planeta es el aumento de la temperatura en el suelo del Ártico, la creencia generalizada era que el permafrost frío de esta zona era relativamente inmune. Sin embargo, un reciente estudio publicado en Nature Comunications demostró que la situación no es así.
El trabajo, liderado por Antoni Lewkowicz, profesor en el Departamento de Geografía, Medio Ambiente y Geomática en la Universidad de Ottawa, en Canadá, utiliza un conjunto de imágenes satelitales del conjunto de datos de 'Google Earth Engine Timelapse' para mostrar que las áreas de permafrost frío pueden ser vulnerables a las crecientes temperaturas del verano.
En esta evidencia se pueden ver cerca de 60 casos de depresiones de deshielo activos en la isla en 1948, mientras que en 2013 esta cifra aumentó hasta los 4 mil casos, incluyendo unos 300 iniciados dentro del Parque Nacional Aulavik.
Los análisis muestran que el 85% de los nuevos deslizamientos de tierra en la isla Banks se formaron después de cuatro veranos especialmente calurosos (1998, 2010, 2011 y 2012), lo que provocó la descongelación de la capa superior del permafrost. Con estos análisis, el académico prevé 10 mil nuevos desplomes por década sólo en la isla Banks.
Dado que estos declives por deshielo pueden seguir creciendo durante décadas, Lewkowicz calcula que esto podría significar que la isla sola podría albergar la asombrosa cantidad de 30 mil derrumbes activos en cualquier año futuro.
La enorme cantidad de sedimento creado por las depresiones ha sofocado algunos valles de los ríos y ha afectado a más de 250 lagos en la isla. Según el profesor Lewkowicz, se desconoce el impacto en los ecosistemas acuáticos y las poblaciones de peces porque no hay datos de referencia para las áreas afectadas.
En este tiempo, los científicos no fueron los únicos en notar estos cambios dramáticos. Los residentes de Sachs Harbour, una pequeña comunidad de Inuvialuit en la isla, los habían observado de primera mano. Los derrumbes de deshielo y otros deslizamientos de tierra han afectado a sus movimientos en ciertas partes de la isla, lo que dificulta la caza o la pesca.
"No podemos detener miles de derrumbes de deshielo una vez que comienzan. Sólo podemos hacer cambios en nuestras vidas para reducir nuestra huella de carbono y podemos alentar a nuestros políticos a tomar las medidas necesarias para ayudar a reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero -concluye Lewkowicz-. Para que el calentamiento futuro sea lo más limitado posible".