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“Parece que tengo un ego desmesurado, pero es pura confianza”

El que se esconde detrás de la pantalla es un personaje bastante más histriónico e hiperkinético que el de la vida normal. Aunque parezca increíble, se nota más niño, más introvertido, pero muy seguro de sí mismo.

22 de Marzo de 2005 | 09:45 |
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Dicen que las muletillas demuestran inseguridad o timidez; si de verdad fuera así, entonces Cristián Sánchez le hace honor a su signo –Géminis- y en él conviven dos personas: el chico top y extrovertido de la televisión y el más cuidadoso e introvertido de la vida corriente.

Repite con insistencia, durante la entrevista, palabras tales como “súper”, “tema”, “re”, “po” y “¿cachai?”, pero suena divertido, culto y, por sobre todo, muy seguro. Le gusta irse por las ramas y, entonces, en la mitad, olvida cuál era la pregunta y por qué se salió del tema y hay que traerlo de vuelta.

Cuento aparte es su pasión por el fútbol y por su colegio, Verbo Divino, en el que estudió desde preescolar hasta IV medio. “Estudié en el Verbo, enterito”, dice y sólo le falta agregar "a mucha honra".

-Dicen que eres fanático de tu colegio.
“Sí, me encantó; principalmente, porque soy un tipo súper competitivo y siento que en el colegio me fomentaron harto eso, principalmente en el aspecto deportivo. Sentía que estaba en un colegio que, aparte de formarte bien, entregarte valores –que para mí es re importante- en la parte deportiva fue fundamental el desarrollo que me dio. Sabía que formaba parte del mejor equipo, tenía los mejores técnicos y me gusta sentirme parte de proyectos exitosos, a los que se supone que les va a ir bien.
“De hecho en IV medio pensé en quedarme repitiendo para seguir jugando por el colegio, era así como una pasión ¿cachai?”

Sus pasiones se mezclan y sigue hablando sin parar del fútbol. Cuenta que jugaba de delantero y que los últimos tres años de colegio, en que era parte de las divisiones inferiores de Cobresal, nunca logró sentir ahí lo que sentía jugando por el Verbo… “Esa sensación aquí en la guata, de decir… ¡viejo estoy defendiendo a mi colegio!”

-¿Tanto así?
“Era una cuestión increíble. Soy súper ordenado, súper mateo, súper riguroso en todo, salí con promedio 6 del colegio, porque mi vida era el fútbol; no salía los viernes y me acostaba a las 11 de la noche, para cuidarme para los partidos del sábado”.

-¿Estás hablando en serio?
“Te lo juro, era muy metódico, disciplinado”.

-¿Te quedan amigos del Verbo?
“Si, po’. Los amigos que tengo son del Verbo y también de la etapa que viví en la Mistral, donde estudié periodismo. Mis mejores amigos son los del colegio, es increíble, increíble. Y a pesar de que a uno le baja como la rebeldía contra el colegio cuando estás en IV medio; si tú me preguntas hoy, claro que me gustaría meter a mis cabros chicos, pero, obviamente, ese es un tema para conversar con la pareja de uno. Me encantó la experiencia que viví, los compañeros que tuve y el espíritu y la mística que tiene”.

Cuenta que su último año de colegio fue muy malo, porque tenía copada la agenda: un largo pololeo de dos años (“estaba muy enamorado, era la primera polola power”), el colegio, los entrenamientos de Cobresal eran diarios y en Maipú, (“llegaba corriendo del colegio, tomaba el metro y luego dos micros hasta el estadio; a las 10 de la noche estaba de vuelta en la casa, destrozado”) y tuvo que decidir qué hacer y qué dejar. Terminó con la polola, siguió en Cobresal ese año y estudió para la Prueba de Aptitud Académica.

“Fue una decisión pelúa. Nunca lo pensé en ese momento, pero esa fue mi primera depresión, porque me ví enfrentado a una decisión importante que involucraba nada menos que el futuro. Fue heavy, me acuerdo haber llorado mucho tiempo, haber conversado con mi viejo, que también me apoyaba en el tema del fútbol. Hoy veo que hice una mala lectura de las posibilidades que tenía”.

-¿Por qué?
“Terminé con una polola maravillosa, no seguí jugando fútbol que era lo que más quería y terminé estudiando periodismo, pero…¡no me arrepiento para nada!. Eso tiene que ir pegadito. De lo único que me arrepiento es de no haber probado qué tan bueno era en el fútbol, porque a nadie le hace mal tomarse un par de añitos y cachar qué onda”.

-¿Te sentiste presionado a tomar decisiones?
“Tenía 18 años, era un pendejo, un pollo y por mucho que te intenten guiar y te den consejos, es una decisión que uno toma solo”.

-¿Te sientes haciendo periodismo ahora?
“Me falta, me falta…a pesar que en las cuatro horas de matinal tenemos una hora y media de actualidad en que la parte periodística aflora con todo; pero lo que echo de menos es el reporteo, ese tema me llenaría. Me gusta hacer notas, la calle”.

Aunque tiene una sección en el matinal en la que sale a reportear, considera que no es lo mismo que el periodismo más duro, por eso aceptó conducir “Amenaza Real” junto a Iván Valenzuela, para no dejar de lado la veta que “más me llena”.

-¿Cómo es tu relación con Iván, porque son muy distintos?
“Siento que nos potenciamos harto; yo le he aportado harto a Iván. Durante el 2004, que fue el momento en que nos conocimos, no es por ser petulante ni nada, pero siento que él -a todo lo capaz, lo inteligente, a esa capacidad que tiene de integrar todos los conocimientos-, le agregó una cuota de soltura, de saber que no porque se reía iba a perder credibilidad, que no todas las noticias son tan graves como se pueden pintar, que hay otros puntos de vista, otras aristas de dónde ver la noticia, no todo es tan lineal.
“Por lo mismo nos llevamos tan bien; para mí fue un descubrimiento tremendo. Yo de verdad a Iván lo quiero así… ¡con todo! y es mi consejero. Me acuerdo que en su momento nadie tenía confianza en nuestra dupla y dijimos ¡loco, ahí está!, los complementos son eso: juntar el agua y el aceite y hacer un menjunje, que ligue, que se una, que se vea cohesionado”.

-Hablando de tus compañeros de trabajo ¿qué piensas de quienes temen que tu dupla con Karla Constant repita los errores Camiroaga-Doggenweiler?
“Noh, no se puede comparar, son personalidades diferentes. Mucha gente me lo ha comentado y es verdad, está bien que se sienta esa complicidad, porque de verdad nos entretenemos mucho, lo pasamos demasiado bien en la tv y fuera.

-¿Son amigos, entonces?
“Somos casi como… ¡párenla!, demasiado catetes, salimos juntos los fines de semana”

-¿Los dos?
Se ríe y los ojitos se le achican: “No, estai loca, con su pololo, con Barañao, con Iván y ahora también con Marcelo (Comparini).
“Y ante la pregunta misma, tengo cero temor, porque tenemos una relación que es súper pura, súper linda. A la Karla le tiro tallas casi como de Cristián a Karlo, ese nivel de confianza y ha sido muy importante. Los dos tenemos un estilo de vida y de hacer televisión que no es el de la competencia desmesurada, no es el del codazo, somos súper respetuosos de los espacios, somos súper generosos, la cuestión sale fácil”.

-Te quieres ene.
“Sí, ¿tu encontrai? Esa cuestión me da ene lata, porque sé que suena o parece un ego desmesurado, pero es pura confianza. Tengo claro los puntos que calzo, mis talentos y mis defectos. De verdad, me tengo ene fe”.

-¿Y qué pasa con la recepción de la gente?
“Me pasa muchas veces que quedo como soberbio, arrogante o petulante y soy lo menos así que hay, pero me atrevo a decir las cosas; prefiero, lejos, pasarme en un comentario que quedarme con la lata de por qué no lo dije. Me he comido ene retos y llamadas a la oficina y al tiro pienso…¡chuta que dije ahora!”.

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