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Clínica domiciliaria para niños

"Peter Swuan" no nació como todas las empresas, calculando retornos de inversión. Ni siquiera tenía una oficina. Amor al trabajo y ninguna discriminación a los pacientes son la clave de su éxito.

02 de Mayo de 2006 | 10:14 |
Loreto Yáñez (40), casada, dos hijos de 6 y 5 años, nunca pensó en ser empresaria. Durante 11 años trabajó en UCI neonatológicas haciendo turnos, perdiendo navidades, 18 de septiembre. Para cambiar su calidad de vida - y también mejorar su remuneración- entró a estudiar Ingeniería Comercial.

Aún no terminaba su segunda carrera, estaba recién casada y había renunciado a su trabajo hacía poco, cuando nació la empresa "Peter Swuan" - el nombre de su sobrino- , hace ocho años.

"Mientras trabajé en neonatología vi muchos niños que pasaban largo tiempo hospitalizados pese a requerir un pequeño apoyo para su recuperación, pero no existía ninguna institución que les permitiera continuar con el tratamiento en sus casas".

Pensó en una clínica domiciliaria para ellos, una tendencia fuerte en Estados Unidos y Europa, pero al principio faltaban recursos. Compró un monitor de apnea; se acuerda bien porque entregó varios cheques para pagarlo. "Por casi cuatro años no tuve sueldo; todo lo que ganaba quedaba para la empresa".

Mirando hacia atrás, hoy agradece a los médicos del hospital de la Universidad Católica que confiaron en ella y le derivaban pacientes. Trabajaba sola y atendía dos o tres niños al mes. Hoy, a entre 20 y 30 cada día, y cuenta con un equipo de 80 personas entre administrativos, kinesiólogos, terapeutas, auxiliares de enfermería, médicos y enfermeras.

"Como ingeniera comercial puedo decir que nunca hice una evaluación de proyecto. "Peter Swuan" no nació como todas las empresas, calculando retornos de inversión. Ni siquiera pensé tener una oficina. Yo le he puesto puro amor a este trabajo y nunca discriminé pacientes. Iba hasta La Pintana a poner sondas a una guagüita".

Gracias a sus buenos resultados la llamaron de las clínicas Alemana, Las Condes y hoy la empresa se concentra fundamentalmente en el sector Oriente. Desde que empezó, cada año han doblado la cifra de pacientes. Loreto atribuye el crecimiento a la calidad profesional. "Casi todas son enfermeras con experiencia en servicios de neonatología". Cerca del 80% del personal es mujer y entre las auxiliares, la mayoría es jefa de hogar. "Yo siento una responsabilidad moral con las familias. La empresa está más sólida y puedo generar nuevas fuentes de trabajo".

Desde 2000 atienden patologías complejas, como niños con ventilación mecánica o prematuros que requieren de una incubadora. También casos oncológicos. "Tenemos la implementación clínica necesaria; además la enfermera y el médico tratante, según las necesidades, los visitan diariamente y una auxiliar está de turno permanentemente acompañándolos".

El financiamiento de la empresa, sin embargo, ha sido lo más difícil. El grueso de los pacientes tiene cobertura de isapres, pero éstas evalúan los casos más complejos a través de su contraloría médica; las patologías sencillas (como una fototerapia) están autorizadas. Trabajan igual que una clínica, con programas médicos y reembolsos. "Las isapres cubren cada vez más la hospitalización domiciliaria porque conocen las ventajas en términos de ahorro, tiempos de recuperación y disminución de rehospitalización".

Está convencida de que los niños se recuperan más rápido en sus hogares, y para explicarlo recuerda el síndrome hospitalario que revela que los niños sufren trastornos sicológicos cuando permanecen hospitalizados mucho tiempo. "El acogedor ambiente familiar, en cambio, puede ejercer un gran efecto terapéutico".


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