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“El secreto es lo podemos hacer mejor

Es de las busquillas que nunca se rinden ante los desafíos. Microempresaria de las galletas ha sabido crecer sin olvidar a sus primeros clientes. Hoy es la envidia de los grandes del mercado.

01 de Abril de 2005 | 11:31 |
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Nunca se imaginó que de los primeros brownies y galletones horneados en la casona colonial -que alguna vez fue de doña Javiera Carrera- pasaría a dirigir una de las empresas más cotizadas en el mercado de los productos naturales, “Nutra Bien”.

Ahí, en medio del campo e impulsada por las necesidades de hacer algo y ayudar al sustento familiar, Isabella Jaras Parker dio origen, en 1989, a una idea que con los años muchos han copiado, pero no con igual éxito.

Es menuda, simpática y descomplicada. Se da tiempo para la entrevista en medio de la mudanza a su nueva casa. A los 45 años se le ve satisfecha por lo logrado, acompañada por su madre y sus hermanos Paula y Patricio y respaldada por su marido e hijos.

Ex alumna del Grange, estudió estadística en la Universidad Católica y al poco tiempo partió al MIT, Estados Unidos, por tres años con su esposo becado. El tiempo en Boston no sólo la nutrió intelectualmente –se devoró librerías y bibliotecas- sino que le aguzó el ingenio. De tanto ver a los estudiantes comer brownies y cookies, decidió explorar el mercado y así ganar unos dólares con los que se dieron algunos gustos.

De regreso en Chile, “sin ni uno por delante, ni por detrás”, y sin más opciones que vivir en la casa familiar de Talagante, comenzó a hornear galletones que luego, repartía en los campus de diferentes universidades ayudada por su hermana Paula, que entonces estudiaba psicología.

-¿Fue opción de vida irse a vivir fuera de Santiago?
“No, para nada. Siempre le digo a mi marido que yo lo habría pensado más si hubiese sido una opción. Se dieron las cosas así y estábamos recién partiendo”.

-¿Qué hace una matemática en el mundo de las cookies?
“Es que siempre me ha gustado la cocina, a mis pololos siempre los conquisté por la guata (se ríe), pero los números ayudan. Soy rápida para las matemáticas, puedo visualizar en forma global como será el proyecto en que incursiono, además de ayudarme a organizarme en lo personal”.

-¿Por qué algo que se inicia “part time” se convierte en algo tiempo completo? ¿Esa era la idea o se dio en el camino?
“Lo que pasa es que uno va creciendo lento, pero seguro. La idea siempre fue hacer las cosas bien y cuando uno lo hace, una cosa detrás de otra te impulsa a mejorar… los sistemas, los procesos. En el fondo, quería siempre hacerlo mejor y al ser exigente, te obligas a buscar mejores opciones como envasar automático y no a mano.
“Nunca imaginé que iba a llegar a dónde estamos, honestamente. Las cosas se fueron dando, en el camino hemos ido aprendiendo y tengo una ambición muy bien dirigida, o sea, mi finalidad no es llenarme ni de bienes ni riqueza, si no hacer las cosas bien. Nunca estoy conforme, siempre creo que se puede hacer mejor y de repente eso es malo. El secreto es lo podemos hacer mejor”.

-Pudiste haberte quedado en un nivel artesanal.
“Mira, los primeros cuatro años (donde las ventas se duplicaron anualmente) cerraba para el 18 de septiembre y en enero y febrero, porque estaba mi familia y me unía al ritmo de los estudiantes, que eran mis clientes cautivos.
“Éramos sólo cuatro personas (hoy son más de 100) y un verano, un hermano que vivía en Estados Unidos me visitó y le llamó la atención lo que hacía. A los meses me escribió y me dijo que está súper interesado en la posibilidad de asociarse. Eso fue una toda una decisión”.

Aunque las recetas son “gringas”, en la marcha Isabella Jaras hizo algunos cursos de helados, galletas y chocolates en Penn State University, Newbury Junior College y Lenotre, París, a los que va a sumar otro dentro de poco. “Es una mezcla de todo, una adaptación al gusto de los chilenos”, explica.

“Las primeras platas que gané en esto fue para comprar libros de cocina y maquinitas y así ir evolucionando en el tema”, añade.

-Descubriste un nicho, el de los productos naturales. ¿Estaba así de latente hace 15 años?
“Cuando estudiaba en la UC lo único que había eran sándwich de queso con jamón o galletas tradicionales. Nada como un snack sano y nutritivo que se pudiera meter en la cartera y llevarlo a clases. En EE.UU., para los estudiantes era pan de todos los días, entonces me dije por qué no va a resultar acá”.

-¿En cuánto tiempo te salieron competidores al camino?
“Al año me salió competencia, pero ya no está, después aparecieron otras. Esto lo único que hizo fue incentivarme más y agudizar el ingenio para distinguirme y ser mejor hasta en la presentación. En ese tiempo lo hacía con atadura, pero siempre se veía más rico”.

-¿Te sentiste peleando como David contra Goliat?
“O sea, no tenía por donde pelear con ellos, no se me pasó por la mente. Ahora, me han llegado mensajes de grandes empresas que admiran bastante lo que hemos hecho e incluso, reconocen que consumen nuestros productos.
“Cuando uno hace las cosas bien siempre hay espacio para algo más, para una buena idea, sobre todo. Ahora, es un desafío atreverse, incluso hoy en día”.

A pesar del desgaste y de estar a gran escala, como en los supermercados, Isabella Jaras nunca ha abandonado a sus clientes chicos, esos del kiosko que le pagan puntualmente. También tiene claro que debe salvar todos los obstáculos para llegar con el galletón al cliente, porque “lo que no vendí ayer, ya no lo vendí nunca más”.

-Este mercado irá evolucionando, ¿hacia dónde va?
“Hay varios proyectos en carpeta. Estamos concentrados en el área sin azúcar ni colesterol y bajo en grasa. Ya salió la primera galleta y es realmente buena, incluso, mejor que la común y corriente y está siendo consumida por los diabéticos. La idea es que no pierda sus características porque si no dirán ¡qué lata!, no me quiero comer este pellet”.

-Después de alcanzar el éxito ¿cuántos intentos de compra han sufrido?
“Se nos han acercado personas que representan diferentes empresas, incluidos los grandes, pero al final nunca hemos finiquitado nada.
“Siempre hemos pensado que sería interesante tener un socio, porque cuatro piensan más que tres; estamos en el siglo XXI y el socio puede tener varios plus como una red de distribución mejor que la nuestra. Hemos estado abiertos a eso, pero de repente pienso que si vamos a tener un tercero que nos va a venir a controlar, no sé, hay que ser cauteloso y hay que tener algo de química en común”.

-¿Venderían?
“Mira, lo hemos conversado, pero a todos nos gusta lo que hacemos y uno tiene que evaluar bueno, qué voy a hacer después si algo así sucediera. A lo mejor partir con otra cosa… probablemente, porque después de haber trabajado tanto ¿tú crees que me voy a quedar en la casa? Lo dudo, a la semana me volvería loca y algo inventaría”.

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