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Mitos y verdades del sexo en el embarazo

Desinformación, confusiones o problemas de autoestima son algunas de las razones que llevan a las parejas a optar por la abstinencia.

09 de Noviembre de 2005 | 17:26 |
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La medicina se ha cansado de aseverar que, en condiciones normales de embarazo, mantener una vida sexual activa no pone en riesgo la salud del feto. Así de claro.

Otra cosa son los mitos. Esas creencias que se alimentan de generación en generación, que dan pie hasta para inventar chistes y que resultan difíciles de borrar por decreto, por muy científico que sea.

De hecho, el obstetra y experto en medicina materno-fetal de la Clínica Alemana, doctor Julio Astudillo, estima que entre el 10 y el 15% de las parejas chilenas optan voluntariamente por la abstinencia. Ya sea por miedo, por falta de deseo o, simplemente, por una serie de emociones ocultas (como cuando los hombres sienten un menor atractivo por su mujer, cuando ellas son las que se sienten "feas" o cuando la pareja arrastra conflictos pasados).

El caso de Alejandro Díaz (33) fue el de los clásicos miedos, cuenta su esposa Sofía. "Estaba convencido que dañaría a la guagua y eso era pura desinformación. Se terminó de aterrar cuando me dijeron que quizás yo tenía una hernia. Y pese a que el doctor aseguró que era por otra causa y que no había problemas, igual quiso parar al sexto mes. Yo, en cambio, durante todo el embarazo tuve más ganas que nunca".
¿Cuándo lo contraindican?
Son pocas las situaciones en que el acto sexual es contraindicado.
Algunas son: síntomas de pérdida (contracciones uterinas en el primer trimestre), de parto prematuro, hemorragias, placenta previa, insuficiencia placentaria, rotura prematura de membranas o embarazo múltiple. Todos, casos diagnosticados en los controles médicos.

Alfonso Martínez y su señora, por ejemplo, esperaban mellizos y debieron abstenerse por indicación médica a partir del sexto mes. Ellos, eso sí, prefirieron hacerlo desde un poco antes.

Alfonso cuenta que le daba susto causar daños, aunque también confiesa que sicológicamente se bloqueó. "Si bien tenía ganas, lo encontraba raro, pues ella ya tenía un abdomen muy grande. Dejó quizás de ser sensual para mí, en lo que significa una relación más carnal, pero me bajó mucha ternura. Como que me condicioné a que si no había sexo, no había drama, que era parte de esperar un hijo".

Explica sí que siempre conversaron del tema y que trató en todo momento (incluso ahora que ella ya se está recuperando) de ser "atinado" y afectivo. Y es que, sin duda, abstinencia sexual jamás puede ser sinónimo de aislamiento.


Algo esperable, pues la baja del deseo en la mujer no es una característica biológica del embarazo. Por el contrario, "al elevarse sus niveles de estrógenos se produce un aumento de la líbido, además de cambios en el aparato genital que mejoran la relación. Lo que influye en algunas son los síntomas del primer trimestre como náuseas o sueño", explica Astudillo. Al igual que el sentirse menos atractivas.

Derribando el mito

El temor que vive hoy Carlos Ramírez (29) es compartido con su señora. Y es que, al perder su primer embarazo, sintieron que la vida sexual activa que mantuvieron había tenido algo que ver. Fue por eso que en este segundo intento acordaron esperar hasta el tercer mes, para asegurarse que todo estuviera bien.

"El doctor nos dice que no es necesario, pero la experiencia anterior nos asustó mucho. Además, ese mismo temor impediría pasarlo bien. Claro que no se trata de que te dejen botado, igual tenemos nuestros regaloneos".

El doctor Astudillo comenta que esa decisión es muy respetable si a ambos los mantiene tranquilos (que es lo principal en toda gestación). Aclara eso sí que el riesgo de tener otra pérdida es casi el mismo, pues "en más del 90% de los casos el aborto se produce debido a un accidente generado en la concepción, por lo que la pérdida reproductiva ya viene determinada".

Por otra parte, el embarazo es intrauterino, no intravaginal; las estructuras del embarazo sólo pueden afectarse en condiciones patológicas (el sexo es una situación fisiológica o normal), y por último, las parejas se embarazaron en una relación sexual, sin saber exactamente cuál. "Puede haber sido en la primera de muchas, dándose recién cuenta con un atraso menstrual".

Con esto, el mito del daño fetal inminente queda en eso: sólo mito.

El semen del hombre tiene prostaglandinas que pueden provocar contracciones del útero. Sin embargo, esto no basta para producir un gran cambio en el cuello uterino einducir un parto. "Sólo en condiciones de riesgo, podría tener alguna influencia y por eso se previene. Por lo demás, las contracciones que advierten algún riesgo de pérdida no se sienten sólo en un acto sexual, sino también cuando la mujer está en reposo".

El único riesgo evidente (aunque muy bajo) radica en que al estar
sexualmente activa, las mujeres siempre están más propensas a adquirir infecciones vaginales o urinarias. "Pero si comparas esto con los beneficios sicológicos de que la mujer mantenga una vida normal - considerando además que en los controles se pueden prevenir las situaciones de riesgo- , se privilegia lo segundo", enfatiza el médico.

Las necesidades de ambos

La sexualidad siempre ha sido un aspecto esencial en la comunicación y sentimiento de intimidad de una pareja, por lo que tampoco debiera descuidarse en la gestación.

En particular, considerando que en esta etapa surgen necesidades especiales. "Las mujeres viven cambios fisiológicos, físicos y sicológicos que pueden generar ansiedad o baja autoestima; por lo tanto, mantener un buen vínculo con la pareja, les brinda seguridad y sensación de aceptación", advierte la sicóloga del departamento de Obstetricia y Ginecología del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, Sandra Ahumada.

Ellos, a su vez, "también necesitan sentirse queridos y entender que el rol materno no compite con el de pareja". La vida sexual, precisa el doctor Astudillo, "los hace vivir todo el proceso más tranquilos, sin tanta ansiedad y más próximos a lo que le pasa a la mujer. Su miedo muchas veces es sólo desinformación".

Esencial es la vivencia que cada pareja tenga con respecto al embarazo. Por ejemplo, "influye mucho si lo ven como una experiencia crecedora y plena, si se trata de un embarazo esperado, si el hombre valora la sensualidad de la embarazada o si es descalificador, si está agradado o no con la idea de la paternidad. Todos esto hace incluso que la mujer se sienta más fea o más atractiva", destaca la sicóloga.

Por eso plantea que una actividad sexual constante, surgida del deseo de ambos y respetando los ritmos de cada uno, "no sólo no es dañina, sino muy beneficiosa, porque permite descubrir nuevas formas de encontrarse. También, entender que la sexualidad no se centra en la penetración, sino que implica complicidad, caricias, intimidad".
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