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Para que los años no pasen

La primera regla para tener una piel saludable es mantenerla libre de impurezas y suciedad, pero no da lo mismo usar cualquier producto. Un jabón corriente, por ejemplo, daña su capa protectora y altera su pH. La recomendación de los especialistas es preferir los productos de origen sintético, que no agreden, y tener en cuenta el tipo de cutis al escoger el producto.

29 de Abril de 2005 | 10:20 |
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Una cara bonita no sólo es reflejo de una piel hidratada. De poco sirve utilizar las mejores cremas y protegerse del sol, si antes no nos ocupamos de retirar las impurezas que ensucian nuestra piel. La dermatóloga María Cecilia Orlandi, explica por qué es tan importante este gesto de cuidado.

"Asear el rostro es imprescindible, no sólo para retirar la capa de polvo y los contaminantes que se depositan en su superficie durante el día, sino también para desengrasar y destapar los poros. De lo contrario, la piel no respira bien y aumentan las probabilidades de que aparezcan impurezas".

La recomendación es limpiar la cara por lo menos una vez al día, aunque el ideal es dos. Al despertar, porque mientras dormimos el organismo secreta sustancias, como la grasa, que pueden tapar los poros, y antes de dormir, para retirar la mugre y maquillaje que se acumulan durante el día. Para cumplir con esta tarea se podría creer que agua y jabón son suficientes, pero lo cierto es que debe ponerse más atención en los productos que se utilizarán. "Un buen limpiador debe poseer una detergencia moderada y un buen poder de arrastre; ser ligeramente antiscéptico; con acción sólo superficial, y debe eliminarse con facilidad", explica la doctora.
El limpiador correcto
Piel normal: Hay que tratar de mantener el frágil equilibrio entre hidratación y grasa, por eso se deben evitar los productos demasiado untuosos, y preferir las leches de limpieza, que retiran el maquillaje y suciedad sin resecar demasiado la piel.
Piel mixta: El ideal es usar productos específicos para cada zona, astringentes para la zona T e hidratantes para el resto. Éstos debieran reforzarse con desincrustantes para las áreas más problemáticas.
Piel grasa: La limpieza es fundamental para evitar la proliferación bacteriana y el exceso de grasa que tapa los poros. Se necesitan productos suaves y en gel, para no favorecer el exceso de grasitud. También ayudan los con partículas exfoliantes.
Piel seca: Lo mejor son los limpiadores en aceite y cremas de untuosas, y los tónicos sin alcohol. No son recomendables los productos que se retiran con agua, porque las hacen perder más líquido.
Piel sensible: Se debe limpiar con productos que se retiren fácilmente, como una leche que se saca con un algodón, para que no tenga que someterse a mucho roce. Además, deben evitar los exfoliantes demasiado ásperos, porque la agrietan y facilitan la penetración de sustancias sensibilizantes.


A esto se suma la necesidad de que tenga un pH ácido o neutro, es decir, similar al pH de la piel. La dermatóloga advierte que el jabón corriente no es adecuado para la piel, ya que junto con limpiarla, la arremete. "Daña la película hidrolipídica que protege la epidermis y reseca la superficie al extraer lípidos". Agrega que lo mejor es sustituirlo por un limpiador sintético o syndet, los que cumplen la misma función, pero reducen la tensión superficial y disminuyen la agresión.

Si el objetivo es limpiar la piel, esto se puede conseguir arrastrando las impurezas con aceites livianos, disolviendo las grasas con alcohol, o emulsionando estas grasas. Cada forma determinará el producto, y es así que hoy la industria ofrece alternativas para todos los gustos y tipos de piel.

El director del Departamento de Formulaciones Dermatológicas y Cuidado de la Piel de Beiersdorf Alemania, Gerhard Benner, sostiene que aunque hoy existen productos mejorados, es imposible no alterar la barrera protectora al retirar la suciedad. "Lo que debe asegurar un buen producto es que junto con sacar la mugre de la superficie de la cara, retire la menor cantidad posible de lípidos".

El especialista agrega que como los fabricantes de limpiadores están conscientes de los efectos no deseados de sus productos, la tendencia actual es enriquecerlos con principios activos que permitan un mayor equilibrio entre limpieza y cuidado de la piel. Es así que hoy las fórmulas contienen sustancias hidratantes, de cuidado, para fortalecer y nutrir la dermis.

En cuanto a los limpiadores faciales, el experto explica que se pueden dividir en tres categorías: gels, leches y toallitas. "Los primeros están compuestos por un 90 por ciento de agua, y logran un buen nivel de limpieza con poca cantidad de surfactantes o agentes limpiadores.

Las leches son más parecidas a una crema, ya que ponen mucho énfasis en el cuidado e hidratación de la piel. Y las toallitas desmaquillantes, que resultan lejos el producto de limpieza más vendido en Europa, son como una crema en papel, es decir, al tiempo que limpian potencian la humedad de la cara".

La doctora Orlandi agrega que a la hora de escoger un limpiador también se debe poner atención al biotipo cutáneo. Así, una persona de piel grasa debe optar por un gel, y una de cutis más bien seco por una leche o loción más untuosa.


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