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Con ADN hippie en la sangre

15 de Abril de 2005 | 09:52 |
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La oficina de Pilar Oyarzún, a primera vista, es formal y moderna. Muebles de cuero y aluminio, muchos papeles y carpetas. Pero una mirada más detenida detecta incienso, algunas velas y productos aromáticos detrás del computador o el teléfono.

Ella también es dual. Viste formal, pero con un toque alternativo dado por un hermoso collar étnico de metal y un echarpe que varias usarían por estar de moda y que ella utiliza porque va con su naturaleza.

A los 49 años, con tres hijos entre los 25 y 15 años, no esconde su fascinación por el mundo de los sentidos, lo orgánico, lo oriental y lo espiritual. El Feng Shui, la aromaterapia, masajes con aceites y yoga son parte de su lenguaje diario.

Estudió derecho en la Universidad Católica; quizás, por eso, cree que siempre ha tenido que manejar esa parte más “hippie” de su vida.

Se vinculó con la minería porque ingresó a trabajar a la Shell en el departamento de metales, pero tras la reestructuración de la empresa, su cambio de dependencia al departamento jurídico y una hija recién nacida, se independizó.

-¿Tu mundo ha estado vinculado, incluso en las leyes, con la naturaleza?
“Sí, voy seguido al norte, al desierto. Antes participaba de la emoción de descubrir una mina, fui la primera en hacer un estudio de impacto medioambiental, hice exploraciones en un Parque Nacional”.

Hace tres años resolvió contraer matrimonio nuevamente bajo las leyes pascuenses con el empresario, dirigente de RN y miembro del directorio de TVN, Daniel Platovsky. Para poder optar al rito, celebrado en un ahú, ambos debieron ser adoptados por familias rapanui. La suya es la Tuki Pakarati y tiene varias hermanas.

-¿Qué priorizas en tu vida?
“No soy muy apegada a las cosas materiales, lo que más valoro es estar equilibrada emocionalmente y si lo estoy, puedo mover una montaña. Eso siempre lo protejo, cuando me siento exigida, me apoyo con yoga, aromaterapia, con la naturaleza”.

-¿Daniel te acompaña en tus vivencias esotéricas?
(Se ríe) “No sé si esotéricas, pero si compartimos cosas como recorrer el desierto, vivir la bohemia de Valparaíso (donde tienen una casa). Tenemos los mismos gustos, le saco el tarot de repente, interpreto sueños” (sigue con una carcajada).

-¿Se deja?
“Le encanta, le hago masajes de aromaterapia. Antes estaba lleno de pastillas y ahora, si le duele la cabeza le pongo el óleo 31. Está convencido, cuando estamos muy tensos, pongo gotitas de mandarina en la pieza para dormir”.

-¿Funcionan?
“Son maravillosas”.

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