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Una propuesta radical para Rapa Nui

15 de Abril de 2005 | 09:53 |
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En 1992 hizo escala, como miembro de la delegación empresarial que viajaba con el Presidente Patricio Aylwin al Asia, en Isla de Pascua. Antes de aterrizar, ya estaba conectada con Rapa Nui y el nexo se hizo indestructible con los años.

Después, recién separada de su primer marido, Pilar Oyarzún decidió pasar unas vacaciones distintas con sus hijos y fijó como destino Isla de Pascua. “Es un lugar súper mágico”, dice con añoranza de estar ahí.

Como siempre ha buscado contacto con la naturaleza, planeó arrendar una casa y no irse a un hotel por dos semanas. La conexión fue tan fuerte que se quedaron un mes y medio y no querían regresar.

-¿Cuál fue esa conexión?
“La vida comunitaria. Nunca sentí allá que me tenía que proteger. Por ser mujer o ser profesional o ser separada uno siempre tiene que estar protegiendo, pero allá me sentí súper segura en todo sentido. No tenía miedo de nada y yo era sólo Pilar. La conexión no es racional, es a otro nivel, de emociones”.

La amistad que estableció con los lugareños, especialmente, las mujeres de la feria, la hizo permearse de sus problemas y necesidades. Y de ahí, al paso siguiente: comenzó a involucrarse con la comunidad, a ayudarlos como una suerte de mediadora en la solución de sus controversias. “Es una cuestión fraternal”, acota y precisa que no tiene ningún cargo formal ni estatus especial.

“La Corte está en Valparaíso y me empezaron a pedir ayuda en cosas judiciales. Muchas veces es sólo cuestión de conversar, especialmente cuando deben conciliar su cultura con el sistema judicial chileno. Las cosas de familia las siguen resolviendo ellos y el Consejo de Ancianos está ahí”, explica.

De este punto arranca la particular visión que tiene Pilar Oyarzún del futuro de la isla. Se muestra abiertamente crítica de la situación que los sujeta y postula ideas revolucionarias y radicales con el único objetivo de proteger y asegurar la continuidad de la etnia rapanui.

“Ellos son una cultura absolutamente distinta a la nuestra; a los isleños se les impuso un sistema jurídico y legal que no les es propio, que no entienden”, señala.

-¿Cómo ves la relación de la isla con el continente? ¿Sigue siendo tirante?
“No es una relación fácil. Ellos no tienen resentimiento, son acogedores. Y de parte del continental todavía hay un poco de discriminación. Los califican, dicen son flojos, son curados y no hacen un esfuerzo por conocer su cultura”.

La abogada se remite a la historia de los pascuenses para fundamentar la serie de abusos de los que han sido objeto: fueron llevados a otros lugares como esclavos, los franceses pusieron un campo de concentración y cuando Chile anexó la isla, la arrendó a la Corona inglesa que también mantuvo injustas situaciones. Recién con Frei Montalva se les dio estatus de ciudadanos, pero igual se mantuvo un leprosario.

Considera bueno que existan algunos grupos más fundamentalistas en la isla que extreman sus demandas hasta pedir la independencia total, porque eso ha posibilitado que se adopten algunas políticas en su favor.

A fines de 2004, el Gobierno la nominó para una comisión especial del ministerio del Interior que estudia medidas para la isla y la primera postulada es devolverles las tierras que están inscritas a nombre de la Conaf y Bienes Nacionales a una organización rapanui. “Con Pinochet empezaron a regularizar la entrega de títulos de dominio, pero ellos no entienden que les entreguen algo que les pertenece”, afirma.

-¿Qué otra medida debiera tomarse?
“Hay una básica, regular la permanencia de no rapanui en la isla. Ellos son una comunidad vulnerable, hay tres mil personas y de ellas un 40% pueden ser foráneas. Muchas personas se ven seducidas por la isla y se quedan y creo que esto debe ser limitado por una especie de visa de residencia como ocurre en otras islas como Galápagos.
“Que no cualquiera pueda ir e instalarse, más si no aporta nada a la comunidad. La cosa es que los pascuenses sean mayoría para que puedan mantener el control. Por eso está bien que los continentales no puedan comprar terrenos y deban asociarse con ellos para cualquier proyecto”.

-¿Es viable protegerlos así con la amenaza de la globalización?
“La globalización está bien, pero si ella va a significar perder raíces, eso será un desastre”.

-¿Si los proteges tanto podrías afectar su sobrevivencia como raza?
“No, ellos se pueden reproducir sin problema; se casan con continentales y eso nunca va a estar en discusión. Si la cultura se mantiene y no desaparece va a ser un aporte, porque la isla no es sólo moais, es una forma de organización especial.
“Se trata de hacer una discriminación positiva que los beneficie”.


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