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"La calle tiene rostro de hombre"

Es la más joven del gabinete y cien por ciento regionalista. Desde Mideplan, lleva el teje y maneje de los programas sociales más gravitantes del gobierno para la lucha contra la pobreza. Y su pasado de gimnasta le da las energías necesarias.

22 de Diciembre de 2005 | 10:42 |
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Más de una sorpresa dio el catastro de personas en la calle que se realizó hace algunos meses, pero quizás, una de las más importantes es que el número de mujeres en esa condición es muy menor frente a la gran cantidad de hombres que duermen en una plaza, bajo un puente o tapados con un cartón.

La explicación está en que la situación de calle resulta extremadamente agresiva para ellas y evitan a toda costa tener que dar ese paso. Por eso, “la calle tiene rostro de hombre”.

La ministra de Mideplan, Yasna Provoste, se muestra satisfecha por el censo realizado, el primero en la historia del país, pionero en el mundo, y que arrojó que son 7 mil 200 chilenos los que no tienen un techo donde vivir.

Si bien, casi todos se concentran en las grandes ciudades, la situación de calle se da en otras zonas por una cuestión laboral; en períodos de cosecha, exportaciones u otros, muchas temporeros se trasladan y duermen a la intemperie. De ahí que el censo fuese levantado en una fecha donde se consideró que ese factor no distorsionaría los números.

-¿Fue una sorpresa la cifra obtenida? ¿Muy lejana a los estimados que se manejaban?
“Sí, en términos de magnitud; a lo mejor nosotros esperábamos encontrar más personas en situación de calle, una cifra de 8 a 9 mil personas porque para hacer el catastro consideramos distintas etapas; hicimos un pre chequeo para poder dimensionar cuántos voluntarios íbamos a necesitar”.

-A partir de este censo, considerando que se levantó en las 80 comunas más populosas, ¿se puede hacer una proyección nacional?
“No, pero si reafirma lo que se ha señalado; la situación de calle es, fundamentalmente, un fenómeno urbano y tiende a concentrarse en aquellas ciudades donde la gente puede generar redes de subsistencias, solidarias o de voluntariado”.

-Llama la atención que hasta en esto somos centralistas; más del 50% de la gente en la calle está en la Región Metropolitana.
“Este fenómeno está en las grandes metropolis, las regiones Metropolitana, Bio-Bío y Valparaíso. Eso demuestra que es un fenómeno de mayor densidad poblacional donde la gente tiende a llegar”.

-¿La ciudad facilita estar en la calle? Supongo que en Punta Arenas no se puede por el frío.
“Es una situación bien compleja y bien diversa. Una de las principales sorpresas fue encontrar en la XII región personas durmiendo en la calle; las noches en que se aplicó el catastro, el 28 y 29 de julio, fueron unas de las más frías en Punta Arenas y Coyhaique y encontramos gente viviendo en esa condición.
“Hay personas que migran a las ciudades con mayores expectativas laborales y frente al fracaso se quedan, muchas veces porque no tienen como devolverse a su ciudad de origen”.

-¿Qué mitos derriba este catastro?
“Primero, que es gente bastante más joven de lo que se piensa. Desde niños se escucha del viejo del saco, o sea, del viejo que está en la calle y ésta es una realidad de personas bastante jóvenes. El promedio de edad es entre 35 y 42 años; 47 los hombres y 42 las mujeres, como promedio”.

-¿Y en cuanto al consumo de drogas y alcohol?
“En cuanto a las razones por las cuales se llega a la calle, se derriba el mito de que las personas que lo hacen tienen problemas con algún tipo de sustancia. La respuesta más frecuente de ellos, de por qué llegan a esa situación, es que tienen problemas familiares, seguido por problemas económicos y salud mental; la cuarta es de consumo.
“Y si se le aplica zoom, nos encontramos que por grupos etarios la realidad es muy distinta; entre los 45 y 54 años, la razón es el consumo del alcohol, mientras que entre los de 25 y 34 años son problemas de índole familiar y en el segmento de 60 años y más, es la soledad”.

Precisa que saber el porcentaje de quienes tienen problemas de consumo no es posible, porque el censo consideró el auto reconocimiento y auto percepción de ellos, es decir, no hubo presión para obtener esa información.

-Llama la atención que más del 85% de ellos sean hombres. ¿Eso por qué; la mujer le tiene miedo a la calle?
“Esta es una realidad eminentemente masculina. La calle tiene rostro de hombre, porque para las mujeres es mucho más difícil subsistir en esas condiciones. El medio es más agresivo hacia ellas.
“Uno conversa con los hombres que están en la calle y siempre hay una cuota de simpatía o chispa, solidaridad y cuanto uno se encuentra con las mujeres, la simple mirada de ellas es de desesperanza, impotencia.
“Las razones por las cuales las mujeres llegan a la calle son también muy distintas, lo hacen fundamentalmente, por situaciones de violencias y abusos reiterados, más que problemas de consumo”.

-Existe la idea de que el que vive en la calle es el más pobre de los indigentes ¿Es tan así?
“Es complejo definirlos a ellos como indigentes porque para nosotros la categoría de indigencia está marcada por el ingreso económico. Nosotros decimos que una persona vive en condiciones de pobreza cuando tiene un ingreso pér capita de dos canastas básicas, vale decir, de 42 mil pesos y una persona es indigente cuanto tiene al menos una canasta de 27 mil.
“Y muchas veces nos encontramos que personas en situación de calle que tienen muchos más ingresos que esos. El fenómeno tiene múltiples dimensiones, no es un tema económico. Los que están en situación de calle cargando en la Vega logran en el día mucho más que una persona que vive en condiciones en indigencia, pero, sin embargo, en la noche se consumen todo lo que se ganaron en el día”.

Yasna Provoste asegura que quienes viven en la calle no sólo enfrentan problemas de falta de trabajo, si no que también de oportunidades porque no conocen sus derechos y las posibilidades que tienen de poder acceder a terminar sus estudios o capacitarse, recibir una pensión asistencial y otros.

“Una de sus demandas más fuertes es poder terminar con la situación de discriminación que significa tener sus antecedentes manchados, ya que por ello nunca más pueden acceder a una fuente laboral. Entonces, es un círculo bastante perverso”.

La ministra no se detiene: “nadie quisiera estar viviendo en la calle”. Y lo explica en que cerca de la mitad de los 7 mil detectados duerme en hospedería, pero que el resto, lo hace, literalmente en la calle.

“Quisimos acuñar el concepto de personas en situación de calle que fuera dejando de lado términos con los que habitualmente se habla de ellos como vagabundos, pordioseros, mendigos y además, a través del término abrir una puerta de esperanza”, remarca.

-¿Qué pasa con los niños?
”Es un porcentaje inferior, son 7 mil 254 personas las que esos días estaban en condición de calle y de ellos, el 3% son niños. Es una cifra pequeña y ahí hay canales claros para poder atender esa realidad como el Sename, pero sobre mujeres y adultos, queremos generar un conjunto de medidas para que puedan conocer la red social existentes y gozar de los beneficios”.

-¿Ellos son los más vulnerables de hacer abusados no sólo sexualmente, si no en todo orden?
“Hay una proporción importante de ellos donde su propio hogar no era un lugar seguro porque sufrían abusos sistemáticos y encuentran en la calle un grupo de amigos, con el cual se protegen, comparten y forman su nueva familia.
“Claramente, los niños, por su condición, son –siempre- los más vulnerables, pero aquí hay un porcentaje de adultos mayores que también lo son. En general, las personas en situación de calle temen encontrarse con grupos de jóvenes que lo único que hacen es agredirlos, quitarles y romperles las pocas cosas que tienen. Por eso, complejo decir que los niños son los más vulnerables; la población adulta es foco de agresiones”.

-¿Otro de los mitos que se derribó es que no se trata de analfabetos?
“Muchos de ellos tienen educación, han terminado sus estudios básicos o medios; más del 80% de los que están en calle sabe leer, escribir; un grupo dice que sabía, pero que lo olvido; pero si se le compara con las cifras del Censo Nacional, hay una brecha bien importante”.

-¿Son susceptibles de ser rescatados? Porque da la impresión que muchos quieren quedarse ahí.
“Hay un grupo que lleva poco tiempo viviendo en la calle y es susceptible de ser reinsertado en la sociedad y en sus familias, pero hay otro que lleva más de 10 años en la calle y ahí, nuestra aspiración es que lo puedan hacer en dignidad y ejerciendo sus derechos”.

Los chilenos nos hemos hecho más individualistas. ¿No vemos estás realidad, no la queremos ver?
“Ésta ha sido una realidad que ha permanecido bastante invisible, lamentablemente. Muy invisible no sólo en las estadísticas sociales, el Censo no las considera, ni las Casen o Cas. Ha habido cierto deseo de no querer mirar una realidad que ha existido en Chile por más de 50 años y que fue lo que motivó al padre Alberto Hurtado a crear el Hogar de Cristo, una gran tarea que hoy permanece invisible ante los ojos de algunos ciudadanos que prefieren pasar de largo y en la esquina no baja el vidrio del auto y muchas veces sus comentarios están cargados de sesgos hacia la gente en situación de calle”.

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