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Procesar respuestas para preguntas obvias

Los libros "para y sobre solteros" tienen un retrato veloz del presente.

14 de Marzo de 2006 | 15:09 |
En "Muchos huevos", su peculiar libro de cocina, Federico Willoughby cuenta cómo una novia lo abandonó por haberle - en el instante preciso donde el hambre se convertía en una metáfora de la seducción- dado como cena puré con vienesas. Es una escena impresentable, por cierto. "En ese momento en que tú me ibas a llevar un increíble plato de comida me serviste... salchichas", le dice la chica y con eso explica el quiebre y deja zanjado el asunto. Y Willoughby se hace cargo del problema: ha escrito de vuelta una compilatoria de recetas, pero también un manual para paliar la soltería, zafar de ella, entenderla, una cosa que por supuesto no es nueva y que se emparenta con una suerte de subgénero literario nunca definido tan abiertamente.

Porque los libros para y sobre solteros son la continuación del bildungsroman, secuelas mutantes y comerciales de aquella novela de aprendizaje clásica. Una literatura, a veces frívola e implacable, o a veces abiertamente inmadura – "Alta fidelidad"- e incluso política – "Shangai Baby"- . Lo interesante en todas ellas es la presencia de un retrato veloz del presente y en esa inmediatez del registro la nula sensación de trascendencia a la que aspiran.

Se trata de un género que me provoca cierta indecisión. De ahí que por eso y tal vez lea con más atención "Generación X" de Coupland. Y aunque recomendar el libro suena algo trasnochado, es un texto que me parece cada vez más actual porque, una vez omitido el soundtrack tipo Cameron Crowe, el libro se vuelve más atemporal, más surreal y más cruel. Pasada la era grunge, la anécdota brota nítida: tres solteros que se cuentan historias imposibles o apocalípticas o líricas en medio del desierto, mientras se entregan dulcemente al hastío y lucen como sobrevivientes de una catástrofe donde la realidad ha adquirido el espesor de una serie de televisión.

Lo interesante es que el modelo - el de un Boccaccio kistch- late a veces también en el resto de los libros mencionados, junto con exponentes locales como el citado "Muchos Huevos", "Happy hour" de Claudia Aldana o "Corazón disléxico" de Luis Emilio Guzmán. Una literatura que trata de procesar respuestas para preguntas obvias que ya no lo son tanto, en cómo armarse un mundo con miradas que dejaron de tener sentido. Así, entre el miedo a la adultez y la celebración de una juventud que se escapa, lo que hay en el fondo es una literatura sobre el miedo, donde los narradores se aferran a las pocas certezas que les quedan y se esfuerzan por inventarse otras nuevas: el sexo sin amor, el amor sin sexo, las canciones pop, los amores perdidos, las epifanías cotidianas, el paisaje, la rabia. Pero nada asegura que eso tenga sentido, que funcione.

Por supuesto, no va a pasar. Es una ilusión: Fitzgerald - experto en solterías y matrimonios diversos- escribió "Babilonia revisitada", que a lo mejor trata de lo anterior. Ahí, un héroe - el mismo héroe paradigmático que corría tras las flappers- llega a un París donde ya no queda nada. El personaje "no volvería a ser joven, lleno de las mejores ideas y los mejores sueños", anota Fitzgerald y tiene algo de razón, confirmando esa evanescencia de la literatura soltera, su frivolidad natural que encubre una pelea contra el desespero más profundo, su necesidad de ser escrita y leída una y otra vez intentando atrapar algo - el amor, el sentido de la vida, lo que sea- un presente que corre, como dice Bukowski, como caballos salvajes sobre las colinas.