Un porcentaje nada despreciable de adolescentes chilenos no la está pasando bien. O se sienten solos, o tienen poca comunicación con sus padres, no cuentan amigos en quienes apoyarse, o han tenido ideas suicidas e, incluso, han hecho un plan para concretar ese pensamiento.
Así lo mostró la encuesta mundial sobre salud escolar, hecha en 2004 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y dada a conocer hace unos días por el Ministerio de Salud. Cifras que, para los especialistas en salud mental adolescente, prenden una luz de alerta acerca de cómo los escolares de 13 a 15 años están viviendo las exigencias de la vida moderna.
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Esta encuesta habla de un adolescente que podría ser más vulnerable a caer en conductas de riesgo e incluso desarrollar algún tipo de trastorno psiquiátrico", advierte la doctora Carola Álvarez, psiquiatra infanto-juvenil y directora del comité de siquiatría del congreso que en octubre desarrollará en Viña del Mar la Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y la Adolescencia (Sopnia).
Diferencias claves
Los especialistas acentúan que sentimientos como los descritos no se deben considerar como "cosas de la adolescencia" y, por lo mismo, dejarlos pasar.
En cifras |
21,7% de los niños y niñas de la Región Metropolitana (RM) ha pensado seriamente en la posibilidad de suicidarse, en
el último año, según la encuesta de la OMS.
16,5% de los escolares de la VII Región hizo un plan acerca de cómo tratar de suicidarse, en el último año.
9,5% de los niños y niñas de la RM se sintió tan preocupado que tuvo dificultades para dormir en el último año.
45,4% de los escolares santiaguinos dijo que sus padres y apoderados escucharon y se preocuparon por sus problemas.
42% de los niños de Santiago dijo que sus compañeros de curso fueron amables y les ayudaron.
Riesgo
La pobreza es siempre un factor de riesgo para la salud mental adolescente. |
"Una cosa es que se 'bajonee' porque terminó con el pololo o se peleó con una amiga y pase unos días triste, a que ese hecho la incapacite, interfiera en su vida diaria y persista por más de una semana", ejemplifica la psiquiatra infanto-juvenil de Clínica Las Condes, Flora de la Barra.
En la adolescencia, es natural que los hijos estén más pensativos, quieran más autonomía y, por lo mismo, les pongan distancia y límites a sus padres. También que estén más callados y pensativos, porque están determinando quiénes sony cuál es su relación con los otros.
En ese contexto, pasará que se aislarán largos ratos de la familia y "marcarán" territorio, pero se seguirán comunicando con sus padres.
Distinto es que corten todo tipo de contacto con la familia, dejen de ver a sus amigos, que cambien sus hábitos alimentarios, bajen drásticamente el rendimiento escolar o que hablen de que no quieren vivir, porque eso no es parte de la crisis de la adolescencia, sino que algo más complejo.
"Que le diga al papá que cuando se muera quiere determinado epitafio no es lo mismo que expresar la intención de suicidarse o incluso llegar a planificarlo", diferencia Rosa Ana Verdi, sicóloga clínica especialista en sicoterapia sistémica de la Clínica Indisa y académica de la Universidad Andrés Bello.
La doctora Álvarez pone acento en que
es esencial que los adultos presten atención a esas verbalizaciones de lo que sus hijos adolescentes están sintiendo y no las justifiquen como parte de una "crisis adolescente". "También es importante que la familia sea flexible a los cambios que ese hijo está experimentando. Y que le deje claro que están disponibles emocionalmente, aun cuando los hijos estén en el normal proceso de autonomía", señala la especialista.
Porque
ese sentimiento de soledad que aparece expresado en la encuesta de la OMS tiene mucho que ver con que los adolescentes sienten que no cuentan con alguien emocionalmente disponible para que los escuche, agrega la doctora Álvarez.
A veces eso pasa porque los mismos padres se inhiben de acercarse a sus hijos, por los continuos rechazos que reciben. "Pero, aunque el hijo se aísle e incluso pida no ser molestado, es fundamental que el papá o la mamá le digan que notan que está sufriendo y que quieren que sepa que están con él. Y eso les llega muy claramente", comenta la doctora De la Barra.
Poner atención
Lo importante, añaden las especialistas, es estar atentos a lo que está pasando con los hijos. Algunas familias podrán hacerse cargo del problema. Otras, en cambio, necesitarán ayuda.
Lo más probable es que entre las primeras estarán aquellas que son más cálidas y acogedoras, mientras que las más rígidas y pocos dadas a escuchar suelen ser un factor de riesgo para esos adolescentes. "
Muchas veces hay que abordar a la familia completa, porque si tratas sólo al niño, al final sólo logras acabar con ciertos síntomas, pero como el problema sigue, comienzan a aparecer otros", precisa Verdi.
En ese sentido, para la doctora Flora de la Barra, la encuesta de la OMS y sus resultados también son una oportunidad para iniciar programas de prevención en salud mental que deben incluir a la familia (promoviendo la comunicación entre sus miembros), al colegio (en la forma como se exige y se enseña) y también a los medios de comunicación, para que difundan actividades que ayuden y favorezcan la salud mental.