Mientras se acomoda en la silla, porque la entrevista lleva ya mucho rato, explica que una de las cosas que más le costó asumir fue el dolor de los otros, especialmente cuando llegaban al hospital y lloraban.
Recuerda que en los primeros días, muchos de sus amigos o conocidos pensaban ¡Cagó David, se va a morir este weón!, porque él era un muy buen deportista, iba mucho al gimnasio, trotaba. Le parece legítimo que lo hayan pensado, porque era una experiencia nueva para todos.
-¿Cuál era tu reacción frente a ellos?
"Era muy pesado. Les decía ¿qué te pasa weón, por qué estai llorando? ¡Estoy vivo, estoy vivo!, podríamos no estar teniendo esta conversación. Y se iban todos choqueados".
-¿¡Disfrutabas de eso!?
"No, no, estaba muy enojado. Me costó entender que estaban profundamente afectados y atemorizados, también. Después, me fui dando cuenta que les importaba y por eso lloraban".
Destaca la presencia y el amor incondicional de su madre, que estuvo siempre apoyándolo y dándole ánimo. También de su familia."Pero es un amor expectante, porque están contigo, pero no saben qué necesitas ni qué deben hacer para ayudarte. Están para acompañarte, porque, al final, nadie te puede ayudar mucho", dice.
-¿Y tú sabías qué hacer?
"Tampoco. Se va construyendo en el camino, preguntándole a otros y poniendo a prueba lo que otros me han dicho; lo pruebas, lo adaptas a tu condición y creas tus propias maneras de reencantarte y de rearticular tu vida. Tienes que ser súper creativo".
David Albala Cardemil nació el 12 de noviembre de 1971 en Santiago. Estudió siempre en el Colegio San Agustín de Ñuñoa, luego periodismo en la Universidad Andrés Bello y cine en el Instituto Chileno-Norteamericano.
Su nuevo proyecto es hacer una película sobre seis mujeres discapacitadas de distintos países latinoamericanos "que luchan en sus respectivos pueblos para lograr cambios culturales y sociales de reivindicaciones para los discapacitados de sus países". Cuenta que esa mañana, mientras se duchaba –"uno de mis momentos creativos"- pensaba cómo abordar el tema desde una perspectiva que no fuera muy masculina, en cómo acercarse a ellas: "Es que se me olvida que soy discapacitado, se me olvida que ando en una silla de ruedas, porque ando preocupado de otras cosas".
-La silla ya es como una prolongación de tu cuerpo.
"Claro, pero se me olvida que formo parte de una comunidad que tiene discapacidades físicas o sensoriales y que es discriminada. Cómo no va a serlo, si a nosotros mismos se nos olvida que tenemos una limitación y andamos preocupados de otras cosas que son más trascendentes, como los proyectos, los anhelos, los trámites que hay que hacer.
"Se me olvida, porque… ¡no me afecta! (sube la voz). Te acuerdas cuando te ves limitado desde afuera, porque te creen incapaz de un montón de cosas".
-¿La discriminación pasa por la ignorancia?
"Claro, porque te creen incapaz o no preparado para un montón de cosas de las que sí eres capaz y no tienes cómo demostrarlo. Por eso digo que la comunidad discapacitada necesita que se la ponga a prueba y así se den cuenta que pueden contar con nosotros para construir un mejor país, un mejor Chile. Frente a tu duda, ponme a prueba y, luego de ella, cuenta conmigo".
-¿Qué esperas del futuro?
"Quiero seguir trabajando en esto, en lo audiovisual. Hacer películas, programas de televisión. Me abro a todas las alternativas que tengan que ver con la creación y la producción audiovisual. Voy a escribir el libro 'PersPerPlejia', para cerrar el capítulo de la discapacidad y que me reconozcan como creador, no como David Albala, el discapacitado.
"Pero también estar vinculado a temas que tengan que ver con la responsabilidad social, porque esto también me ha acercado a cosas que tienen que ver con el desarrollo social y que, aparentemente, podrían ser entendidas como algo fome, poco atractivo…"
-¿A ti también te sonaba fome?
"Sí, claro, fomísimo. De hecho (se ríe) una serie sobre personas con discapacidad no la hubiera hecho jamás antes, jamás. Me esforcé intensamente en que fuera muy entretenida, porque el enfoque tiene que ver con cómo se enfrenta y se resuelve la vida de cada persona".
-¿Hay alguna pregunta respecto de tu vida diaria que te incomode o te parezca morbosa?
"Sí y no. Si tienes interés legítimo de saber cómo voy al baño o si tengo vida sexual, no me molesta que lo preguntes, porque es parte de las cosas que no sabes y quieres saber. Ahora, si tu intención es quedarte sólo en eso, entonces, sí, me molesta, me parece morboso y de una pobreza enorme de espíritu".
Aunque la polola que tenía al momento del accidente no pudo asumir la situación y se alejó de David, él hoy es feliz junto a Josefina, quien se enteró que no podía caminar el día que la invitó a comer. Se conocían de antes, pero ella no sabía del atropello."Se subió al auto y creyó que andaba con una bicicleta, le dije que no exactamente, que estaba parapléjico… seguimos hablando y, desde ese día, no nos separamos más".
-¿Qué es lo que más te ha costado enfrentar, lo psicológico, lo físico?
"No tiene que ver con la discapacidad, no, lo que más me cuesta es, quizás, lo mismo que te cuesta a ti, ganarte la vida todos los días".
-No, me refiero a qué te provocó más temor al enfrentar la paraplejia.
"Nada. Todo era entretenido, algunas cosas más que otras, tal vez… Lo que más me costó, quizás, allá en la casa de mi mamá, a los cuatro meses… tenía miedo de saber si alguien algún día alguien me iba a querer, saber si iba a poder trabajar y si alguien iba a querer trabajar conmigo.
"Bueno, hasta ahora, todos los trabajos me los he tenido que inventar; nadie me ha contratado nunca, nunca nadie me ha venido a buscar para hacer algo".
-¿Antes te venían a buscar?
"No, o sea, sí, era parte del equipo de 'Patiperros'. Pero nadie me ha venido a buscar para trabajar conmigo. Parece que el sino del emprendedor es siempre estar solo, trabajando y formando equipos".
Vuelve atrás y dice que lo que más susto le daba era si le iba a gustar a las mujeres. "Yo llevaba tres años soltero antes del accidente, antes de volver con mi ex en el hospital. Siendo súper guapetón y yendo al gimnasio, no me pescaba ni una mina; entonces, quien me iba a pescar después… si caminando no me pescaban, menos en silla de ruedas. Dije ¡Aquí cagué, directo al celibato per secula seculorum!. Estaba equivocado".
Ya no practica deportes, sólo se entrena en el gimnasio. Le encanta la música, incluso fue parte de un grupo rock y tomó clases de canto en la escuela de Myriam Hernández. "Dejé el canto después del accidente, por una cuestión del diafragma, porque la lesión es al nivel del pecho. Podría entrenarme, pero no lo haría bien y me gusta hacer todo perfecto".
También le gusta la lectura, pero lee menos que antes. "Estoy leyendo un libro que me encanta –'Padre rico, padre pobre'-, no es una novela, es como un ensayo sobre la relación que tenemos culturalmente con el dinero. He aprendido una cantidad de cosas impresionantes sobre mí mismo con el libro; ha sido súper sanador".
-¿Quieres tener hijos?
"Sí, quiero… pero no es una prioridad, porque tengo temas pendientes con mi profesión".
-¿Vicio privado?
"No puedo contestar esa weá, porque es demasiado privado… bueno, hacer realidad mis fantasías sexuales".