Disfrutan de lo mejor de dos mundos. Tienen entre 18 y 30 años, viven con sus padres y trabajan. No quieren casarse ni tener hijos porque priorizan su carrera y las actividades de tiempo libre.
Son los "adultos adolescentes". Así los califica Luis Alfredo Lagos, gerente general de Research International Cadem, empresa que realizó un estudio entre 426 personas de ese rango etario de todos los estratos sociales (excluyendo el grupo E).
El 85% son solteros y el 88% de ellos no ha dejado el hogar paterno. Sin embargo, tienen cierta libertad, pues el 47% del rango 25 a 30 años se dedica exclusivamente a trabajar y el 19% estudia y trabaja, por lo tanto, cuentan con una cuota de independencia económica.
A juicio de Lagos, este nuevo grupo (2.400.000 de personas, según el último censo) presenta un gran potencial para las estrategias de marketing de las empresas.
"No son dueñas de casa ni hombres que trabajan para juntar plata para casarse, sino que ocupan su tiempo libre para hacer vida social o viajar", explica Lagos.
Por eso, el matrimonio y la paternidad no están entre sus prioridades.
Aunque el 65% de estos jóvenes pleanea casarse -pero no antes de los 30 años-, tres de cada cuatro personas que tienen entre 25 y 30 años son solteras y el 15% no proyecta ni siquiera tener pareja.
Y a pesar de que se dice que las mujeres tienen el vestido de novia en la cartera, las cifras muestran lo contrario: el 16% de ellas no se proyecta ni casada ni en pareja, versus el 9% de los hombres.
Los 30 también es la edad que aparece ideal para comenzar a tener hijos. En el rango etario analizado, sólo el 26% son padres, cifra que aumenta en los estratos sociales más bajos. Entre quienes aún no han formado familia, el 90% planea hacerlo.
Ricardo Paredes, académico de Ingeniería Industrial de la Universidad Católica, asevera que la postergación de la paternidad "responde a un fenómeno mundial porque una de las inversiones más rentables que existe es la educación superior".
El 76% de los encuestados tiene o cursa estudios superiores, pero se genera una brecha entre niveles socioeconómicos. Por cada tres jóvenes ABC1 que asisten a la universidad, sólo dos del D lo hacen, consigna la investigación.
Una vez de lleno en el mundo laboral, la mayoría (63%) prefiere buscar la mejor alternativa antes que la estabilidad. Por grupo socieconómico, es ésa la opción del 73% del ABC1 y del 56% del grupo D. Por género, están prácticamente empatados (hombres, 62% y mujeres, 64%).
Esto refleja que "el medio es inestable y las carreras se hacen a través de cambios de empleo. Hoy ninguna empresa seria puede prometer estabilidad laboral", declara Paredes.
Los números lo avalan. El estudio revela que cada joven ya ha tenido 4,5 empleos en promedio, habiendo obtenido su primer puesto a los 18 años. Mientras el promedio de tiempo requerido para encontrar el primer trabajo es de 3,3 meses, a las mujeres les tomó 4,5 meses y a los hombres, 1,9.