Si alguna vez disfrutó del programa “Plaza Italia” conducido por Marcelo Comparini, bueno, quienes eran sus entrevistados y él, disfrutan de los muebles de www.walther.cl.
La microempresa de esta joven diseñadora no sólo ambientó ese set de televisión, sino que también ha realizado muebles para otros programas como “La Pluma” de Pamela Jiles, “La tele y yo” de Julio César Rodríguez y “Telenoche”.
Además ha nutrido de su diseño a películas chilenas como “La mujer de mi hermano” y los backstage de diversos conciertos y matrimonios. De hecho, la pequeña tienda de Bilbao queda vacía los fines de semana, porque los muebles que están en exhibición parten en arriendo a algún evento.
Ingrid Walther dio sus primeros pasos -de manera informal, como ella describe- el 2002. Pero ya el año pasado resolvió, con su socio, formar una sociedad anónima ante el expansivo crecimiento del proyecto.
Aunque su estilo es más bien moderno, vanguardista, también tiene algunos productos barrocos, Art decó o vintage. Lo suyo es diseñar, por eso, no sólo se limita a crear un sofá, sino que puede emprender el proyecto de decorar todo un departamento.
Para dar soluciones integrales, paralela a la tienda, creó dos galerías –una de artes y otra fotográfica- en donde ofrece obras de diversos artistas sin comisión de por medio, lo que las hace más asequibles. En esto ha jugado un papel fundamental su página web.
Tanta claridad en los negocios no era la que expresó al momento de decidir su carrera. Se tituló el 2001 de diseño industrial en la Universidad Diego Portales.
-¿Eras de las que andaba haciendo croquis (dibujos) en todos lados?
“Sí, andaba como por arte, pero también, desde chica tuve el área comercial muy desarrollada; siempre andaba vendiendo cuestiones, siempre ingeniándomela. Además, mi familia tiene una fábrica del rubro metal-mecánica, todos son como independientes”.
-¿Por qué no comercial, entonces?
“Es que me gustaban las dos cosas y por eso me metí a diseño y me quedé con industrial. Casi entro a diseño gráfico, pero menos mal que no lo hice; la Diego Portales tiene un plan común un año y después uno puede decidir y yo opté por industrial porque me dije me encantan las herramientas, todo lo que es volumen y me fui para allá”.
-O sea querías hacer cosas con cierta utilidad.
“Claro, en el camino me fui dando cuenta de eso”.
-¿Eso explica que te hayas lanzado a la piscina y empezado tu propio negocio?
“Totalmente, creo que es innato. Es una cuestión propia de cada persona, si yo paso revista entre mis compañeros, son pocos los que están independientes.
“Además, es súper complicado en Chile hacer algo; hay muchas trabas económicas y pocos pueden lanzarse con una empresa y más donde se deben tener muestra de productos, un capital de trabajo inicial importante”.
La familia materna de Ingrid Walter ha sido empresaria toda la vida; de hecho, hasta hace poco, su madre y sus cuatro tíos manejaban la empresa, pero ella resolvió iniciar su proceso de jubilación e irse a vivir a España.
-¿Debió servirte eso?
“Sí, uno aprende mucho al ver la empresa familiar. Uno ve los conflictos que se hacen por el miedo a meter gente externa, por el temor al robo, a no soltar la información. Ellos me apoyaron al principio prestándome máquinas y camionetas, pero nada más”.
-¿Nunca te viste en una oficina dependiente?
“No, primero, son pocas las empresas grandes que invierten lucas en los diseñadores y además, los sueldos son bajísimos, estamos hablando de 200 o 300 mil pesos para un diseñador titulado y sin contrato, o sea, el tema como que estaba muy viciado.
“Lanzarse con una empresa es súper complicado, el apoyo de los bancos es casi nulo”.
-Pero lo hiciste.
“Es que tenía una mezcla, como que las ganas, las garras y la fuerza para hacerlo. Además, tenía las personas indicadas con las cuales asociarme y eso hizo que se diera todo”.
-¿Nunca te dio temor encalillarte?
“Todo el tiempo uno tiene temor (se ríe), hasta el día de hoy. Uno se encalilla con un poquitito y después se va encalillando con más, pero creo que el que no se arriesga, no cruza el río. Eso es básico, porque si siempre estás temiendo a las deudas, los créditos, no vas surgir por ningún lado”.
-¿Y cuál es tu tolerancia al riesgo?
“Soy bastante arriesgada, la verdad. Hasta este minuto no ha llegado el momento en que diga hasta aquí no más, creo que todavía queda mucho, mucho por arriesgar”.
-¿Y qué te hace tomar un proyecto o rechazarlo?
“La rentabilidad. Eso es lo que tengo que hacer ahora para que la empresa crezca, pero obviamente voy a hacer algo, algún mueble, espantosamente horrible y contra todo mi estándar. Yo rechazo proyectos porque no van con lo que hago o se salen de mi negocio, pero tengo que hacer rentable la empresa. Tengo que mezclar el deseo de innovar y buscar rentabilidad, no me puedo olvidar que esto es un negocio.
“Creo que eso es súper importante, si uno se enamora del producto, pierde el foco del negocio. Si yo me enamoro de esto y el día de mañana no es rentable, o sea… Walther duró cuatro años y chao y ésa no es mi idea.
“Creo que eso le pasa a las empresas familiares, como que después se quedan moviendo la plata y no tienen crecimiento.
“Walther está haciendo esto ahora, pero no sé en que voy a estar en 10 años más; hay que estar siempre viendo lo que pasa con el mercado, de eso depende qué estaremos fabricando o a lo mejor, exportando”.
-O sea, no trabajas por puro amor al arte.
“Creo que la gracia es que puedo vivir de esto y además me encanta lo que hago”.