Con dos hijos veinteañeros de su primer matrimonio, Mariana se aventuró hace 7 años a iniciar una nueva relación que la tiene más que contenta.
Hoy, a los 52 años, mira para atrás y recuerda con un suspiro que vivió todas las tensiones que experimentan todas las mujeres que trabajan.
“Todas los que te puedas imaginar –insiste-; de esas de llamar a la casa, cuando eran bien chiquititos, y que no te contestara nadie... la nana se había desmayado; fueron cosas atroces”, afirma.
Asegura que si bien hubo algunos períodos en que “me los perdí”, siempre estuvo muy encima de ellos. “El cambio cuántico en mi vida fue cuando ellos ya pudieron marcar el teléfono y decir estoy solo”, agrega.
-¿Y hoy cómo vives tu maternidad?
“La sigo viviendo con la mitad de la cabeza en la casa y la otra en el trabajo... Es verdad que yo me muero si no trabajara, pero mi concepción es que hay que cambiar el estilo de trabajo, todo.
“Bueno, hoy en mi casa no hago nada, mi marido es el que ha asumido casi todas las responsabilidad, pero igual, algo hay acá (y se toca el pecho) que hace que yo esté pensando si los niños habrán llegado de la universidad. El tema de la responsabilidad última es un tema que tenemos metido dentro de nuestro cromosoma; aunque no estés a cargo de las compras, si falta algo, igual tu marido te mira con cara de (hace una mueca). Es una responsabilidad última que yo siento que pesa”.
Aún así no puede dejar de declarar: “No hay nada más entretenido que ser mamá y trabajar, si mi vida fuera unifocal como la de los hombres, la encontraría muy aburrida y si fuera sólo trabajo, más, súper aburrida”.
-¿Qué dicen tus hijos?
“Ellos están súper orgullosos de su mamá y son súper apoyadores. Ahora que están más grandes son una ayuda objetiva; si llego mal o triste y no está mi marido, están mis hijos. Cuando tengo problemas, los converso con los tres”.
Mariana Schkolnik tuvo la oportunidad de estudiar en París con cierta libertad porque su maternidad fue tardía, según ella; a los 29 y 31 años. No duda ni un segundo de haber optado por tenerlos en Chile y quedarse aquí y no en otro país, porque la calidad de vida y las redes de apoyo en otras partes no existen.
“Yo me despierto todos los días y digo ‘gracias’, todos los días. Soy súper agradecida de la vida, incluyendo las cosas buenas y malas de mi vida, y le he enseñado a mis hijos exactamente lo mismo; que sean receptivos de las cosas nuevas”, dice.
Se declara muy gozadora; le encanta cocinar, placer que hace en compañía de sus tres varones, con quienes también comparte el gusto por la música o un programa de televisión.
-¿Te das tiempo para hobbies?
“No tengo, pero lo que más me gusta es estar echada en la casa o disfrutar la hora de comida todos juntos. Esa es la hora más rica del día porque cada uno cuenta todo y lo compartimos”.
-¿Defiendes tu minuto de ocio?
“Absolutamente, es fundamental. O sea, si tengo mucho trabajo, prefiero irme a la casa, comer con ellos, descansar y después seguir trabajando en la noche. El espacio con mis hijos, cuando estaba sola, separada, y ahora, en pareja, es resguardado por todos; todos se apuran para llegar”.
Jefa de hogar durante cinco años, entre separación y nueva pareja, Mariana asegura que ellos fueron años muy duros, “atroces”, pero al final todo salió bien. “Me propuse como objetivo mantener el estándar de vida de los niños y mejorarlo y para eso hice 400 millones de consultorías paralelas a mis trabajos: Afortunadamente me fue bien, pero pase períodos de angustia económica heavy”.
-¿Las mujeres tienen una fortaleza especial para enfrentar esos momentos?
“Creo que eso que se dice de que una está dispuesta a hacer cualquier cosa porque necesita plata es verdad. A mí me impresionada cuando escucho a hombres decir que están cesantes hace 8 meses, un año. Yo no podría... aunque fuera salir a vender flores, pero uno no se puede dar ese lujo porque no te ofrecen la pega correcta. Hice trabajos para los que no estaba preparada o viaje a países terribles sola, por un mes, para una consultoría y apechugue no más”.
-¿Eso pasa porque las mujeres no ponen su valor en el trabajo?
“Claro, yo no me siento subvalorada si tengo que ir a hacer una consultoría sobre las hormigas en Tombuctú. Si necesito plata, lo voy a hacer, no pongo el estándar de calidad del trabajo primero, pongo la subsistencia de la familia; de todas maneras.