La investigación científica actual permite proponer que los antioxidantes, provenientes de las frutas, las verduras, el vino y el aceite de oliva, y los ácidos grasos omega-3, del pescado y los vegetales, son los que encierran el secreto de las bondades de estas dietas.
La implementación de esta dieta en múltiples países resulta una necesidad, ya que tiene importantes consecuencias para la salud pública. Chile no escapa a esta realidad. Un diagnóstico adecuado o el reconocimiento de las características culturales de la dieta mediterránea debería permitir, en Chile y países similares, desde el punto de vista nutricional, definir estrategias adecuadas para la protección y mejoría de los hábitos alimenticios.
Componentes y hábitos alimentarios característicos de las dietas mediterráneas
Frutas y verduras en abundante cantidad.
Alimentos frescos mínimamente procesados.
Aceite de oliva como principal fuente de grasa.
Cereales, principalmente, pan y pastas, a diario.
Legumbres, semillas, nueces y frutos secos, diariamente.
Productos lácteos, principalmente fermentados, yoghurt y quesos, consumidos todos los días en moderada cantidad.
Huevos 1-4 por semana.
Pescado consumo moderado (2-4 veces por semana).
Ave consumo moderado (2-4 veces por semana).
Carnes rojas consumo en pequeña cantidad o algunas veces al mes.
Vino consumo moderado (1 a 2 copas al día) y en forma regular, principalmente, con las comidas.
Uso habitual de especias y condimentos variados como limón, vinagre, ajo hierbas aromáticas, menta, orégano, canela, etc.