Es más que simple consumismo. La próxima edición del "Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales" de Estados Unidos catalogará la compra compulsiva dentro de su listado de patologías.
Una novedad, ya que hasta ahora la impulsividad por comprar sólo se consideraba parte del trastorno bipolar -en el que los pacientes se sienten exaltados anímicamente, por lo que gastan dinero de manera desproporcionada-, de la depresión o una conducta característica de personas con niveles elevados de ansiedad.
El siquiatra de la Clínica Las Condes, especialista en adicciones, Daniel Seijas, reconoce que le han llegado pacientes con síntomas de compra compulsiva, sin que esté presente otra patología.
Pacientes que gastan un millón y medio de pesos al mes por la sola satisfacción que les produce el acto de comprar.
Características del mal
El 6% de las mujeres y 5,5% de los hombres en Estados Unidos sufren esta patología, y las cifras van en aumento.
En nuestro país no hay estudios al respecto, pero la sicóloga y docente de la Universidad Central, Marisol Unirazo, cree que no sería difícil que en Santiago el número sea similar.
Sin embargo, agrega, "es un mal subdiagnosticado, ya que los pacientes en general sólo llegan a tratarse si son impulsados por su familia o motivados por algún otro trastorno".
¿Cuándo se puede hablar de adicción? Según el doctor Seijas, es normal excederse alguna vez en las compras, pero es tajante al dar a conocer las características del adicto: "La conducta se vuelve repetitiva, no controlable, afecta a la persona y a los demás tanto en la parte económica como en la generación de conflictos. El paciente es consciente del problema, pero no logra controlarlo".
El nuevo mal del celular |
Una reciente "adicción" detectada por los expertos es generada por el uso compulsivo de teléfonos celulares y agendas electrónicas. Según un nuevo estudio de la Universidad de Florida en Gainesville (EE.UU.), un creciente número de personas sufre estados ansiosos cuando se ve obligada a apagar su teléfono, y, en el caso de que olviden el celular en la casa, no logran disfrutar de la actividad que desarrollan.
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Y no importa si es hombre o mujer, ni la condición social, aunque sí se ha visto que esta adicción suele presentarse con mayor frecuencia en las personas de edad media.
La sicóloga Marisol Unirazo sabe por experiencia propia que estos pacientes pierden el juicio de realidad. Hace poco atendió a una mujer que no pudo terminar el tratamiento debido a la bancarrota en que terminó debido a sus compras excesivas.
"Tener el objeto no le da ningún tipo de goce, es el acto de comprarlo el que genera placer. En ese momento se cumple una mínima fantasía de poder, pero la verdad es que ese objeto no lo va a compensar y por eso se vuelve compulsivo", explica.
El clóset de Amelia S. está atiborrado de ropa. Muchas prendas siguen con la etiqueta puesta porque nunca las ha usado, pero eso no es un impedimento para que siga comprando.
Cuando va al mall no puede dejar de salir cargada de bolsas.
"Cuando me gusta algo y no me lo compro me queda dando vueltas en la cabeza. Puedo volver al día siguiente a comprármelo o incluso, aunque vaya saliendo del mall, doy media vuelta en el auto y voy a buscarlo. He quedado medio desfinanciada por comprarme abrigos, por ejemplo, y después me siento culpable. Duele ver el clóset con tanta ropa que no me he puesto, y ahí me pregunto: ¡para qué me compré poleras si tengo tantas!".
La culpa que siente Amelia es propia de la adicción, y como explica el siquiatra de la Clínica Alemana, Alejandro Koppmann, "la culpa hace que a veces estos pacientes lleguen a ocultar su conducta a sus cercanos y amigos".
Para terminar con la adicción, lo primero que hacen los especialistas es ver cuáles son los factores que le provocan la ansiedad al paciente y qué conflictos hacen que busque la satisfacción en la compra.
"Lo segundo es tratar de controlar la conducta, ayudarle en el manejo de la ansiedad y resolución de conflictos", explica Seijas.
También se usan fármacos, como antidepresivos, y ayudas conductuales, como aconsejarle al paciente que no maneje dinero, que utilice sólo tarjetas en las que pueda controlar sus gastos, que salga con un chaperón, o que por un tiempo le encargue a alguien hacerle las compras.
Amelia está tratando de salir de su adicción y de dejar atrás la época en que visitaba el mall tres veces en una semana.
"Es un esfuerzo, pero estoy tratando de no comprar tanto. Por ejemplo, ahora en las liquidaciones he tratado de no ir a las tiendas o intento ponerme un límite de plata para gastar. También es bueno ir con mi hija. Si voy con ella me controlo más", señala.