En un mundo de constantes cambios, y donde conceptos como familia, paternidad y valores están cada vez más difusos, este prestigioso terapeuta francés entrega a los padres las claves para educar hijos en este escenario de aparente inestabilidad: "Hay que criarlos de manera tal que logren apreciarse a sí mismos, que tengan un lugar. No abandonarlos. Y éste es el desafío más importante que tenemos: concebir un discurso que pueda alojarlos dentro de la economía global".
05 de Septiembre de 2007 | 10:42 |
Eric Laurent es un sicoanalista ampliamente conocido en Francia. Fue uno de los más destacados alumnos de Jacques Lacan a finales de los años '60, y trabajó durante más de veinte años en Sainte-Anne, uno de los hospitales siquiátricos más prestigiosos de Francia, cuya fundación se remonta a los tiempos previos a la Revolución Francesa. Profesor de la Universidad de París VIII, viaja por el mundo dando charlas, sus artículos han sido traducidos a siete idiomas, y una docena de sus libros han sido publicados en español.
Laurent, gran crítico social, parte de la base de que la sociedad actual está pasando por un momento de crisis, y que, por lo tanto, las formas de criar de antaño están totalmente obsoletas para las necesidades que demanda la sociedad actual. Por eso, el énfasis de Laurent, que plasmó en su libro "Sicoanálisis con niños", está en enseñar a los padres a enfrentar la formación de sus hijos en tiempos de cambio.
Para Laurent, en estos momentos de transición e inestabilidad los niños son las primeras víctimas. Según su visión, eso se refleja, por ejemplo, en el aumento de los problemas de concentración y disciplina de los alumnos dentro de las escuelas. También, a través de la violencia física y sicológica que se da entre los más chicos, y a través de la cual no hacen más que demostrar su incorformidad con la manera en que se les está presentando el mundo. "Todo este sufrimiento funda la idea de una patología de la infancia y la adolescencia", argumenta el especialista.
¿Cómo abordar la crianza? La clave, según Eric Laurent, está en los mismos niños: ellos siguen anhelando pertenecer a una familia y tener padres que los acompañen en su camino hacia la adultez.
- Usted ha dicho que "allí donde no hay más familia, ella subsiste a pesar de todo". ¿Qué es lo que aún subsiste del concepto de familia, a pesar de los cambios? "Una de las discusiones entre las sociedades de los países hoy es qué es lo que se puede llamar "familia" alrededor de un niño. A partir de un momento que se puede pensar como el fin de una cierta forma tradicional de familia, también se desplazó la manera en cómo se articulaba la autoridad. Además, con la separación entre acto sexual y procreación y con la procreación asistida, vemos una pluralización de formas de vínculos que permiten articular padres y niños fuera de la forma tradicional, y esto vale tanto para las familias monoparentales como cuando hay varias personas que se ocupan del chico. ¿Qué es lo que subsiste, entonces, del concepto de familia? El ser una entidad que permite transmitir los bienes y articular los derechos, aunque lo que la represente ahora sea una oposición al modelo de familia tradicional, de la antigüedad".
- Actualmente, los nuevos roles de las mujeres en el trabajo y las innovaciones de la ciencia llevan a escenarios impensables en cuanto a los modos de reproducción. ¿Cómo afecta esto a la visión de los niños sobre la paternidad? "En todas estas variaciones o creaciones diversas sobre lo que es familia, distintos discursos van a entrar en conflicto sobre lo que son el padre o la madre. Pero lo que vemos es que nadie quiere tener hijos sin padres. ¿Cómo orientarse, entonces cuando el niño es concebido por fertilización asistida con donante anónimo, por ejemplo? Los niños en la escuela le dicen: "¿Dónde está tu padre?". Y el niño contesta: "Yo no tengo padre". ¿Cómo no va a tener un padre? Eso es imposible... ¿Cómo va a contestar y sostenerse con eso? ¿Cómo va a inventar una solución, un discurso posible? El sicoanálisis puede ayudar a que en estas circunstancias el niño o la madre puedan orientarse en un espacio en el cual sea posible usar los términos padre-madre, de una manera compatible con el discurso común".
- Usted ha dicho que en los momentos de grandes cambios, los niños son las primeras víctimas. ¿Cómo afectan a la infancia los cambios que sufre la sociedad? "Las patologías de los niños se ven a través de las quejas de los que están a cargo de ellos, especialmente de los profesores. Una dificultad para los niños de hoy - y lo vemos en la enorme cantidad de casos diagnosticados con déficit de atención o hiperactividad- es la de poder quedarse sentados cinco horas en una escuela, lo que no sucedía en otras sociedades. Lo curioso, también, es que parece como una epidemia el hecho de que hay más y más chicos que no pueden renunciar a este goce de cuerpo a cuerpo, de las peleas, la agresión física, sin hablar de la violencia desproporcionada, característica de las pandillas de adolescentes. Todo este sufrimiento funda la idea de una patología de la infancia y la adolescencia. Se dice que los chicos no soportan las prohibiciones, no toleran las reglas".
- ¿A eso responde el escenario que hoy se vive en los colegios? "Al exponerlos a todos al mismo dispositivo, el de la educación universal, aparecen patologías que no estaban antes. Por otro lado, con la precarización del mundo del trabajo, cada vez más niños son abandonados. Antes tenían madres para ocuparse de ellos. Ahora lo hace el televisor. La televisión es como una medicación, como darles un hipnótico que los haga dormir. Cuando el único ritual es la televisión, comer delante de ella, hablar sobre ella o quedarse en silencio frente al aparato, pierde influencia la posición paterna del prohibir y autorizar. La escuela es precisamente la que articula entonces esta función: los maestros aparecen como representantes de los ideales y esto agudiza la oposición entre el niño y la escuela".
- ¿Qué rol cumple hoy ésta dentro de la sociedad? "El colegio desempeña hoy un papel esencial. No hace mucho que tiene este rol tan importante para criar a los niños, ya que antes había una variedad de instituciones como la religión, la moral, el Estado, el ejército, que tenían un peso. Pero hoy cada vez más se reduce el peso de éstos para centrarse en la gran institución escolar, que recoge a los niños y trata de ordenarlos a partir del saber".
- ¿Cómo orientar a los niños en la búsqueda de modelos? "La literatura, por ejemplo, es siempre una excelente vía. Después del derrumbe de la Primera Guerra Mundial, de los ideales, los intelectuales estaban preocupados en cómo orientar a la generación que venía. Algunos escritores explícitamente pensaron en elaborar con su obra una manera de proteger al niño de la tentación del nihilismo (placer). Con "El señor de los anillos", Tolkien hizo una tentativa de proponer a los jóvenes, una versión de la religión, un discurso sobre el bien y el mal. Y consiguió algo: hay muchos niños para los cuales el único discurso que han conocido y que les interesa sobre esto es "El señor de los anillos". De la misma manera, C. S. Lewis, hizo con las Crónicas de Narnia una versión de la mitología cristiana sobre el abordaje de los temas del bien y del mal, de la paternidad".
- ¿Qué pueden encontrar los niños de hoy en la literatura? "Harry Potter ha sido, para muchos chicos, incluso los míos, una compañía: ir creciendo de la infancia a la adolescencia a lo largo de los cinco o seis tomos de la historia. Además, presenta figuras de identificación muy útiles, sobre cómo hay que comportarse en la vida y cómo manejarse en las apariencias y en los sentimientos contradictorios que uno puede vivir al mismo tiempo. Son herramientas para salvar a las generaciones de la tentación de pensar que no hay nada que valga la pena como discurso. Cuando nada vale como discurso, hay violencia. El único interés, entonces, es atacar al otro".
- ¿Cómo los padres deben manejar el tema de los límites? "La experiencia de los analistas es que cuando la ley se presenta sólo como prohibición, incluso prohibición feroz, provoca un empuje hacia la autodestrucción o a la destrucción del otro que viene a prohibir. Hay que impulsar a los niños a respetarse a sí mismos, no abandonarlos, hablarles más allá de la prohibición. Hablarles de una manera tal que no sean sólo sujetos que tienen que entrar en estos discursos de manera autoritaria".
- A su juicio, ¿cómo debemos criar a los niños en esta época? "Hay que criarlos de una manera tal que logren apreciarse a sí mismos, que tengan un lugar, y que no sea un lugar de desperdicio. En la economía global actual, el único trabajo que puede inscribirse es uno de alta calificación, al cual no siempre tendrán acceso. No podemos pensar que vamos a salir adelante sólo con la idea de que si uno trabaja bien y tiene un diploma encontrará un trabajo. Hay niños que no van a entrar y, a pesar de esto, tienen que tener un lugar en nuestra sociedad. No hay que abandonarlos. Y éste es el desafío más importante que tenemos, el deber que tenemos nosotros frente a ellos. Concebir un discurso que pueda alojarlos dentro de la economía global".