Alcaíno estudió Teatro en la Universidad de Chile sin un motivo claro ni muchos precedentes. “También se me pasó por la cabeza estudiar Historia o Derecho, sobre todo cuando pensaba en que el año 90 se iban a abrir las causas de Derechos Humanos, como con un sentido justiciero. No es que me desviva por la política pero la padezco, no me puedo hacer el gil. Eso sí, nunca he estado muy dispuesto a defender nada, ni auspiciadores, marcas, campañas o personajes, entonces me pregunté qué puedo hacer. Y me convertí en actor y todas esas frases que me enseñaron en la universidad se me quedaron como mantras. Hay que salir a la calle y ver lo que está pasando. Si ahora todo es los pokemones y las pelolais, ¡entonces vamos con los pokemones y las pelolais!”, explica entre risas.
El actor participó en teleseries de Mega como “A todo dar”, en otras de Canal 13 como “Tentación” y la serie “Los simuladores”, pero fue con sus personajes humorísticos que alcanzó la fama. Primero con Peter Veneno, que parodiaba a Iván Zamorano y que nació en el programa “Venga conmigo” y desde 2001, con el farandulero y acertado Yerko Puchento. También experimentó con otros como la espiritualizada Chantall Ishaia en “Mucho Lucho”, sin mayores repercusiones.
- ¿Cómo has llevado el tema de la sobreexposición?
“No sé lo que la gente se imagina de mí, a lo mejor me ven como un payaso. El 98% de las personas en la calle es buena onda, aunque me he topado con algunos que me dicen que les carga lo que hago”.
- ¿Y en tu gremio?
“Hay actores que me cuestionan y me dicen cómo haces esto si antes eras actor, en qué te convertiste. A lo mejor tienen razón, o quizá es envidia. Sólo quiero aprender de dónde estoy. Ahora estoy en TV y me gusta la adrenalina estúpida que lleva salir en directo”.
- ¿Te has sentido atacado o envidiado?
“No, he tratado de que no. Se ha dicho que estoy solo, que ya nadie se quiere juntar conmigo. Me da risa, es problema de ellos.
“Para trabajar tengo que pararme a decir cosas. Los críticos dependen de mí. Tienen que mirarme pero yo no a ellos. No lo digo de orgulloso y si me pelan me pongo la cuarta pared”.
- ¿No recoges ni una crítica?
“Por supuesto, pero hasta por ahí no más. Creo que la gente es muy conservadora, que no te dejan pasarte de la raya. ¿Por qué no se puede molestar a un ministro y sí a alguien de la farándula?”
- La doctora Cordero dijo que tu te escudabas en tus personajes para emitir opiniones.
“Sí y me encantó esa definición. ¡No descubrió nada si esa es la pega de un actor!
“Acá no hay nada personal, como decía Gustavo Cerati. Agarro los mismos juicios que ya están pero con otras palabras, no hay dolor. El humor tiene que avanzar, como avanza todo. No puedo pensar en qué le puede doler a la gente, sino no sería actor. No pienso que las puñaladas lleguen al corazón”.
- ¿Cómo defines tu paso por las teleseries, que no tuvo buena crítica?
“¡Me da pudor! Prefiero andar disfrazado, es que es con esta cara salgo a la calle y un actor tiene que esconderse lo más posible, no pescar, que sepan lo menos posible de él. No ser nadie para encarnar bien a cada personaje. Todo tiene su costo y me gusta eso y si puedo, hago sólo a Yerko. Que otro actor salga en pantalla diciendo te amo y se lo crea. Salir en una teleserie es como llegar a una fiesta sin nada, en cambio ir aportando algo, eso es teatro”.
- ¿Admiras a algún actor? ¿Con quién te gustaría trabajar?
“Sí, a Daniel Muñoz y a Stefan Kramer, que es muy talentoso. Trabajar con ellos sería como jugar tenis y ver si llego a las pelotas. Pero me acomoda más laborar solo”.
- ¿Qué pasó con tu personaje Chantall Ishahia que duró tan poco?
“Puede que esté en un proceso de readaptación. Es difícil readaptarse después de salir en TV, la tele te mata desde el un principio: ganaste o no. Es difícil arreglar una chambonada en televisión. O sea, si te preguntan cuál es la capital de Alemania y dices Zurich (como la Marengo), no puedes llegar al otro día y decir que ahora sí sabes, ya cagaste, jajaja. Fue una apuesta y a lo mejor no quedó bien, no fue lo que imaginamos. A mí se me había ocurrido que fuera un hombre pintado de azul, con una gota blanca en la frente y que decía cualquier cosa para salvar, sin guión, tal como hacen ellos (los líderes espirituales), meter carril. No supimos concretar la crítica con el mono que queríamos presentar y se descontroló”.
- ¡Ni la espiritualidad se salva contigo!
(Risas) “Yo no creo en esa gente, son palabrerías, charlatanes. Me dan ganas de decir que yo podría hacer el mismo; engañar a la gente. Cómo mierda demuestro que eso es tan de mentira (se mete en el personaje) esto de la comunicación espirituaaal”.
- ¿No crees que los personajes deben cumplir ciclos y morir?
“Sí, Peter estuvo varios años y hasta viajé con la selección de fútbol, apoyándolos. Una vez había una bandera de Peter en el estadio y ¡no lo podía creer! Para un actor eso es genial, que el dibujito que inventaste camine solo. Pero después, la selección no clasificaba nunca, se acabó la dupla ZaSa, terminó “Viva el lunes” y llegó la era Bonvallet que hizo que esto se farandulizara, que los futbolistas se empezaran a meter con las modelos y la TV funciona por rating y por eso pegó más Yerko”.
- Este verano Peter resucitó estratégicamente, por lo de Zamorano y el Transantiago.
“Igual fue raro. Pero me gusta Peter porque no pela ni destruye a nadie. Es puro cantinfleo; un tonto que se esfuerza para unir las palabras. En cambio con Yerko, tengo que tener antecedentes para armar chistes”.
- ¿Que los programas bajen de sintonía influye en el éxito de tus personajes, como es el caso ahora de “Vértigo”?
“Pero a Yerko le va bien. No me preocupa eso, sólo que a la gente le guste. Y si es por eso, ojalá no hayan visto a la Chantall en “Mucho Lucho”. Aunque no me han tratado mal, siento que la gente me quiere. Pero es como decir: ay me quieren mis papás, no me encuentran nada malo (se ríe)”.
- ¿Y hasta cuándo hay Yerko?
“No quiero salir después todo arrugado onda ¡hola niños, soy Yerko! A todos nos gusta terminar con un gol a estadio lleno y creo que esta es una buena oportunidad. Al menos así lo estoy disfrutando. Una vez me vi en “Teatro humor” y me dije oh, yo era actor y hacía eso y de pronto no me sentí actor. Pero uno actúa para liberarse, entonces, me gustaría llegar a ese un momento de sentir que ya carretié mucho, como esos huevones arrepentidos, pero uno quiere ver el gol final, así se vaaaa”.
- ¿Con este show lo despedirías?
“No sé, a lo mejor no sienta nunca esa sensación de la antorcha de plata. Quizá unos dos años más. Es que no he pensado en nuevos personajes”.
- ¿Te imaginaste que llegarías hasta donde estás?
“A veces me pongo a resumir y digo chuta, gracias a mis personajes viajé un montón, no sé, conocí El Cairo, Moscú, fui a los Oscar. Estoy agradecido de la buena onda y lo he hecho en buena, pero hay gente que se lo ha tomado mal. Me confunden, me creen malo pero yo soy tímido e igual que todo el mundo tengo que trabajar. Me disfrazo y trato de gritar lo más posible”.