Aparece de entre la masa universitaria, esa gritona que se intercambia cigarrillos y copuchas de pasillo del último carrete que protagonizaron. Él los mira distante y no se inmuta por nada de lo que ahí pasa, porque viene muy concentrado de sus 4 horas de entrenamiento y listo para dar dos entrevistas de corrido y luego dedicarse por completo a estudiar.
Con apenas 21 años, el velocista número uno de Chile y tercer blanco más rápido del mundo, tiene claro que será recordado como el más veloz de toda la historia. Y para eso tiene que rendir al máximo.
Y esa distinción entre blancos y negros se explica porque son los afroamericanos quienes históricamente han dominado estas carreras pero Kael maneja varias teorías que hacen que no vea del todo imposible superarlos. Además, posee todas las condiciones para lograrlo: bajo el alero del ADO (Asociación de deportistas olímpicos) es una de las grandes apuestas del deporte chileno, incluso más de lo que fue el propio Keitel en su momento.
Si aún no ha llegado más arriba, dice, es por culpa de una serie de molestias físicas (como en los últimos Panamericanos) que lo han aquejado pero que ya está resolviendo. Eso sí, insiste en que logrará el ansiado el primer lugar sin doping, con el apoyo incondicional de su familia y siempre combinando el esfuerzo físico con el mental, ya que según el deportista no sirve de nada entrenar el cuerpo “si no se cultiva la cabeza”.
Es por eso que este atleta está lejos de ser monotemático, como muchos otros deportistas de alto rendimiento, y en su vida hay más que sólo pistas. En paralelo a su carrera deportiva cursa cuarto año de Ingeniería Civil en la Universidad de Chile y dice que siempre anda con libros bajo el brazo, como estilo de vida.
“Hasta cierto punto importan las cualidades y habilidades innatas en esta carrera. Lo que más importa, a la larga, es la cabeza. Muchos deportistas no mejoran por un tema de seriedad, profesionalismo, inteligencia y educación”, dice con su modo siempre muy serio y pausado y sus gruesos labios que, complementados a su facha atlética (valga la redundancia) y su penetrante mirada color miel, lo han convertido en todo un guapetón de las pistas, en las que siempre deja cierta estela…
-En marzo te coronaste como el tercer blanco más rápido del mundo ¿Cuál es el próximo paso en tu carrera?
“Luego de uno de los años más difíciles, en cuanto a lesiones, han surgido nuevas metas, proyectos y relaciones. Un entrenador brasileño se fijó en mí y empezaremos un trabajo en conjunto con mi entrenador actual. Es tiempo de ir por el siguiente paso: estaba bien estabilizado en 10.30 segundos -que es una buena marca en 100 metros-, pero como me preocupa mucho la parte intelectual tengo claro que igual he postergando cosas.
"Pero si sigo en esto es para hacer cosas grandes, como llegar a los 10 segundos y bajarlos (el record mundial es de 9.74) y para eso faltaba algo. Tuve la suerte que este entrenador con mucha experiencia se entusiasmó conmigo y tiene claro que puedo lograr mucho más. En fin, estoy cerrando una etapa, que fue crecer acá y por primera vez me estoy abriendo más al mundo y estoy dispuesto a jugármela con todo”.
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-¿Sientes que no te la habías jugado lo suficiente?
“Si y no, porque la verdad es que las cosas se han ido dando. Siempre fui mejorando y confirmando que iba por buen camino, pero hoy en día no tengo excusas para no jugármela un 100%, para ser el mejor. Voy a dar todo y postergar lo que sea necesario para quedarme tranquilo a futuro, saber que por lo menos lo intenté y que fui por lo mejor”.
-¿Y qué vendría siendo, de modo más concreto?
“Se viene la temporada mundial indoor 2008 en marzo en Europa, que son competencias bajo techo y voy por las finales. Hay cambios en mi técnica y equipo médico nuevo. En enero y febrero estaré concentrado en Portugal. Y la diferencia es que ahora este entrenador ya fue a ver las instalaciones, en cambio, el año pasado cuando fui lo hice con mi maleta, la plata de ADO y mi manager. Nunca tuve problemas económicos ni mal pasar en ese sentido pero sí ese estrés que se suma al buscar hotel, moverme solo al centro de entrenamiento y comprar yo mismo el pasaje a las competencias. La idea es ir concentrado sólo a competir y estar sano.
“Me deja tranquilo estar sin lesiones al fin y ya empecé el entrenamiento oficial en el CAR (Centro de alto rendimiento)”.
-¿Cómo es eso de las lesiones?
“Tuve muchos problemas musculares y desgarros en pruebas de explosión en mi época sub20. Después empecé con otros trabajos físicos y se acabaron, pero la consecuencia fue que comencé a desgastar los tendones, porque había ganado demasiada fuerza”.
-Pero, en definitiva, ¿lo tuyo son los 100 metros olímpicos o los 60, como las competencia indoor?
“Me siento más cómodo en los 60 pero no tengo duda que puedo competir contra cualquiera. Me ha ido bien y hemos hecho varios test científicos que corroboraron que mi fuerte es la explosión máxima, que la potencia que genero por tiempo es muy grande. Pero esa misma potencia que entrego tan rápido, tan pronto como llega a su peak también baja. Genéticamente estoy hecho para los 100 metros pero los 60 son mi fuerte.
-¿Un Kael de laboratorio?
(Se ríe, al fin) “Sí, y es bueno tener estas herramientas para tomar mejores decisiones. Me falta trabajar los 40 metros restantes y eso fue lo que me falló en los panamericanos pasados, porque esos 40 son puro entrenamiento y es lo que no pude hacer por las lesiones. Yo había pensado en intentar con 200 o más pero con estos resultados no sería muy lógico”.
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