Chile, año 2001. Un nuevo estilo de baile se apodera de los programas de TV y radio. Pocos entienden el contenido de sus canciones pero eso no es impedimento para que desde los más pequeños hasta los más creciditos se contorsionen al ritmo de una encendida y pegajosa melodía proveniente de las cálidas tierras brasileñas.
Era el axé, que irrumpía con furia.
Fue en su máximo apogeo que apareció este musculoso paulista, que gracias a su pinta de adonis se convirtió en el favorito en estas lides, desplazando por lejos a todos sus otros exponentes. ¿Recuerdan la "chuchuca"?
De Sao Paulo llegó directo a “Mekano”, el programa que engendró y propagó raudo este fenómeno por el país. Cuando los precursores “Axé bahía” salieron del espacio juvenil de Mega, urgían reemplazantes. Y qué mejor que un homólogo de ese grupo, pero con Fabricio incluido.
Fue así que lo invitaron a participar a un casting, juntaron otros cuatro bailarines y los embarcaron rumbo a Santiago para convertirse en “Porto seguro”, el relevo. De ahí a la cima un solo paso. Y varios de baile.
“Fue todo muy rápido. Me invitaron al casting, quedé y en el avión conocí al resto del grupo. El mismo día que llegamos a Chile fuimos a “Mekano” y tuvimos que montar en apenas 10 minutos una coreografía. A los tres meses supe que me quedaría indefinidamente, cuando empezó el furor y ya no podíamos ni salir a la calle. No lo podía creer, fue im-pre-sio-nante”, dice agitando la cabeza de un lado a otro.
Algo de experiencia tenía. No es que fuera un perfecto desconocido. No del todo. Ya en Brasil había participado del programa “Canta y danza”, al mismo tiempo que estudiaba educación física. “Siempre me gustó el deporte y el baile, fui criado en la playa, en el litoral de Sao Paulo y es el mejor escenario para todo eso”. Y se nota a la legua.
Pero fue acá que hizo y deshizo a su antojo. Además de bailar, cantar, animar, actuar, negociar, jugar fútbol y una larga lista de etcéteras, también generó polémicas, gozó, sufrió, peleó y lloró públicamente. Como en 2005, cuando descubrieron que su matrimonio, supuestamente con todas las de la ley con Evangelina Anderson, no era tal, sino que un mero rito simbólico. Y así fue criticado y también idolatrado por un sinnúmero de acontecimientos.
-¿Te imaginaste que ibas a causar tanta sensación? ¡Más lo que te acosaron y toquetearon tus fans!
“Ja, ja, ja, pero nunca pasé un mal rato, siempre sentí un cariño impresionante. La recepción que tienen los chilenos con los extranjeros es increíble. Por lo menos hacia los brasileños. Viví seis meses en Argentina y tuve muchos problemas, hasta me molestaban porque tenía acento chileno. Nunca me sentí cómodo allá. También hice muchas giras con “Porto seguro” por Sudamérica pero el cariño que recibimos acá no lo sentí en ninguna otra parte.”.
-Acá, hasta te dieron la posibilidad de actuar.
“Sí, pero no me llenó mucho. Hay que tener un talento. Estudié un año donde Fernando González y lo pasé bien, aprendí, pero definitivamente no creo que sea lo mío”.
-¿Y tu paso por el fútbol?
“Esa sí que fue una locura. Para una persona que le encanta y te invitan a participar en un buen equipo, por más que sepas que no tienes tantas condiciones, ¡lo haces igual! Cuando joven era mejor, pero dedicarme a eso era una cosa loca. Imagínate combinar los entrenamientos con los eventos. Y cuando la pasión no te da de comer… yo tengo una familia que ayudar en Brasil”.
-También generaste polémicas. Como cuando descubrieron que habías posado desnudo para una revista gay en Brasil.
“Ese fue un impacto muy fuerte pero lo tomé con calma. No me preocupé tanto por lo que la gente podía pensar sino que por los niños. Es que nunca pensé que vendría a Chile a trabajar con niños y fuimos un boom, éramos sus ídolos. En Brasil no tiene nada de raro ni anormal”.
-Por lo menos saliste bien parado de eso, ¡hasta terminaste con notables apodos como el “trípode”!
“(Se larga a reir) Sí, gracias a Dios estaba todo bien puesto y en su lugar”.
-Se criticó, además, que el axé era un baile demasiado sexual para los niños. ¿Cómo lo comparas con el boom del reggaeton ahora? ¿No pensaste en tirarte por ese lado cuando murió el axé?
“Sí, si hasta grabé un tema de reggaeton con mi ‘amigo’ Thiago (dice irónico del ex “Porto seguro”) ¡que lo quiero matar! (se ríe). Pero nunca vi el axé como un baile sexual, más que eso es para divertirse. Las letras del reggaeton son mucho más fuertes”.
Porque además de dividirse, el grupo “Porto seguro” vivió el quiebre interno de sus integrantes cuando se rumoreó que uno de ellos, el mencionado Thiago, se había involucrado con Viví (Rodrigues) la novia de Fabricio por cuatro años. Pero asegura que todo eso quedó en el olvido.
“Ella es maravillosa, lo mejor que me pasó, siempre me mantuvo los pies en la tierra”. Y agrega que en un principio mantuvieron la relación en secreto “porque ambos teníamos novios en Brasil y pensábamos que la gente nos iba a querer menos. Además, quisimos terminar nuestros asuntos de allá para no empezar algo turbio, porque si una relación parte mal termina mal”, asegura.
-¿Qué ha sido lo mejor y lo peor de tu (larga) estadía en Chile?
“Doy gracias a Dios por todo lo que viví laboralmente y del cariño de la gente, de verdad me siento muy afortunado. En lo personal, lo más difícil fue la separación con mi ex mujer. Fue una tortura sicológica impresionante, quedé pésimo. Estuve tres meses totalmente dopado. Un mes entero sin salir de mi pieza, con remedios para dormir, para comer, para todo. El siquiatra tenía que ir a mi casa, ¡lo dejé loco!”
-¿Te arrepientes de algo?
“Todo lo que he hecho ha sido para aprender. Creo que quizás me arrepiento de haber dado tanto. Dejé mi carrera, todo por una mujer que no se lo merecía”.
-Mucho se habló de tu separación con Evangelina, pero ¿qué pasó realmente?
“Se habló de cosas que no sabían, se meten en la herida y si uno está mal duele mucho. Con ella fue todo muy rápido, mucha pasión y me confundí. Pero bueno, uno aprende y de esa relación aprendí demasiado. Como que no hay que dar ni confiar tanto. Y que el amor a la distancia no resulta, porque hay que alimentarlo día a día. Y también aprendí, de verdad, lo que es sufrir. Gocé pero también ¡sufrí como nunca! Es impresionante cuando uno está en ese estado, cómo necesita a la otra persona para vivir. No te dan ganas de hablar, de comer y nadie te saca de eso.
“Se me olvidó lo que era sentir cariño, ella era fría como una piedra y a mí me hacía mucha falta”.