Productos con desperfectos o que no cumplen con lo prometido. Todos ellos están resguardados con la llamada “garantía legal”. Pero ojo, que garantía legal hay una sola y es la que permite el cambio, la devolución de dinero o la reparación del producto comprado si es que presenta fallas que impiden su uso o no cumplen con lo prometido. Este derecho rige hasta tres meses desde la recepción del nuevo producto.
Y esta garantía legal no tiene “apellido”. El Servicio Nacional del Consumidor (Sernac), enfatiza en que las otras como “garantías extendidas”, “garantías voluntarias” o “garantías de satisfacción” son beneficios o seguros que en ningún caso implican renunciar al derecho legal.
Garantías voluntarias
A modo de explicación, la “garantía voluntaria” es aquella en que la empresa ofrece un plazo mayor o de más amplia cobertura que la legal. Sin embargo, ésta debe quedar por escrito al momento de la compra y no tiene costo para los consumidores, aunque usualmente exige el cumplimiento de ciertas condiciones, como por ejemplo, las de efectuar las reparaciones en los servicios técnicos autorizados.
Garantías de satisfacción
Las “garantías de satisfacción” , que se podría decir están dentro de las garantías voluntarias, son aquellas que entregan las empresas para fortalecer los lazos de fidelidad. Este beneficio permite, por ejemplo, el cambio de un producto – obviamente no usado- sin necesidad de explicar los motivos, dentro de los diez días desde la compra. Es decir, puede arrepentirse de adquirir un producto por simple gusto o porque no le quedó la talla, a diferencia de los requisitos de la garantía legal que exige que el bien tenga problemas de calidad. No obstante, esto no significa que pasados esos 10 días pierda su derecho legal a garantía que permanece durante los tres meses desde adquirido el producto.
Garantías extendidas
De acuerdo con el Sernac, la mal llamada “garantía extendida” es ofrecida por las empresas como un servicio adicional complementario para ampliar los beneficios de la garantía legal, pero no la reemplaza. Este es un servicio que el consumidor puede aceptar y pagar un precio por él, por lo que el usuario es libre de contratarlo o no. Lo importante es que como en todo contrato, tanto la empresa como el consumidor deben respetar lo acordado en su contratación.
