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El factor calor

Con las altas temperaturas es recomendable prepararse para realizar actividad física en tales condiciones. Por lo mismo, es básico consumir líquido y estar atentos a los signos de la deshidratación.

26 de Febrero de 2008 | 10:46 |
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El calor merma el rendimiento deportivo sobre todo en pruebas de largo aliento. Y no sólo eso. Muchas veces puede poner en riesgo la vida y la salud de los atletas. Esto es importante subrayarlo en los comienzos de la época estival con un aumento paulatino de las temperaturas, y el fin del período de hibernación que lleva al hombre al ejercicio.

Pero hay que tomar medidas, extremar precauciones, especialmente cuando no estamos acostumbrados al ejercicio o cuando éste es inusitadamente intenso y largo.

Los seres humanos deben mantener su temperatura corporal a 37 grados Celsius independiente de la temperatura del medio ambiente. Para esto, el organismo dispone de mecanismos para regular su temperatura, importantísimos en situaciones donde a la producción basal de calor se agrega el calor producido durante el ejercicio físico. Los músculos activos, trabajando aproximadamente al 20% de su eficiencia mecánica generan enormes cantidades de calor, que deben disiparse del cuerpo para su equilibrio térmico.

El proceso de termorregulación para disipar un exceso de calor y mantener más o menos constante la temperatura del medio interno cuesta energía, y por tanto puede minar el rendimiento al ejercicio. Y no sólo eso. Ejercitar en un medio cálido expone a la enfermedad, sobre todo en individuos no aclimatados.

En la enfermedad por calor los mecanismos termorregulatorios fallan, siendo sobrepasados por el calor exterior y la producción interna de calor, así que la temperatura del cuerpo va en alza... un proceso facilitado por la deshidratación, generalmente presente por no reponer las pérdidas de agua por sudor y respiración. La enfermedad por calor tiene un espectro de manifestaciones, es decir de signos y síntomas, que van desde los calambres y la deshidratación, al colapso por calor y al choque de calor.

Los calambres por calor son matices relativamente benignos de la enfermedad por calor. Son contracciones musculares vigorosas y dolorosas que comprometen generalmente a los músculos de la pantorrilla y de la corva, probablemente asociadas a un desequilibrio mineral por pérdidas de sudor. Un desequilibrio que altera la electricidad de las membranas biológicas, incluyendo las de las células musculares que se excitan contrayéndose involuntariamente en un calambre. La reposición de fluidos es el tratamiento de elección.

La deshidratación acompaña y agrava la enfermedad por calor. Unos 3,5 kilos de peso corporal pierde un hombre de tamaño promedio en una carrera de 15 kilómetros a una temperatura ambiente entre 27 y 32 grados Celsius. Los síntomas tempranos de deshidratación incluyen letargo, ansiedad e irritabilidad, que evolucionan hasta la descoordinación y la pérdida de distintos grados de conciencia.

En un colapso por calor el paciente está en una condición grave, con deshidratación y aumento de la temperatura corporal hasta alrededor de 39,5 grados Celsius. Hay falta de fuerzas, sensación de debilidad, dolor de cabeza pulsátil, náuseas, mareos, dificultad respiratoria y marcha descoordinada. El deportista puede estar pálido, sudando helado, con piel de gallina

Más grave aún, el choque por calor puede ser difícil de distinguir del colapso por calor, porque son variaciones, en el extremo, del mismo tema; aunque en el choque por calor hallamos mayor temperatura, sobre los 40 grados Celsius, y un paciente que desvaría o inconsciente, en un "shock hipovolémico", traducido, un colapso cardiocirculatorio por falta de volumen de sangre que ni siquiera alcanza para mantener encendido el lado consciente del cerebro.

Las claves para prevenir una enfermedad por calor se enfocan en proteger al deportista del medio ambiente, de sus factores de riesgo extrínseco: temperatura, humedad y radiación, que aumentan proporcionalmente el riesgo. Básico resulta el suministro de líquidos de restauración. Pero a la hora de competir en medios más cálidos que el propio, y donde nuestro rendimiento sin duda disminuirá, la estrategia es una aclimatación al calor, dándose al menos dos semanas de entrenamiento en el nuevo hábitat.

Sumada a una buena hidratación, al uso de indumentaria blanca o reflectante, y a mojarse continuamente, los deportistas podemos paliar los efectos del calor... Estrategias de la ciencia del deporte, y que hacen la diferencia entre el triunfo o la derrota, entre la salud o la enfermedad.

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