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“Es mejor que un carrete”

06 de Febrero de 2008 | 13:02 |
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Se ríe sola al recordar que partió “vieja”. Aunque lleva 9 años practicando Hankido, no deja de pensar que descubrió esta actividad tarde, cuando tenía 25 años. “Que ganas de haber empezado chica”, dice.

Como toda joven actual, Carola Donoso practicó todo tipo de deportes cuando estaba en el colegio y luego siguió con aeróbica y mucho gimnasio, aunque todo le cargaba.

Sin tener mayor idea de qué era un arte marcial, aceptó el desafío de un amigo de ir a una clase de Hankido. “Tenía un pésimo concepto de las artes marciales”, confiesa.

-¿Por qué? ¿Las encontrabas masculinas y bruscas?
“No, no iba por ese lado, sino que conocía gente que hacía artes marciales y andaba siempre demostrando lo que sabían, siempre peleando. Andaban con esa pará…”

-¿Violenta?
“No, no es que fuera violenta, pero era mala onda. Eso hacía que no tuviera una buena percepción de las artes marciales.
“De hecho, cuando algunos me conocen dicen chiquitita, pero hay que tener cuidado contigo como si fuera un peligro. Es verdad que te golpeas, haces caídas, pero mi experiencia es que los compañeros que juegan pichanga el fin de semana son los que se lesionan. O sea, yo me quebré la nariz en mi casa, al desmayarme en el baño y, en cambio, cuando estoy en clases a lo más un moretón”.

-¿Tienen mala imagen?
“Sí, la gente cree que es muy rudo, muy violento, que se van a lesionar y no es así”.

-¿Qué pasó después de tu primera clase?
“Después de la primera vez no dejé de ir nunca más. Era lo que andaba buscando, no era como cuando iba al gimnasio, traspiraba un rato y después me iba para la casa. O sea, aquí también traspiré, pero quedé con una sensación… en ese minuto lo que sentí fue que era el mejor carrete que me había mandado (se ríe). Lo pasé demasiado, demasiado (remarca) bien. Me sentí como liviana”.

-¿Y después de esa clase nunca te cuestionaste si era mejor el judo o el karate?
(Entre risas) “Sabís, mi mamá practicaba judo cuando yo era chica y trataba de agarrarme y llevarme y nunca pasó nada. Practicaba conmigo, me botaba al suelo y a mí no me llamaba la atención; de hecho me mataba de la risa que mi mamá estuviera en judo.
“Mi experiencia fue como mágica, tuvo esa magia de encontrar algo que a mí me hizo súper feliz. Salís súper cansada, muerta y además, me fui dando cuenta del factor sorpresa que son las clases. Nunca sabís lo que te va a tocar hacer”.

-Por eso de que va evolucionando.
“Sí, pero es tan amplio. Las artes marciales son como… que la forma, que la patada 1, 2, 3 y lo que nosotros hacemos es impresionante. Una técnica se hace de una manera, pero si nos ves practicando, cada uno le pone su toque, todos somos distintos, hay algunos que son más tiesos, otros súper flexibles”.

-¿Qué condiciones físicas se necesitan?
“En mi escuela hay desde niños chicos de 5 años a mujeres y hombres de 50”.

-Pero no pueden tener sobrepeso.
“Estai loca, si hay de todo. Nosotros somos súper distintos, hay cabros en el colegio, hay médicos, abogados, arquitectos, diseñadores. De hecho, yo acabo de bajar de peso, estaba un poco pasadita”.

-¿Te implica hacer sacrificios?
“A mí, personalmente, no me implica ninguno, es un placer ir a entrenar. Es una cuestión mía, pero a veces, tengo amigas de cumpleaños y prefiero ir a entrenar” (se larga a reír).

-¿Y cuántas veces a la semana tienes que entrenar?
“Generalmente voy casi todos los días por una hora. Cuando recién empecé, llegaba a las 6 de la tarde y me quedaba hasta las 10 de la noche”.

-¿En qué tienes que cuidarte?
“En el peso, te lesionas más si estás pasada y yo estaba bien repuestita, estaba bien sanita (lanza una carcajada). Ahora yo estoy practicando un poquito menos porque fin de año me pilla con mucho trabajo; en diciembre casi no voy porque me falta poco para quedarme con saco de dormir en el taller”.

Carola dice tener suerte de ser su propia jefa, cuestión que en momentos previos a los campeonatos, donde se intensifican los entrenamientos, le ha permitido dedicarle más tiempo al Hankido. Para hacerlo recurre a su madre, a quien le pide que se quede a cargo del taller. “Para coordinarme con mis compañeros entrenamos a las 8 de la mañana o al almuerzo con quienes tienen que ir a su pega y después en la noche, ¡ahhh! y los sábados y domingos”.

-¿Cuál es tu meta con el Hankido?
“La verdad es que ha sido bien inocente mi camino por él; de hecho nunca pensé en ser faja negra. Como todas las artes marciales tienes todos los colores y yo no tenía ninguna expectativa porque no cachaba una. El 2004, cuando saqué medalla de plata con un compañero en las individuales, recién ahí caché que podía”.

-¿Te gusta esa sorpresa que te ofrece el Hankido?
“Sí, lo que más me gusta es que es cero monotonía, cero rutina. Cero, te lo juro, es impresionante lo amplio que es, uno nunca sabe lo que le va a tocar hacer”.

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