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Una degustación previa

La rutina, las exigencias del diario vivir y algo del machismo aún presente en la actualidad, parecen estar dejando en el olvido los momentos que preceden la intimidad de pareja, perdiéndose así una instancia básica para alcanzar una relación sexual plena.

18 de Julio de 2008 | 08:25 |
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“Se puede hacer el amor sin tener penetración”. No, no se trata de una técnica oriental, ni de un nuevo estilo de sexo virtual. Cuando la terapeuta sexual María Inés Zavala afirma esto, simplemente se refiere a que es posible tener una vida sexual plena sin la necesidad de llegar hasta el coito, sino que simplemente a través de un concepto algo olvidado entre el ir y venir de los días rutinarios: el preámbulo.

Su importancia la recordaron hace dos años los mayores de 45 años que fueron encuestados por la Consultora Feedback, para su estudio acerca de la sexualidad de los chilenos. Entre los consultados, a diferencia de los hombres, las mujeres fueron las mayores defensoras de esta etapa previa, la que consideraron fundamental para una relación satisfactoria.

María Inés Zavala, matrona diplomada en sexualidad y mediación familiar, coincide con esta idea y explica que las diferencias entre hombres y mujeres, tanto físicas como psicológicas, hacen que la disposición a esta fase de la intimidad sea considerada de distintas maneras entre él y ella.

La cultura machista aún presente en estos tiempos hace creer que “el hombre siempre tiene ganas, que siempre está listo, que siempre puede. Esto sucede en las generaciones mayores, donde hay una entrada hacia la sexualidad mucho más directa por parte del hombre, que va directo al grano, que prepara poco a la mujer (…) cuando en realidad ella necesita más tiempo para echar a andar los sistemas de conexión hacia el cerebro y que salgan más hormonas”, explica Zavala.

Pero como en esta historia no hay buenos ni malos, la matrona asegura que -pese a las demandas femeninas que exigen más tiempo previo en la intimidad con sus parejas- “ellas tampoco saben cómo promover esta fase”. ¿En qué fallamos?

Comer no es tragar

“No me gusta la palabra preámbulo”, dice la psicóloga y terapeuta sexual del Centro de Terapia del Comportamiento, Myrna Concha, quien es una férrea luchadora contra la idea de encasillar el preámbulo como una etapa previa, exclusivamente, del coito.

“La sensualización, que son las sensaciones que se van conociendo a nivel corporal y emocional, se pierde por ir demasiado rápido a buscar el orgasmo (…) Esto no es un preámbulo para el coito, es un momento diferente del acto sexual que tiene como fin el placer que se consigue en su práctica”, explica.

Preámbulo es coquetería, es seducir a la pareja a toda hora “con la mirada, los apretones, con la complicidad”, dice Zavala, explicando que realmente este concepto se debe contemplar desde la etapa del deseo sexual, que se refiere a la predisposición mental de una persona hacia el encuentro con el otro.

Bajo esta perspectiva, es imprescindible echar a correr la imaginación, buscando puntos de encuentro nuevos con la pareja que permitan retomar esta faceta de la vida sexual. Salir de los moldes, para comprender que la intimidad no tiene sólo una meta, sino que la plenitud tanto de él como de ella se puede alcanzar de distintas maneras, son algunos de los consejos que entregan las expertas.

Asimismo, recomiendan evitar la rutina, otorgando una importancia crucial al espacio propio, y, como dice Zavala, “hay que volver a pensar en que se está pololeando, para no perder nunca la conquista”.

De una manera más metafórica, Concha aconseja plantearse el preámbulo, pensando que “comer no es tragar, sino que es degustar”.
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