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“Ellas están más seguras conmigo que con cualquier otro”

28 de Agosto de 2008 | 17:48 |
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“Cuando salí del colegio me fui a trabajar, automáticamente, a la Compañía Chilena de Tabaco, como un empleado común y corriente. Después, con la recesión del '82, quedamos mucha gente afuera y tuve que rebuscar no más. Yo no sé, las cosas siempre me han ido llegando solas. Busqué trabajo y no encontré nada, por suerte”.

Sus conocimientos, según cuenta Ernesto, se limitaban a hacer carteras de cuero y tallar en madera, que había aprendido con su hermano en el colegio. Así que sus únicas opciones laborales se barajaban entre ser artesano o… “Armar un show que había visto en Brasil, cuando estuve de vacaciones, que era de puros transformistas. A mí me encantó, pero era caro traerlo a Chile, así que opté por hacerlo aquí con gente de acá. Claro que no me salió igual. Lo de Brasil era un music hall, y yo tuve que armar una historia para poder justificar el asunto. Ahí nació ‘Los años dorados de la tía Carlina’ y no paré hasta el día de hoy”.

Con el argumento hecho, recordó que en la bodega de la Compañía Chilena de Tabaco trabajaba un joven que “se volvió loco” cuando escuchó hablar de los detalles del show carioca que Ernesto tanto quería traer a Chile, y lo mejor era que hacía transformismo en discoteques gay del país, por lo que se ofreció a ayudar a Belloni a buscar a las estrellas de su espectáculo.

“Fui con él varios fines de semana a muchas discoteque. Para mí fue súper fuerte, porque nunca había ido a una y no me imaginaba que era así la cuestión. Pero me sirvió mucho para encontrar el talento que yo estaba buscando. Sacamos a los mejorcitos y escribí la historia de la Carlina”.

Su primer papel fue el de “un mariconcito”, como cuenta él, pero el hombre que les iba a facilitar un local para presentar el show le aconsejó que introdujera a un animador al final.

“Salimos con la Viviana a las fondas y miramos a los curaditos y a los animadores. Ahí había uno que se iba curando y terminaba muerto. Así nació el Che Copete”.

Luego llegaron las películas, inmortalizando clásicos como la historia de la tía Carlina, con su primera y segunda parte, “Cartagena Vice”, “La mansa fiesta”, “El manso asado” o “El vengador del hoyo”.

La tele no tardó en interesarse por este personaje que parecía salirse de todos los moldes de moral y buenas costumbres, pero algunas líneas editoriales no estaban aún preparadas para tanta osadía.

“La oportunidad me la dio Jorge Pedreros, que me invitó al ‘Jappening’, pero después vino lo más fuerte, que fue entrar al ‘Morandé con Compañía’, con la Marlen”.

-¿Por qué fue lo más fuerte?
“Fue una cosa de película cuando logré juntarme con una mujer que era súper potente en ese momento, como símbolo sexual. Nos potenciamos los dos. Los rating eran altísimos, tuvimos mucho éxito, trabajamos juntos para allá y para acá. Después, ella cometió la torpeza de casarse. Yo le dije que se esperara un poco, porque era un símbolo de la gente. Pero ella, después, adonde iba hablaba del marido y empezó a perder fuerza y a deteriorarse la relación entre ellos (Marlen Olivari y Roberto Dueñas).
“La Marlen es para mí una de las personas más talentosas que yo he visto dentro del género. Era una excelente comediante, sin ser actriz; una buena bailarina, que si se lo proponía podía hacer lo que quisiera con su cuerpo. Cantaba fantástico, pero tampoco logró consolidarse como cantante. Era una mujer súper completa”.

-¿Qué le pasó, entonces?
“Es que uno se ve envuelto en una masa que agarra y ya no se tiene tiempo para hacer otras cosas, como estudiar canto o danza. La cosa es ‘vamos generando plata’ y eso se transforma en lo importante. A mi edad ya no puedo aprender a bailar o a cantar, pero la Marlen lo pudo haber hecho. Era extraordinaria. Venía ya con sus dotes…”

-¿Crees que ya la perdimos?
“Me da lata decir que sí, pero tengo que ser honesto. Ya no es ni volverá a ser la Marlen. Ella igual puede seguir haciendo cosas pero se va topando con la edad, que nos pasa a todos. Cuando pasas cierta edad tienes que empezar a dejar de buscar el ser sexy, porque si no se pasa a hacer el ridículo. Ella tiene que ir dejando su sensualidad para pasar a la comedia u otra cosa”.

-Pamela Díaz, con la que ahora trabajas en tu revista “Don Che, le tengo una Fiera”, dijo que en este trabajo es complicado estar casada, por el símbolo sexual que representan las mujeres que te acompañan. Llama la atención que las dos que han estado casadas, Marlen y Pamela, se hayan separado…
“Yo no tengo nada que ver ahí…”.

-Lo digo por la sobreexposición, por los celos de los esposos…
“En el caso de la Marlen no, porque el marido era el que la manejaba y la ayudaba a crear esa imagen sensual. Ellos tuvieron otro tipo de problemas. Pero la Pamela Díaz, cuando entró a la revista, ya venía con su relación un poco deteriorada. Es obvio que los hombres somos muy machistas, sobre todo futbolistas. Para él (Manuel Neira) debió ser fuerte.
“Yo los entiendo (a los esposos), pero tengo que decirles que ellas están más seguras conmigo que con cualquier otro. Yo las cuido. La Pamela es más cabra chica que las otras (Marlen y Kenita), pero es súper aterrizada, es tranquila, sana pero hay que cuidarla porque siempre andan los jotes por ahí”.

-Tu esposa, Viviana, es regia. ¿Tendrías problemas con que ella trabajara en una revista?
“Sí, tendría problemas. Desgraciadamente, soy un poco machista. Menos mal que a ella no le gusta esta cuestión”.

-Pero ella tiene que aguantar que varias jovencitas se te acerquen a ti con dobles intenciones…
“Sí, pero yo no tengo secretos de otras mujeres con mi señora. Le digo al tiro cuando me pasan cosas y de hecho pasan: se me acercan, se me insinúan, me llaman por teléfono, me mandan mensajes y como yo ando viajando, a veces, ella no sabe. Pero ahí está la confianza. Tampoco la puedo defraudar, pero tanto va el cántaro al agua… Hay que tener cuidado (se ríe). No, en serio, hay que tener cuidado. Sobre todo de las mujeres que están empezando. Han venido las mamás con las hijas a dejármela, diciendo ‘mire a mi hija. Mire su cuerpo. Hágamela modelo. Mire, se puede desnudar. Muéstrele al caballero’, eso me ha pasado ya como tres veces.
“Varios de la tele han caído en eso. Chiquillas que se entregan muy fácilmente y después, cuando ven que no hay nada, hacen denuncias”.
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