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“Me aterra pensar en un quiebre matrimonial”

28 de Agosto de 2008 | 17:49 |
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Para los que esperaban otra cosa, no. Ernesto Belloni, de 52 años, no pasa ebrio como el Che Copete, ni anda garabateando porque sí ni por si acaso.

“Me gusta usar groserías en mis rutinas, pero no soy grosero de espíritu. No me gusta emplearlos en la casa, jamás le diría a un hijo o a una persona algún garabato que uso en la televisión”.

En su casa, en La Reina Alta, la paz se mezcla con el olor a incienso y el sonido de una fuente de agua en la entrada, para “limpiar la energía”, dice él, antes de mostrar feliz las dos rudas que su mujer plantó estratégicamente afuera, para espantar las malas vibras.

Ella, Viviana Rivas (42), es quien ha acompañado a Ernesto por 24 años, desde que lo conoció haciendo el papel del “mariconcito” en “Los años dorados de la tía Carlina”. Es por eso que Viviana, a sus tiernos 17 años, pensó que el hombre que encontró tan guapo era homosexual. Por suerte, luego se juntaron a bailar y pudo conocerlo más, enamorarse y casarse, para ser hoy su compañera y la madre de sus dos hijos: Ernesto (18) y José Tomás (16). Pero antes de consolidarse como pareja, Ernesto debió obtener el visto bueno de la conservadora familia de Viviana.

“Ellos son súper católicos, del sur. Entonces, como cuando me casé con la Viviana no era muy conocido, cuando les decía que yo era actor, no entendían qué clase de actor podía ser. Así que preferí decirles 'de brogabewrg' y el papá, como era sordo, se quedó con eso, hasta que al final me vieron en la tele”.

-Les debe haber sorprendido tu personaje y el lenguaje que usas en tus rutinas.
“Claro, decían que yo era el Anticristo. Yo, incluso, cuando me confieso, le pregunto a los curas: ¿no estaré mal diciendo garabatos en la televisión? Y los mismos curas me dicen: No, está haciendo algo bueno, que es entretener. Claro, a lo mejor no es el camino que Dios preferiría, pero usted lo está haciendo bien”.

Pero la vida con Viviana, hoy apacible y cómoda económicamente, ha sido de esfuerzo, tras años de poner todo el empeño en las revistas, en las películas y luego en el trabajo televisivo de Belloni.

“Cuando partimos, lo hicimos súper flacuchentos con mi señora. Pasamos hartas cositas malas, económicamente. Yo le decía: arreglémonos, que yo sé que cuando los matrimonios tienen problemas de plata, tienen problemas con el matrimonio y con los niños. Por eso, yo me quedé hasta hace como 6 años atrás con un Lada, que andaba más empujándolo que andando en él y con mi televisor, que no tenía ni control remoto. La Vivi me decía que hiciéramos un esfuerzo y lo cambiáramos, pero no”.

“Después que me quedé sin trabajo, a mí me interesaba encontrar una pega que me diera para sobrevivir, mientras encontraba algo estable. Después, cuando vi que la cosa del show iba andando, pensé en juntar plata, aunque fuera para comprar un taxi y tenerlo guardado en el caso de que me esté yendo mal, porque una vez que me casé ya no me podía quedar sin trabajo. Después, mi idea ya era tener la casa, para tener donde vivir... Tener un fondo de plata por cualquier emergencia y si faltaba para algo no sacábamos ni un peso de ahí, ni para comprar el televisor. Fueron 10 años súper apretados, pero nos sirvió. Ahora ya estamos tranquilos”.

-Y hoy, ¿cómo disfrutas tantos años de esfuerzo? ¿Qué haces cuando no trabajas?
“No soy de lectura. Me gusta el cine. Tengo debajo de mi casa una salita de cine, como un pub, ahí prefiero ver las películas. Lo otro es disfrutar con la familia. Yo soy feliz el día domingo con mis hijos, con la Viviana… Tengo un spa que es súper bueno, a la salida de mi pieza, lleno de chorros, con diferentes tipos de masajes. Ahí me meto con mi señora los fines de semana hasta las 4 de la mañana. Disfruto de la vida con ellos”.

-¿Eres muy estricto o más relajado, como papá?
“Soy más cuidadoso, pero nada posesivo. Yo le digo a mi señora que tenemos que preocuparnos de las juntas de nuestros hijos, que sean gente sana. Hay que estar atentos, que no se queden a dormir afuera, que sean respetuosos, sobre todo con las mujeres. Les digo: Si tienen problemas con mujeres me tienen que decir. Tengan cuidado, porque de repente las cabras de 15 años no saben lo que hacen. Así que no se vuelvan locos, que le pueden cagar la vida a una mujer. Pero todos los días miro para arriba y doy gracias por los hijos que tengo, porque hasta ahora han andado bien. Son súper correctos, súper caballeros. El opuesto a mí”.

¿Eras muy desordenado y malo a su edad?
“Sí, medio desordenado. Como soy hijo de padres separados, no tenía el control de mi papá, aunque hay que pensar que no había tanto libertinaje como el que hay ahora. Yo me crié con mis abuelos, pero más que disciplina, había un respeto por no llegar tarde. Nunca habría podido llegar a mi casa a las 7 de la mañana, porque no te daban las llaves de la casa, así que no podías tocar el timbre a la una de la mañana”.

-¿Te sentías diferente cuando chico, por tener a tus papás separados?
“Yo pensaba: ¿por qué a todos los cabros los van a dejar los papás al colegio y a mí no? O cuando el resto hablaba de lo que hacían sus papás, yo siempre quedaba un poco aislado. Ahora, yo creo que mi mamá cumplió bien con su rol de padre y madre, pero igual en un hijo es necesario el papá. Por eso, aunque tengo un matrimonio súper sólido, me aterra pensar en un quiebre matrimonial. No solamente mío, también de otra gente, porque los que se llevan la peor parte son los hijos.
“Yo no sé si lo pasé mal, pero se nota la ausencia del padre. Tal vez, yo habría sido otra cosa si hubiera tenido a mi papá. A lo mejor habría estudiado, él me habría obligado, pero como no tuve esa presión, a la larga hice lo que el destino me fue dando no más”.

-De repente, ¿no te dan ganas de dejar la tele, la revista, quedarte con una empresa y dedicarte a la familia, para estar más presente?
“Es que hay cosas que a uno lo apasionan, como el espectáculo en vivo y en directo, la televisión, el cine… Ahora, lo que he estado haciendo estos últimos años es bajar un poquito la cantidad, porque, gracias a Dios, ya no tengo la misma necesidad de antes y no acepto cualquier cosa, así que trabajo menos, dejo de hacerlo varias veces al año para salir de vacaciones con mis hijos y mi señora”.

-¿Tienes fecha de jubilación?
“A veces dan ganas, pero digo: ¿qué voy a hacer? Escribir es una alternativa, pero a mí me gusta sentir a la gente, actuar”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Es bien absurdo… Es el puro”.

-¿Por qué absurdo?
“Porque yo no fumo. Odio fumar, pero mi vicio privado es fumar puros, acompañado de un buen whisky. Mantengo mis puros en una caja para que estén con cierta humedad, para que no se echen a perder.
“El puro hay que fumarlo cuando uno lo necesita. No tiene un día fijo. Lo fumo, lo disfruto… Ya lo sublime es el puro y el whisky, unas tres horas en el spa. Y si está la Viviana, mejor. Ella también fuma puro. Es desestresante, te da para pensar, tiene esa magia. Con el puro me proyecto, recuerdo el pasado, cuando los niños estaban creciendo, pienso en un hermano que murió. Sueño, programo viajes…”.
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