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¿Importa el tipo de familia?

Cuánto pesa la familia en el desarrollo de capital humano fue la gran pregunta que se formuló la Escuela de Gobierno de la UDD.

04 de Septiembre de 2008 | 09:48 |
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Sophia Aguirre, economista.

Polémico, por decir lo menos, fue el debate. No hubo concordancia sobre sí un matrimonio legal podía alcanzar mayor grado de desarrollo respecto de una pareja en convivencia o qué tipo de intervención o mejor dicho, en qué áreas debía actuar el Estado para favorecerla a la familia.

Pero, finalmente, hubo concordancia en un hecho. La familia es uno de los factores prioritarios en la generación de capital humano y, por ende, de desarrollo de los países y está comprobado que los padres son fundamentales a la hora de conseguir el desarrollo educacional de sus hijos.

Convocados por la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, diversos expertos pusieron sobre la mesa una serie de elementos que dejaron otra serie de preguntas planteadas que la sociedad chilena deberá abordar sobre el tema.

Quizás la más recurrente, en momentos en que se discute una reforma educacional fue ¿cómo mejorar el nivel de involucramiento de los padres en el proceso educativo de sus hijos? Esto a la luz de las largas jornadas de trabajo que los ausenta de casa.

La economista María Sophia Aguirre, de la Catholic University of America fue categórica y no dejó espacios para las dudas, aunque sus palabras fueron objeto de cuestionamiento. En sus palabras, el rendimiento escolar y social de un niño está conectado a la estructura de familia en la que vive y eso es importante para la calidad del capital humano y social. Pero los datos extraídos de estudios chilenos y que entregaron el economista Dante Contreras y el psicólogo Eduardo Valenzuela ponen, en primer término, como factor determinante la calidad de la relación de los padres/hijos.

Pero las palabras de Aguirre reinstalaron la polémica que se dio en 2003 cuando la Iglesia Chilena emitió una serie de spots en la televisión que daban cuenta de las desventajas de los hijos cuyos padres se divorcian. Ella reiteró algunos antecedentes: el divorcio reduce la probabilidad de que los niños terminen el colegio y su rendimiento escolar; y el matrimonio, en cambio, aumente la probabilidad de que sus hijos no se divorcien.

“La desintegración familiar es un síntoma de una sociedad enferma y débil”, afirmó y argumentó al respecto que el abuso de la mujer es 25 veces más probable que ocurra en familias irregulares. Y que el uso de drogas y embarazo de adolescentes es mucho más alto en familias destruidas.

Asimismo, la economista planteó que los estudios hechos demuestran que los matrimonios alcanzan mayores grados de riqueza en diversos aspectos como tener una casa propia, tener mejores niveles de ahorro o alcanzar mayores grados de escolaridad; esto por sobre las parejas en convivencia, divorciados y solteros.

La socióloga Patricia Matte puso el debate en el punto de partida, entonces. ¿Quién suplirá la ausencia de los padres en la entrega de destrezas a sus hijos, si está comprobado que su ausencia es devastadora?

“Hay que tener claro que en la generación de capital humano, primero está la familia y después la escuela”, sostuvo.

Y la secundaron en ello el psicólogo de la UC Eduardo Valenzuela y el economista de la Universidad de Chile, Dante Contreras, quien desglosaron la realidad chilena.

Todos concordaron en que el nivel de involucramiento de los padres y, es más, la calidad de la relación padre/hijo, es decisiva en los niveles de rendimiento escolar y en el no uso de drogas y alcohol.

Valenzuela fue claro al señalar que el monitoreo parental (vigilar el comportamiento de los hijos) es más importante que la estructura de familia que se tiene y que los padres que lo hacen disminuyen notoriedad la posibilidad de conductas desviadas, más cuando los grupos de pares en la pre adolescencia y adolescencia son importantes.

Según encuestas del Conace de 2001 y 2003, un tercio de los padres chilenos tienen un alto nivel de involucramiento, mientras que el 20% alcanza niveles bajo. Eso en boca de los propios hijos. Y así las cosas, los hijos que tienen padres preocupados tienen una prevalencia de alcohol de un 23%, contra un 68% de los que tienen padres desentendidos; y en el caso de la cocaína es de 1% en los niños con padres preocupados, contra un 23% de padres ausentes.

“El control parental prevalece sobre otras variables como la estructura familiar; vivir con ambos padres es una modesta garantía porque importa más la calidad”, dijo.

Dante Contreras, en la misma línea, señaló que la familia puede determinar el éxito o fracaso de un niño por el traspaso de recursos que hace ya sea directamente de capital financiero, humano y habilidades cognitivas y emocionales. Y que no da lo mismo la estructura de ella en cuanto a cantidad de integrantes o el tipo de padre o pariente con quien el niño vive.
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