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‘Arropadora de almas’

01 de Septiembre de 2008 | 08:50 |
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Se ríe cuando se le comenta que tiene un largo currículo.

“Tengo 52 años”, suelta como explicación entre una carcajada.

Janet Sprohnle es en carne propia el discurso que, en los últimos años, ha entregado a través de su consultora People&Partners de la cual es socia fundadora y directora.

Psicóloga de la UC, hizo clínica por varios años, pero simultáneamente derivó a otras áreas, aterrizando en comunicaciones y marketing en TVN y luego recursos humanos en los bancos Citibank y Concepción. Finalmente, entró de lleno al tema de las consultorías laborales, el outplacement y el liderazgo.

Esto último le apasiona, razón por la que se convirtió en coach antes que otros y desde ahí muestra una mirada nueva y refrescante del mundo laboral.

-Hoy el tema de la empleabilidad está muy instalado en una sociedad en movimiento. Con su angustia y estrés.
“Creo que el cambio más radical en el tema de la empleabilidad es que la persona la lleva, no la empresa. Esto para las generaciones anteriores, la mía, la de los ‘babyboomers’, que decir la generación del silencio, es difícil. En nuestros tiempos la empresa la lleva, ella era la paternalista, tomaba a la persona desde que salía de la universidad y le hacía la carrera, teniendo la persona un rol pasivo; hoy es al revés, la persona tiene el motor de su carrera y las empresas son escenarios de paso que ni siquiera son estables, porque siempre están transmutándose; la persona pasa a ser lo más estable.
“Esto es muy natural en las generaciones más jóvenes; si hablas con la generación X o Y que es la que está entrando a la empresa, esto es natural, Ellos traen una idea de su carrera, una forma y estilo de trabajar que genera un cambio importante en las empresas”.

-¿Y lo viven sin angustia?
“Lo viven sin angustia. Ellos le generan angustia a la empresa. En mi tiempo, cuando estuve en el Citi y el Concepción, uno definía los planes e iba a las universidades a buscar a quienes se iban a seleccionar, y luego los traías a la institución. Sin embargo, hoy las empresas, siguen haciendo ese tremendo esfuerzo y probablemente el talento joven que captan no les va a durar más de 3 años, porque natural su aspiración es querer estar en varios lugares. No está en su ideología querer estar 30 años en una empresa.
“Entran, por un lado quieren ser guiados, pero no tanto, porque son llevados de sus ideas en cuanto a la manera de trabajar; le hacen demandas a la empresa y después probablemente se mueve y no como lo hacía el babyboomers que era más mercenario. Esta generación Y lo hace por cosas como prácticas de responsabilidad social o conciliación vida laboral-personal, son una generación que, más que la remuneración, le importa saber que tienen un trabajo con sentido”.

-Tu currículo dice que te adelantaste a los tiempos. ¿Qué explicación hay para esa movilidad?
“Creo que, de verdad, soy una persona que le ha dado espacio a la intuición. Quizás, cuando era más joven no tenía mucha conciencia de eso, pero la intuición me permite tener visiones más adelantada. Si miro mi carrera siempre estoy queriendo hacer algo distinto. Cuando estaba en la universidad, como me gustaba la clínica, moví las piezas para que la práctica se pudiera hacer en un lugar distinto al establecido. Cuando salí quise hacer cosas distintas en comunicaciones y llegué a TVN; después cuando me fui a Citibank fue para hacer algo que nadie había hecho y así.
“Es una cosa de personalidad, de ser intuitiva y de ciclos, porque me gustan los cambios y sé que tengo ciclos de 3 años; al tiempo algo me empieza a latir tras ese período. Me mueve mucho lo nuevo y ahora que estoy estudiando astrología, veo esos elementos en mi carta”.

-¿Cómo es eso?
(Se le ilumina la cara) “Sí, estoy embalada estudiando astrología, quiero ser astróloga, pero para eso tengo que esperar como 15 o 20 años y llevo recién dos años. Desde ahí puedo explicar algunas cosas, soy acuariana; me he ido conociendo”.

-Algunos dirán que es bastante esotérico. ¿Esta veta la has desarrollado siempre?
“Soy muy esotérica y creo que siempre ha estado, pero quizás la empecé a plasmar, en lo concreto y práctico, hace 10 años”.

-¿Cómo?
“Primero me fui introduciendo por las regresiones, después por algo con lo que tenía mucha sintonía pero no le había dado espacio como el conocer las culturas orientales, la meditación, el yoga. La astrología era algo que quería estudiar hace tiempo y ha sido un caminar”.

-¿Todo eso no ha chocado con tu formación más científica?
“No, para nada. Hoy aprecio mi carrera, no la rechazo, ni nada, pero, si miro para atrás, después de haber estado en la mejor escuela de esa época, veo que lo me tocó como formación es, pucha, pobrísima para poder acompañar al hombre en su dolor. Me tocó el conductismo que estaba en boga y creo que esa es una aproximación súper periférica y materialista del sentido del hombre y dolor. Siento que hoy he aprendido más alejada de esa escuela y siguiendo estos caminos más personales”.

-¿Volverías a hacer clínica?
“La tradicional, no, para nada, porque no la comparto, creo más en un enfoque más antropológico; para mí la enfermedad y el dolor me hablan más de la persona que del cuerpo. Podría caminar por la clínica de la sanación, porque no me siento alejada de ella, pero hoy no y creo que todos los días hago un poco eso. Hace poco un ejecutivo me definió como ‘arropadora de almas’ y me encantó. En el trabajo de coaching, si bien no es terapia, estás presente con todo lo que tienes. Creo que lo que vine a hacer a esta vida es ayudar al otro”.

-Si tus ciclos son de 3 años, ¿dónde vas a estar en 3 años más?
“En 3 años más… Hay como tres cosas que me laten: primero, voy a estar cada vez más vinculada a lo social, hace rato que mi trabajo tiene que tener ese sentido vinculada a grandes causas. Aunque no me gusta dibujar caminos, me gusta que la vida me sorprenda día a día, pero se me ocurre que en lo de la astrología voy a estar mucho más desplegada y trabajando en ello con las empresas, haciendo cartas; y tercero, creo que se me va a abrir todo lo artístico, que siempre ha estado muy presente, pero se va a concretar –más allá de que me gusta la poesía- en algún trabajo”.

Separada, con hijos de 26, 25 y 24 años, Janet afirma que “lejos, de lo que me siento más regalada, feliz, satisfecha por haber hecho bien la tarea -no obstante estar llena de dificultades- es mi rol de mamá. Quizás por las circunstancias, como haberme quedado sola con los niños cuando eran muy chicos”.

-¿Tan así?
“Yo soy muy de mamá, de proveer a los otros, muy enfocada en los otros, de nutrir a los otros y muy sensible en ese sentido. Con mis hijos, desde antes que llegaran a este mundo fue así, viví los embarazos con mucha intensidad, seriedad, responsabilidad, de autoexigencia; tuve la fortuna de que, cuando eran chicos, poder arreglármelas para trabajar en la casa y cuando ya estuve más tiempo fuera y con viajes, estar siempre conectada.
“Esto permite que tenga una relación con mis hijos súper rica, súper cercana, de la cual me nutro día a día. Ellos, por lejos, es con quienes lo paso mejor. Fue maravilloso, uno es todo con los otros, a mí me tocó el rol de mamá y a ellos el de hijos y como hijos han sido chorísimos, ha sido un círculo virtuoso”.
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