Óleo "Velorio del angelito" de Arturo Gordon.
"Aquí yacen los restos de seres humanos que, privados de nacer a esta vida terrena, Dios en su bondad los ha acogido en su Reino eterno". Estas palabras del capellán del Hogar de Cristo, Agustín Moreira, adornan la placa del columbario común del Parque del Recuerdo, en Américo Vespucio.
Allí se depositan las cenizas de los restos de niños que han fallecido antes de o al nacer. Y se ha convertido en un lugar de peregrinaje de padres que buscan recordar a estos hijos.
Pero no todas las familias tienen los recursos para dar sepultura a los mortinatos. Pensando en ellas, la funeraria del Hogar de Cristo y el Parque del Recuerdo se unieron para crear el programa "Dignifica", que ofrece dar sepultura en forma gratuita a los niños que mueren antes de nacer o antes de cumplir 28 días de vida, si sus padres no tienen los recursos para hacerlo.
Vivir el duelo
El proceso de duelo que viven los padres de estos niños el que se ve beneficiado con la posibilidad de darles una sepultura digna.
"Es importante que los padres hagan un rito de despedida de estos hijos, y que sepan dónde están sus restos, para poder ir a orar o a recordarlos. Esto les ayudará a elaborar su duelo y a evitar que se convierta en algo patológico", advierte el doctor José Alvear, de la Unidad de Acompañamiento Espiritual del Minsal.
El beneficio, que consiste en incinerar los restos y luego depositarlos en el columbario común del Parque del Recuerdo, se ofrecerá a los nacidos en los hospitales públicos y clínicas de la Región Metropolitana. Más adelante podría replicarse en regiones.
Según explica Jaime Maturana, gerente de la Funeraria Hogar de Cristo, esta iniciativa surgió de la idea de ampliar lo que hace casi nueve años están haciendo en el Hospital Sótero del Río. "Nuestra funeraria empezó a recoger estas guagüitas que no eran retiradas por sus padres porque no tenían recursos para darles cristiana sepultura". Desde 1999, sus restos, incinerados, son depositados en el columbario común del Parque del Recuerdo.
El origen de esa iniciativa está en la cruzada que durante cinco años impulsó el médico neonatólogo Sergio Corvalán, quien fuera director del Hospital Sótero del Río hasta 1994.
Poco tiempo después de dejar la dirección del hospital, este doctor se enteró de qué ocurría con los restos de los mortinatos que nacían en el establecimiento y que no eran reclamados por sus padres: "Se los juntaba en bolsas de basura y, después de un tiempo, se los llevaba al incinerador destinado a los desechos. Cuando lo supe, quedé impactado. Durante varios años golpeé muchas puertas. Todo el mundo se espantaba, pero nadie hacía nada... Hasta que pude contactarme con el Hogar de Cristo", cuenta.
Que esta iniciativa se expanda a más hospitales y clínicas es una gran noticia para él: "La preocupación por la dignidad de todas las personas le hace bien al país".
