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Amores desechables

Con su libro “Novias de Negro”, el psicólogo Mauricio Valezuela analiza por qué el año pasado 15 mil parejas anularon su casamiento y recomienda que las relaciones se observen de una manera constructiva, donde el perdón y la libertad sean protagonistas.

28 de Noviembre de 2008 | 08:55 |
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“Creemos erróneamente que para casarse, hay que estar enamorado”, escribe Mauricio Valenzuela, psicólogo, filósofo y terapeuta, antes de asegurar que “en los próximos 10 años, 7 de 10 matrimonios actuales, incluidos algunos de los que hoy se declaran felices, se terminarán separando, distanciando (…) Durar no es el principal problema, sino ser felices”.

Como una ayuda o más bien un apoyo hacia esos que se quedaron solteros sin haberlo pedido -esos que creyeron en su proyecto de pareja antes de que ésta los abandonara- y que aún no comprenden qué pasó para que todo se fuera al olvido, es que Valenzuela publicó su último libro “Novias de negro. ¡El matrimonio está en crisis!”.

“El año 1990 en Chile se efectuaron aproximadamente 100 mil matrimonios. El año 2007 fueron aproximadamente 60 mil. De esas parejas, formalmente casadas, el año 1990 se anularon 3 mil personas. El año 2007 fueron 15 mil. Es altamente probable que el año 2020 se casen unas 45 mil personas y se separen unas 45 mil”, afirma, para ejemplificar cómo ha ido y seguirá empeorando la situación conyugal, en el marco de una sociedad del consumo desechable.

Durabilidad, estabilidad y armonía son los conceptos clave que Valenzuela asegura que debe tener una pareja que aspire, de manera responsable y consciente, proyectarse en el tiempo.

Sin duda, es un panorama que no parece fácil de alcanzar, por más simples que parezcan sus palabras. El psicólogo lo atribuye a que “en general se está teniendo relaciones de mala calidad, porque están siendo muy inestables; un día te quiero y al otro día no, y se suele caer demasiado en la falta de respeto, donde cada uno antepone su propios límites y condiciones al otro, como diciendo si te gusta, bien. Si no, chao. Eso es lo que yo denomino relaciones de desecho”.

Es por eso que el autor se atreve a escribir que es un error pensar que se debe estar enamorado para contraer matrimonio y postula que lo mejor es llevar un “amor templado”, en el que las cosas sean menos pasionales, y que así se logrará que la pareja “construya espacios de crecimiento individual”, dentro de una relación en la que importe menos preguntar “¿cuánto me quieres?”, sino que “¿cómo me quieres? Calidad, más que cantidad.

-Hablas de lo ideal que se debe dar dentro de una pareja. Pero, ¿qué pasa para el resto de los mortales que no tienen tiempo para crear instancias y viven el día a día, esperando que todo salga bien?
“Están condenados… La probabilidad de que de esa relación surja realmente un amor que dure y que sea de una buena calidad es como ganarse el Loto”.

-¿Cómo es un amor de buena calidad?
“Es un amor constructivo, que permite y genera los espacios de libertad, que no tiene que ver con estos amores que se llaman posesivos, dominantes, sometidos, como pasa con el femicidio, por ejemplo. Cuando hablamos de libertad y amor, hablamos de espacios amorosos que facilitan la expansión de las personas”.

-¿Es como “tú con tu vida y yo con la mía”, juntos pero no revueltos?
“Ése es el concepto erróneo de amor y libertad. Observo mucho en mi consulta a parejas o personas que ya se han separado y que han llegado aquí, buscando espacios de libertad. Muchas veces creemos que el amor tiene que ver con la posesión del otro, casi como si fuera una propiedad privada. Entonces, se somete a la pareja y si la persona se siente enamorada, cree que le pertenece al otro, cuando, en rigor, el amor sano es la mezcla exacta entre lo que es amor constructivo y libertad”.

-Para muchos puede sonar contradictorio buscar la libertad en pareja.
“Y muchas creen que separándose van a encontrar esos espacios de libertad que andan buscando, en un mundo que da una oferta infinita de posibilidades para acceder a lo que se quiera, pero muchas veces eso se trasforma en una ilusión. También, a veces, decimos que andamos buscando el amor y desde mi perspectiva, el amor nunca se encuentra, el amor se construye. Y los primeros pasos para construirlo tienen que ver con la capacidad que tenemos para poder amar”.

Valenzuela es un fiel creyente de que muchas de las parejas que se separan cometen un error, aunque justifica los casos en que, como dice, “se está viviendo un infierno en la relación”. Pero insiste en que el resto “si hubiesen hecho un adecuado diagnóstico y trabajo, habrían tenido hartas posibilidades de haber construido una relación durable, estable y con mucha armonía por mucho tiempo más. Sin embargo, la botaron porque no había tiempo, no había ganas, no había voluntad. Entonces, ‘chao, me separo’. Hoy, ya casi nadie piensa en que una relación va a ser para toda la vida”.

-Pero pensar de esa manera hace menos doloroso el porrazo si el matrimonio no funciona.
“Ese es el tema de fondo. Somos hijos de la primera generación masiva de padres separados y nosotros aprendimos desde nuestra experiencia cotidiana que esa relación, para la foto, siempre iba sonriente, pero tuvimos que escuchar gritos y portazos y nos dimos cuenta que esa declaración de amor que hicieron nuestros padres, finalmente, se acabó.
“Tenemos la intención de construir una familia, pero en general nos damos cuenta que es altamente riesgoso y probable que no resulte y esa misma predisposición hace que estemos siempre en estado de alerta… ‘Sabes que no resultó, no quiero seguir perdiendo el tiempo. Voy por otra alternativa’. El problema es que en muchos de los casos, lo que afectó eso fue no entender que la relación de pareja es un proceso que se aprende al ir saltando obstáculos y construyendo. Pocas parejas llegan a superar eso y optan por lo práctico”.

“Eso trae enormes consecuencias: estamos construyendo sociedades de mega manadas humanas con mucha soledad. Muchas personas solas que están así, más por obligación que por opción… La soledad en libertad es un maravilloso espacio para estar con uno, pero la impuesta puede causar múltiples trastornos psicológicos y emocionales. El más grave de todas es la depresión y eso está en franco aumento”.

-Pero escribiste en tu libro que “cuando todo está muerto no es fácil resucitar, a menos que se vuelvan a ‘reencantar”. ¿A qué te refieres?
“He conocido y he tenido experiencias con parejas que después de años de separadas se han vuelto a reencontrar, más maduros, o han vuelto a encontrar eso que había desechado uno de los dos. A veces pasa que uno quedó esperando a su pareja, cuando incluso esta otra se casó o tuvo hijos entre medio. Eso se da más de lo que uno se imagina y después pasan los años, pasa el tiempo, se vuelven a encontrar, se vuelven a amar y la probabilidad de que esa relación resulte es mayor de lo que uno podría esperar”.

-¿Cómo la persona que fue dejada vuelve a confiar?
“Es un proceso difícil. Es tan fuerte el amor que puede hacer esos, entre comillas, milagros; esa imposibilidad de poder despegarte del otro y estar prácticamente obligado a volver a confiar, para emprender un nuevo viaje juntos”.
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