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Un enemigo de la sexualidad

Después de un banquetazo de hidratos de carbono poco saludables, es posible experimentar una baja de libido, asegura en su libro un endocrinólogo reproductivo.

08 de Octubre de 2009 | 11:41 |
“La comida siempre se ha relacionado íntimamente con nuestra capacidad de reproducción” y también de la calidad de las relaciones sexuales de una pareja.

Así queda reflejado en el texto lanzado por el doctor Robert Greene “Equilibro hormonal para tu fertilidad” (Urano), que promete ser “la guía más completa para quedarse embarazada y superar la infertilidad”.

Aquí, el endocrinólogo reproductivo, médico obstetra, ginecólogo, conciente de que a veces la infertilidad no se debe a un sólo problema, sino a la suma de varios, presenta su programa “equilibrio perfecto para la fertilidad”, que propone un plan para lograr el embarazo, sin tener que recurrir a la fertilización in vitro u otras técnicas clínicas.

Como parte de su plan, Greene recorre los detalles de la vida diaria que pueden estar afectando la fertilidad, como sucede con el estrés, los químicos e incluso la comida, factores que también influirían en la propia actividad sexual.

“Cuando una mujer se vuelve obesa, su hipotálamo indica a los ovarios que aumenten la testosterona, que interrumpe la ovulación”, explica el médico.

Pero el problema con los kilos también afecta a los hombres, ya que “caen sus niveles de testosterona, causando una disfunción eréctil y un descenso de la libido. La mitad de los hombres obesos pueden sufrir una disfunción sexual que puede impedir las relaciones sexuales”, escribe.

Pero no es necesario romper la báscula para ser perjudicados sexualmente por la comida. Basta una mala alimentación, de lo que Greene llama los hidratos de carbono “caóticos”, para que el cuerpo manifieste cambios perceptibles en la libido.

A diferencia de los hidratos de carbono “energéticos”, presentes en frutas y verduras, los “caóticos” son azúcares y almidones muy saturados, y “pueden producir picos y valles de los niveles sanguíneos de insulina y glucosa”.

Estos cambios, finalmente, podrías liberar rápidamente insulina en la sangre, causando entonces una baja de la testosterona. “Hombres y mujeres pueden percibirlo como un descenso de la libido después de una gran comida”, cuenta el doctor.

Además, “si comes hidratos de carbono caóticos de forma regular, este descenso crónico del nivel de testosterona también puede causar una pérdida de masa muscular, produciendo fatiga y disminución de la fuerza, lo que tampoco favorece la actividad sexual”, como sentencia Greene.

Esa huidiza amiga hormonal

La testosterona, “con frecuencia conocida erróneamente como la hormona sexual masculina”, como cuenta Greene, no sólo está relacionada a presencia de la libido, sino que también a la madurez sexual de niños y niñas, además de la autoconfianza, el vigor y el fortalecimiento de los músculos, entre otros factores necesarios para una vida sana.

Pero, como todo, esta hormona no es eterna. A partir de los 30 años, comienza el descenso en los niveles de testosterona, llegando a provocar síntomas como fatiga, perdida de libido e incluso depresión en algunos hombres.

“Se calcula que entre 4 y 5 millones de hombres muestran síntomas de testosterona baja, pero sólo un 5 por ciento busca tratamiento”, dice el doctor.

Disminución de la actividad sexual y además de los espermatozoides, la edad no sólo trae consigo una larga y lenta despedida de la testosterona, sino que además, el tic tac del reloj biológico de los hombres se comienza a escuchar cada vez más fuerte.

“Con la edad, los hombres también pierden células Leydig, células colaboradoras que ayudan a desarrollar espermatozoides (...) A medida que se pierden células Leydig, los testículos pierden efectividad en la formación de espermatozoides, causando una pérdida gradual de su número y una reducción de la fertilidad hacia los 40 años”.

Sólo 5 años antes, a los 35, las mujeres presentan su descenso de la fertilidad. Sólo que en su caso, más que un reloj, parece un tren a toda prisa, que no quiere llegar atrasado a la estación de la menopausia.

Si siendo apenas un feto, una mujer tenía entre 6 y 7 millones de óvulos inmaduros, al nacer sólo le quedaban 2 millones. No es una cifra menor, pero sí llama la atención el brusco descenso a 500 mil óvulos para la primera menstruación.

“Al final de sus 30 años, se activan más óvulos cada mes para empezar el proceso de maduración. Esto significa que mueren más óvulos cada mes, contribuyendo al descenso de fertilidad”, cuenta el médico.
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