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Juan Pablo Queraltó: “La gente cree que soy copuchento”

Este periodista está cansado de que en la calle le griten: “¡Llegó el sapo del ‘SQP’!”. Pero es feliz reporteando farándula, aunque muchas veces las fuentes no le respondan o le lleguen amenazas de combos por los golpes noticiosos dados.

20 de Abril de 2011 | 08:45 | Por Ángela Tapia F., Emol
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Viviana Morales, El Mercurio.
“Ya poh, JP”, le insiste Adriana Barrientos a Juan Pablo Queraltó (25). En pleno pasillo de Chilevisión, la ahora blonda modelo invita al periodista de ‘SQP’ a irse en limusina hasta el cumpleaños que ella celebrará con bombos y platillos en un conocido local, y donde lo más granado de la farándula se presentará como un evento sagrado al que ningún rostro vigente en estos días puede faltar. Pero tras tentarlo con compartir la fastuosa movilización con personajes como Nabih Chadud, ella se da por vencida.

“Yo no llego en una limosina con Adriana Barrientos del brazo o ando metido en un cahuín ni me peleo a coscachos con otra persona. Eso hay que dejárselo a ellos”, comenta Queraltó, una vez que la ex miembro de la Escuela Militar se ha retirado.

No quiere mezclar las cosas y echar por la borda la confianza que los años de reportero -con largas esperas fuera de los canales, persecuciones automovilísticas y uno que otro arañazo recibido por la lucha de una exclusiva- le han dado.

Si bien toda su vida quiso ser odontólogo, hoy no se arrepiente ni se cuestiona que el puntaje no le haya dado para esa carrera y tuviera que optar por ser periodista. De hecho, le entrega feliz su vida completa al oficio, editando notas hasta las 5 de la mañana para estar nuevamente en el panel de su programa la mañana siguiente. Además, es frecuente verlo en “Primer Plano” los viernes y reporteando en “Fiebre de baile”. Parece que las hace todas en su canal.

“La diferencia que tengo con otros periodistas y panelistas es que yo reporteo y además estoy en el panel. Eso me juega un punto a favor, porque con seguridad puedo decir que estuve ahí. Hay que tener harta vocación para el reporteo, porque pasas frío, hambre, rabias... Y a veces, cuando tienes al lado a diez colegas más que están tratando de hacer lo mismo, la calle se transforma en una guerra campal”, dice el rancagüino.

-Es muy clásico que los rostros de televisión pasen en su auto y no hablen con la prensa. ¿Cuán frustrante es eso para ti?
“A mí me molesta mucho eso, cuando gente que vive de la televisión y sabe de eso, no baje el vidrio cuando estás afuera del canal de televisión esperando o no te conteste el teléfono o se haga el loco y camine cuadras sin decir nada. Encuentro que es una falta de respeto, porque nosotros estamos haciendo un trabajo, igual como el que están haciendo ellos. Qué les cuesta decir ‘muchachos no voy a hablar de ese tema’. Ser educado no cuesta nada. Y pasa mucho, incluso con panelistas de otros programas de televisión. Pero cuando los mismos programas vienen a preguntarnos a nosotros, tenemos siempre la voluntad de hacerlo. Pero, por ejemplo, Raquel Argandoña nunca baja el vidrio de su auto afuera de TVN”.

-O se lleva el micrófono de los periodistas...
“O le pega un cachuchazo a un periodista. Creo que con su rol de opinóloga de un matinal, no le cuesta nada bajar un rato el vidrio del auto y decir que no quiere hablar. Camiroaga lo hacía mucho antes. No bajaba el vidrio, pasaba rajado. Pero aprendió con el tiempo y fue muy bien asesorado por algunas periodistas que le dijeron que tenía que hablar con la prensa. Si al final, gracias a eso él vive, sale en los diarios y le dan estelares. Generalmente, las modelos también lo hacen. No sé si es porque no cachan mucho o se las dan de muy interesantes, y no son tanto”.

-¿Qué le dirías a aquellos que dicen que les dan de comer a los programas de farándula?
“A las modelos que dicen eso, yo les quiero recordar que nosotros les damos de comer a ellas, porque gracias a lo que sale en pantalla las contratan para eventos y cobran quinientas lucas por estar diez minutos en una pasarela de una discoteque. Pero pasa algo muy divertido; hay modelos que llaman por teléfono para contarte cosas y te mandan pruebas, pero después lo niegan ellas mismas. Es un juego de su parte también”.

-¿A qué personajes no hay que creerles nada?
“A la Luli. Ella siempre inventa cositas para tratar de salir en la tele, genera conflictos innecesarios. Tampoco hay que creerles mucho a las modelos de cuarta categoría que inventan romances con Pedro, Juan y Diego. Al final todo es mentira”.

-¿Hay muchos soplones en el medio?
“Uh, este medio está lleno de soplones que tienen nombre y apellido, pero nosotros los guardamos como un tesoro. Incluso son los mismos amigos de modelos, productores que trabajan con ellas, camarógrafos de otros canales... Todos nos llenan de mucha información. Mi teléfono suena todo el día con un montón de cosas de lo que pasa en el matinal de TVN, en ‘Bienvenidos’, en ‘Alfombra roja’, en todos lados. La tele está llena de soplones”.

-¿Hay algún golpe noticioso que hayas dado del que te sientas orgulloso?
“A mí me catalogan como el biógrafo de Raquelita Calderón y Pablo Schilling. Yo fui la persona que comentó que estaban pololeando, después que habían terminado y que dijo que se habían reconciliado nuevamente... He seguido su amorío. Pablo también me dio a mí una entrevista cuando habló mal de Hernán Calderón, lo que provocó el enojo de Raquelita. También creo que un golpe que hicimos muy bien con ‘SQP’ fue cuando encontramos al hijo escondido de Paul Vásquez, lo que me trajo muchos problemas con él porque, en ese momento, él era rostro del canal. Y recuerdo que me encaró en los pasillos y me amenazó que me iba a pegar. La señora también me amenazó, fue bastante complicado”.

-¿Qué hacías cuando te los topabas en los pasillos del canal?
“Trataba de no topármelos, pero justo un día quedé cara a cara con ella. Yo la saludé y ella me trató muy mal, con ofensas, a grito pelado aquí en el pasillo y todo el mundo vio el espectáculo. Finalmente, a él le llamaron la atención y a ella también y no se podían acercar a mí”.

-¿Has recibido otras amenazas?
“Sí, cuando he hablado de futbolistas como Pablo Úbeda o (Roberto) Pájaro Gutiérrez, que son personajes que han estado involucrados con algunas modelos, son después los mismos hinchas los que se consiguen mi teléfono. Una vez que estaba animando en un lugar, se me acercó un líder de una de las barras y me dijo ‘para la próxima vez que hables de tal futbolista, te vamos a sacar la cresta y no vamos a tener piedad’. La verdad es que da mucho susto. A veces pienso que van a estar afuera, esperándome con el bombo para tirármelo arriba de la cabeza. Me imagino que entienden mi trabajo, pero ellos mismos tratan de taparle cosas a sus ídolos, y los futbolistas no son tan santitos”.

-¿Qué rostros no soportas?
“No tolero al Flaco, Paul Vásquez. Otra persona que da lata entrevistar a veces es Valentina Roth, porque es bien rarita de genio. A veces te quiere y al otro día te odia y no te habla. Así que ya llega a dar rabia. ¿Quién más? Pamela Jiles, no me agrada mucho ella”.

-¿Pero no es sólo un personaje en la tele?
“Yo también pensaba que era un personaje, pero ella es así y es complicado; es una lata ir a sacarle cuñas. Camiroaga, a veces, es medio difícil entrevistarlo porque no contesta mucho, o no te habla, no para el auto, y pasa a ser una lata ir a perder el tiempo”.

-¿No tienes amigos en el medio?
“Tengo un par con que me llevo muy bien pero no son amigos que vayan a mi casa y para mí, amistades son las que me visitan y comparten con mi familia. Tengo muy buena onda con Adriana Barrientos, con Raquel Calderón, con la Luli y con otros periodistas y panelistas de farándula. Pero de ahí a que comparta con ellos y sepan mi vida completa, no. No tengo amigos faranduleros”.

-Con todo, ¿no te has tentado a pasar de ser periodista de farándula a ser farandulero?
“No, me da vergüenza. Sí animo eventos de discoteques y empresas, pero no salgo modelando ni me saco la polera como el señor Schilling. Uno está siempre en la línea: o eres el periodista que está informando o eres el farandulero que es parte de la noticia. Pero, hasta ahora, me he mantenido siempre como el periodista que informa y que utiliza las actividades a las que acude para sacar información de las personas. El día que yo me baje de una limusina, me esté sacando la polera o esté con una mina conocidísima, por favor, avísenme para pegarme en la cabeza y retirarme”.

-¿Qué es lo mejor y lo peor de tu profesión?
“Lo mejor es que siento que soy un canalizador de información para la gente, que sabe que soy una persona confiable. En ese aspecto he recibido mucho cariño, porque confían en lo que digo porque se nota que hay un trabajo, una investigación y todo un cuento para atrás. Lo malo es que la gente cree que soy copuchento. ¿Y para eso estudiaste cinco años?, preguntan, y empiezan a criticar: ‘Eres una vieja cahuinera’, ‘un chanta’, ‘¡Buena, copuchento!’, y en la calle te dicen ‘¡sapo!’, ‘cacha, se subió el sapo del ‘SQP’’. Eso de verdad me molesta porque el trabajo que uno hace como periodista de farándula es el mismo que puede hacer uno de economía o política, y si me echan del ‘SQP’, me siento capacitado de ir a trabajar a prensa y hacer un caso social o ir a un diario. Pero hay una estigmatización con la farándula que finalmente a uno lo deja muy mal”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“El teléfono, estar siempre con mi teléfono al lado. Es como mi hermano chico, mi mejor amigo”.

-¿No lo apagas cuando sales a comer?
“No, es muy molesto. Twitteo todo el día, estoy siempre hablando por teléfono, viendo cosas por internet. Me salen cuentas enormes y me duele todos los meses pagar cerca de 150 lucas de teléfono. Creo que debería pololear con él”.

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