Faltaban días para que Olivia cumpliera un año, cuando ella y Elke Barber, su madre, se encontraban en su casa solas, esperando ver para la noche a Martin, el padre de familia y a Alex, el hermano mayor, de solo 3 años.
Los dos hombres de la familia se habían ido unos días de camping, en una especie de salida de “solo niños” que habían organizado, para pasar tiempo juntos. “Tu esposo está gravemente enfermo”, fue la frase de la primera llamada que dejó a Elke paralizada.
Después de enterarse que Martin había sido llevado de urgencia a un hospital, la mujer le dio de comer a Olivia y partió con sus suegros hasta el lugar en el que se encontraba Alex, esperándola. Pero antes de llegar, otra llamada volvió a golpearla: “¿Dónde se encuentra? Necesitamos mandar a un policía para que hable con usted”, dijo una mujer desde el otro lado del teléfono.
“A esas alturas, ya lo supe. Dije: ‘Soy esposa de un oficial de policía. ¿Mi esposo está muerto? Y ella dijo que sí, que lamentablemente lo estaba”, comentó la mujer de origen alemán, hoy de 38 años, al Daily Mail.
“Incluso en ese momento no lloré. Solo me quedé sentada ahí, mirando por la ventana del auto, mientras mi suegro conducía, pensando: ¿Qué le diré a Alex?”.
Lo que había sucedido era que Martin sufrió dos ataques al corazón. El primero, estando en el camping y el que terminó por quitarle la vida, arriba de la ambulancia, en dirección a un hospital, y dejando a una familia desolada y en ese momento, a un niño, su propio hijo, sin comprender qué había pasado con su papá. Era abril de 2009.
Hoy, con siete años, el menor puede recordar con claridad los sucesos. “Mi papá y yo desayunamos sándwich de tocino con salsa de tomate. Entonces se empezó a sentir mal y me pidió que fuera a buscar ayuda”, comentó Alex.
“Salí corriendo, pero no encontré a nadie. Así que corrí un poco más lejos, por todo el camping, hasta que encontré a los dueños. Después llegó la ambulancia y llevó al papá al hospital, pero yo no quería que se fuera”, recuerda.
Una vez que Elke llegó debió enfrentarse con sumo cuidado al momento que, probablemente, su hijo jamás olvidará. “Le pregunté a mamá: ¿Papá volverá pronto? Y entonces mi mamá se arrodillo y puso mi oreja su pecho. Pude oír un divertido bump, bump, bump. Mi mamá me dijo que era un corazón. Me contó que todos tenemos uno, y que cuando deja de latir, no puedes respirar más; ni correr, ni caminar, ni reír o hacerle cosquillas a alguien. “Y entonces me dijo que el corazón del papá había dejado de latir, y que nunca iba a volver”.
“Los niños necesitan honestidad”, dijo la madre. “Ellos no entienden metáforas o eufemismos. Así que si decía ‘el papá está durmiendo’, Alex podría haber pensado que él se había ido a acostar y que despertaría pronto. Él tenía que entender que la muerte es algo irreversible, pero que Martin no lo había abandonado ni quería morir”.
Preocupada buscó ayuda en libros o cualquier información que alguien hubiera escrito al respecto, pero no encontró nada. Y por esto decidió que ella junto a su Alex escribirían su propia y dura experiencia.
La situación se volvía cada vez más complicada con las preguntas que la inocente mente del niño generaba. Quería saber si su papá había pedido regresar para verlo a él. Pensaba que, quizás, Martin no lo había pedido “por favor”, y por eso todavía no lo dejaban volver con su familia. Elke debió explicarle que el cuerpo de su padre no pudo ser arreglado, plasmando por primera vez el concepto de muerte en la mente del niño.
“Para él no había diferencia entre preguntar ‘¿qué le pasó al cuerpo del papá? y ‘¿cómo lo hace el avión para mantenerse en el aire?’. (Los niños) son curiosos por naturaleza. Y si no les dices la verdad, ellos la descubrirán de todas formas eventualmente, y la sensación de traición que pudiesen tener podría ser muy perjudicial”, dijo al The Scotsman la mujer que debió pasar por otra dura prueba, justo a punto de terminar el libro de ella y su hijo.
En marzo de 2012 –a menos de tres años de la partida de Martin-, y con Alex de 5 años y Olivia de 3, Elke fue diagnosticada con cáncer de mama. “Pensé: ¿Me voy a morir? ¿Qué va a pasar con mis hijos?”, dijo recordando sus días de horror. Pero luego de que un médico le asegurara que no iba a morir y que su caso era tratable, ella quiso tranquilizar a sus hijos cuando en ellos surgió el miedo de una nueva pérdida.
Enfrentando el cáncer
“Le dije (a Alex): ‘Los médicos dijeron que no moriré’. Y cuando me preguntó: ‘¿Pero qué pasa si los remedios no funcionan?’, seguí asegurándole que todo iba a salir bien. Le dije: ‘Mucha gente muere de cáncer, pero los doctores me dijeron que yo no sería uno de ellos’. Eso fue lo mejor que pude hacer. Y por suerte, sigo aquí”.
Por fin, el año pasado Elke terminó con éxito su tratamiento para el cáncer y se dedicó a reunir fondos para poder publicar “Is Daddy Coming Back In A Minute?”.
“Todo lo que he hecho es responder a sus preguntas, honestamente, y en palabras que él pudiera entender. A veces, eso significó decir ‘no sé’ y en otras ocasiones, significó ir más allá de lo que habría pensado como ‘aceptable’”, escribió Elke en su sitio web.
Uno de los episodios complicados, previos a la muerte de Martin, fue cómo le explicaría la cremación de los restos de su padre. “Mi temor era que se asustara si le decía que el cuerpo de su papá había sido quemado, porque lo iba a asociar con dolor”.
No le convencían los consejos que le decían que solo le dijera que era otro tipo de entierro, ya que como en lo que iba de vida de Alex, jamás había visto ni a un pez muerto. “Explicarle que su papá había ido a un gran horno y que había sido quemado era aterrador, pero al final, eso fue más o menos lo que le dije. Siempre he sido honesta con él”, comentó.
Tras haber perdido a su marido, Elke sintió que lo peor que podía suceder, era perder también la confianza de sus hijos, y por eso se empeñó en decirles la verdad, en versión infantil, pero tratando de no ocultar cosas para que no se sintieran engañados.
Entre otros detalles que dio la mujer, fue que ante la preocupación de sus hijos de que a ella también le sucediera algo y quedaran ellos solos, los tres hicieron una lista de todas las personas que los aman y que cuidarían de ellos. De este modo, sabrían que jamás se quedarían solos.